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La venta del mar

  • Nombre del establecimiento: Casa Ríos, en Segunda Aguada

"Porfiaba Sancho que era venta y su amo que no, sino Castillo". El paisaje ventero cervantino retrató el marco de muchas escenas del Quijote. Las ventas son singulares espacios frecuentados por arrieros, truhanes, viajeros y caminantes que retratan pasajes de la literatura española de todos los tiempos. Hace casi veinte años que la historiadora y periodista Elena Posa nos regalara su libro Cádiz venta a venta en una cuidada y original edición de la Diputación provincial. Sostiene Elena que las humildes ventas entraron en la literatura por la puerta grande como entrañables escenarios de desventuras, encuentros y relatos. La venta también es el flamenco, la cultura taurina, los carnavales venteros, los señoritos de ventorro, los contrabandistas, los viajeros románticos y ventorrillos de Puerta Tierra.

Las ventas son escenarios del vivir, son un alto en el camino, espacios de intercambio, de tratos y sitios de nadie. Las antiguas paradas de postas configuraban el paisaje de otra época cuando las grandes autopistas no se habían apoderado de la piel de toro.

No es una venta de campo, es una venta de mar, de ciudad portuaria, industrial.Junto al Diario de Cádiz, Manolo es el más madrugador de la ciudad y sirve desayunos desde las cinco y media de la mañana

Cádiz es de las pocas ciudades españolas en la que alguna de sus calles todavía se llama carretera. Una curiosa contradicción que ilustra nuestra Carretera Industrial y que hasta hace poco era paso de camiones y mercancías. Es, y era, un espacio urbano de personas y buenos vecinos. Aquella "servidumbre de paso" industrial siempre tuvo su venta y siempre fue, desde los años ochenta, Casa Ríos.

Casa Ríos es un icono de la gastronomía y un sitio de obligado paso en la periferia urbana de la ciudad industrial que ya se fue. Afortunadamente, hoy se mantiene en la misma esquina conservando su esencia ventera de cruce de caminos. La cercanía a las antiguas vías del tren con su paso a nivel, el correccional, la aeronáutica, los cosarios y esos enormes bloques de viviendas que construyera Rumasa en los ochenta, le dieron a una zona densamente poblada un marchamo de espacio de aventuras, de lugar donde, inevitablemente, siempre ocurren cosas, un enclave de vida.

Casa Ríos fue fundada en 1978 por Francisco Ríos Chacón y donde llega en 1981, procedente de la localidad malagueña de El Burgo, Manuel Muñoz, actual propietario y alma mater del negocio. El local goza de una sencilla y modesta fama fruto del oficio y el compromiso por la calidad. A pesar de ser un bar de la Segunda Aguada en realidad conserva todos los ingredientes de venta. Se respira un gusto por las cosas bien hechas, un entrañable trato al cliente y cierta paz, a pesar de ser uno de los lugares más transitados de la ciudad. No es una venta de campo, es una venta de mar, de ciudad portuaria, industrial.

Casa Ríos está a camino entre una tasca, un bar de barrio y un restaurante y se despachan buenos aperitivos, tapas, menús del día o mejores cenas. Junto al Diario de Cádiz, Manolo es el más madrugador de la ciudad y sirve desayunos desde las cinco y media de la mañana. El establecimiento ha concitado un reconocimiento porque todo lo que despacha es calidad y es de guiso diario. Posee una de las cartas de vinos más extensa, cuidada y curiosa de la ciudad.

Manuel Muñoz es un sibarita y sabe de vinos pero trata a todos por igual y tiene ese temple de ventero de toda la vida que le da serenidad al ajetreado ambiente de la esquina de Segunda Aguada. Ofrece una extensa carta de tapas bien servidas con las que puedes comer o sentarte en alguna de sus mesas en el salón interior aunque es recomendable la extensa terraza en la que se observa la bulliciosa y trepidante vida del barrio.

El cochinillo asado, el menudo y el arroz a la vasca son las estrellas de la casa. Pueden presumir de tener uno de los mejores jamones ibéricos y la posibilidad de probar por copas los impresionantes vinos de su bodega. La carrillada ibérica, las chuletas de cordero y la carne al toro son habituales pero no descuida los pescados. Se puede disfrutar de uno de los mejores pargos al horno de la ciudad aunque también merecen la pena su bacalao -al pil pil, en tomate o en salsa verde- o los pescados de caña como la breca o la mojarra. Hay que probar la urta, la lubina o el lenguado a la plancha.

Manolo es un gran aficionado taurino y además sabe que habita la mejor esquina de Cádiz. Casa Ríos es todo un clásico de la ciudad. Conviene recordar las sabias palabras de Rafael El Gallo: "Clásico es lo que no se puede hacer mejor".

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