Suelo de Medina para una fábrica de flautas

Zona Franca Cádiz

La Guerra Civil española y los duros primeros años de postguerra había dejado el país en una complicada situación financiera, social y política

Diario de Cádiz, 1 de enero de 1953 / DC
Z.F.

23 de junio 2024 - 11:18

La Zona Franca seguía con su lento desarrollo. En 1945 se realizó el acta de replanteo para el inicio de las obras que iban a ganar terreno al mar. Se planteaba como un espacio destinado a depósitos generales de mercancías, almacenes de clasificación, fábricas para mezcla de productos nacionales y extranjeros y centros de conservación, congelación y refrigeración de productos.

Llegó entonces una figura fundamental en la creación de la Zona Franca: José Ochoa Benjumea. En 1948 había cogido el relevo del ingeniero director del Consorcio, Francisco Ruiz Martínez, que en los últimos años se había encargado de elaborar el tercer proyecto de la Zona Franca.

Ochoa elaboró el ‘Proyecto de Ordenación General del Puerto Franco de Cádiz’ con el que se impulsaron definitivamente las obras. En aquel momento, el delegado del Estado era Ignacio Merello LLasera, con gran experiencia en obras públicas y la dirección del puerto de Cádiz.

Comenzaron los dragados y rellenos. Ochoa recordaba las dificultades de los inicios: “hubo que crearlo todo, montar una organización técnico-administrativa y empezar a trabajar”.

En la Memoria conservada en la Zona Franca, Ochoa resalta que “en la conservación y construcción de los puertos, los dragados constituyen gran parte de los gastos y no tienen espectacularidad ninguna. En cambio, los rellenos conseguidos con materiales impulsados muestran una realidad muy distinta, en la que se puede distinguir la transformación de la fisonomía primitiva del lugar”.

El propio Ochoa explicaba en una noticia recogida en este Diario en 1953 detalles de los trabajos, de los el ciudadano de pie hablaba. Eran una “lucha contra el mar, arrebatándole extensiones como hacía Holanda. Pero no siguiendo el mismo procedimiento pues allí los terrenos ganados quedaron por bajo nivel marino separados de las aguas por fuertes diques, mientras que aquí lo que hacemos es ir rellenando a la par que se avanza”.

La noticia ya reflejaba también el interés de diferentes industrias por asentarse en los nuevos terrenos, “desde una refinería hasta una fábrica de flautas”.

Las obras avanzaban, no sin dificultades, muchas veces afectadas por los fuertes temporales de viento de Levante.

Una noche de abril de 1950, la draga ‘La Plata’, que se encontraba en el Bajo de la Cabezuela, fue abordada por un ganguil –un barco destinado a conducir y verter en alta mar el fango y la piedra que extrae la draga- que hizo que se hundiera. La draga ‘Liberación’ realizó la operación de salvamento. Durante 5 meses las operaciones de dragados quedaron paralizadas.

Los muelles

Vista de los trabajos de remolque de los cajones / DC

Para la construcción de los muelles de la Zona Franca se utilizaron dos modelos. El de Poniente, que seguía la línea del castillo de San Lorenzo del Puntal, se ejecutó mediante el sistema de cajones; y el de Ribera, levantado a continuación, que se hizo sobre la base de bloques.

El primero que se ejecutó fue el de Poniente y con él la Zona Franca comenzó a funcionar.

El 23 de abril de 1949, el Pleno del Consorcio aprobó adjudicar a “Entrecanales y Távora” su construcción. Al no disponer de un lugar para realizar la obra, se utilizó el dique seco Nuestra Señora del Rosario. Se construyeron grandes cajones de hormigón armado que se llevaron flotando para luego fondearlos.

La operación de traslado y hundimiento de los cajones se realizó entre el 6 de octubre y el 16 de octubre de 1950.

Como escribiría Ochoa en sus memorias, estos trabajos conllevaron bastante peligro.

La cantera

Una de las primeras dificultades que se encontró Ochoa fue la falta de piedra de calidad como material para las obras y, muy especialmente, para la construcción de las escolleras del puerto.

El Consorcio tenía el reto de proveerse de un material adecuado. Y lo terminó encontrando en la cantera de “El Berrueco”, un macizo rocoso en el término de Medina Sidonia, ubicado entre Chiclana y este municipio. Las dos ciudades estaban conectadas por un ramal que construyó la propia Zona Franca.

Para formalizar la explotación de la cantera, el 5 de marzo 1949 se realizó un contrato de arrendamiento con el Ayuntamiento asidonense.

Además se ejecutaron varias obras que eran necesarias para su explotación: edificaciones, maquinarias de extracción y trituración; y suministro de energía eléctrica. Se construyeron oficinas, casa de capataces, pabellón de obreros, almacenes, talleres y hasta un puente para salvar el Arroyo del Salado.

Diario de Cádiz recogía en su crónica del 11 de mayo de 1951 la noticia de su inauguración. En sus líneas se podía leer que “los asistentes recorrieron las instalaciones de maquinaria que ocupaban cinco plantas y que se realizó una demostración con reloj en mano en la que un camión y un remolque fueron cargados completamente de grava y piedra en dos minutos”.

Un teleférico

Plano del teleférico a la cantera de ‘El Berrueco’ / DC

Una vez adquirida la cantera, se tenía la urgencia de que los materiales extraídos llegaran lo más pronto posible a Cádiz.

Con estas pretensiones se planeó la construcción de un teleférico, aprovechando que el ingeniero-director era Ochoa y que ya había diseñado uno en Tenerife. El proyecto se denominó “Explotación de la Cantera del Berrueco y Teleférico Transportador a Puente Zuazo”.

El teleférico iba a transportar la grava y gravilla hasta un silo que se iba a levantar en Tres Caminos. Nunca se llegó a ejecutar.

El protocolo Franco-Perón

Mientras se daban los primeros pasos para ejecutar los trabajos de dragado y relleno, un acuerdo político entre España y Argentina puso sobre la mesa un proyecto que pretendía modificar el plan inicial para Cádiz: el Protocolo Franco-Perón.

Los dos dictadores acordaron en abril de 1948 crear una inmensa Zona Franca en el saco de la Bahía de Cádiz, con una parte gestionada por el gobierno argentino, como puerta de Europa para los productos exportados por esta nación.

Finalmente, las tensiones internas en el gobierno de Perón dieron al traste con esta operación.

Soñar un aeropuerto

Representación gráfica del estudio económico e industrial de la Zona Franca donde aparecía el aeropuerto / DC

Una de las pretensiones que se tuvo desde que se empezó a proyectar la Zona Franca en los años 20 fue que Cádiz tuviera un aeródromo para atraer mercancías de todo el mundo.

En 1932, la Corporación de Manuel de la Pinta aprobó un amplio informe en el que se ubicaba la futura instalación aérea denominada ‘hidroestación’, en las inmediaciones del barrio de Puntales.

La idea se retomó tras la Guerra Civil, denominándose “Terminal de Europa”. Finalmente, el coste de la operación impidió su desarrollo y el 11 de abril de 1948 se devolvieron los terrenos que se utilizarán para la futura Zona Franca.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último