Con doce años de experiencia al volante, Javier C. (prefiere no dar su apellido)nunca había imaginado que podría convertirse en víctima de un accidente como el que sufrió el viernes pasado. Ymucho menos que saldría físicamente casi ileso. Su camión-grúa, cargado con un coche, se precipitó al mar desde el Puente José León de Carranza después de sufrir el impacto de un vehículo que circulaba en sentido contrario e invadió su carril. Lo grabaron las cámaras de la DGT. Pero pudo salir de la cabina a tiempo. Gracias a una causa y a un azar:llevaba las ventanillas bajadas porque se le había averiado el aire acondicionado.

Ayer, un día después del siniestro, todavía dolorido por el impacto, por el esfuerzo de salir a flote y por las heridas de haberse agarrado a uno de los pilares del puente como si fuera una nueva vida, Javier revive aquellos momentos con ganas de pasar la página del día en el que volvió a nacer. Pero primero quiere dejar claro cómo sucedieron los hechos: "Yo venía de Jerez, por el puente Carranza, en dirección a Cádiz cargado con un coche que tenía que dejar en el concesionario Honda. Pero, de repente un coche invade mi carril, colisiona con la rueda izquierda partiendo la dirección, bloqueándola, de manera que no puedo controlarla. Miro el cinturón de seguridad y me agarro firme al volante. Yo esperaba que las barreras de protección frenaran el impacto, pero no fue así, sino que se parten y me precipito al agua". Al otro lado del teléfono, acompañado de la madre de su futuro hijo, rodeado de su familia, Javier procura mantener un relato aséptico de los hechos. Pero nadie vive impunemente algo así. "Pensé que me mataba", confesó el mismo día del accidente.

"Como pesco por allí, sabía que había poca profundidad, así que en cuestión de segundos toco la arena, me quito el cinturón y salgo a la superficie por una de las ventanillas. Si no llegan a estar abiertas, no lo cuento. Allí afuera había gente asomada que me animaba y indicaba donde podía agarrarme. En uno de los pilares del puente. Me destrocé las manos con los ostiones y los mejillones que había incrustados". Hubo un momento en el que se planteó nadar hasta el espigón. Pero fue prudente y se lo pensó mejor. "Nunca he ganado ninguna medalla nadando, pero me defiendo bien", dice bromeando. Luego vino el rescate por parte de un guardia civil y dos monitores náuticos desde una embarcación que zarpó del Elcano. "Les estoy muy agradecidos a todos, a ellos, a los médicos que me atendieron en el hospital, a todos", insiste, como buen tipo que se ve que es. En el hospital se acercó a ver a una de las mujeres heridas y habló con ella y con un familiar de la otra.

Mientras cicatrizan los rasguños de manos y piernas y el cuerpo asume el dolor físico, hay otro tipo de dolor que llevará su tiempo aliviar. "Cuando veo las imágenes del accidente me echo a llorar", confiesa por fin. YJavier, el hombre que volvió a nacer en las aguas donde pescaba para poder ver nacer a su hijo, llora.

Desde aquí le deseamos una pronta recuperación y una larga y feliz vida.