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Los sifilicomios de Cádiz y "el 606"

Historias de Cádiz

Remedio contra la sífilis del profesor Paul Ehrlich, premio Nobel de Medicina l Aplicación por el doctor Cañadas en el Hospital de Mora a un joven de San Fernando

Anuncio de pastillas para la sífilis en Diario de Cádiz / Archivo
José María Otero

30 de enero 2022 - 06:00

La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual que a lo largo de la historia ha producido infinidad de muertes. Hasta la llegada de la penicilina esta enfermedad era muy grave y la ciencia médica estuvo luchando contra ella con numerosos métodos y utilizando remedios de todo tipo. Al mismo tiempo era una enfermedad muy común y que abundaba en todas las poblaciones. En Cádiz, por ejemplo, a principios del siglo XX había muchas personas con esta enfermedad y existían dos sifilicomios, unos establecimientos hospitalarios destinados al tratamiento y cura de la sífilis y al ingreso de algunos enfermos de mayor gravedad.

El sifilicomio para hombres estaba situado en la calle Barquillas de Lope, esquina a la antigua calle de San Joaquín. En 1910, el Hospital de Mora se había quedado pequeño para atender a este tipo de enfermos y la Diputación decidió comprar un edificio cercano. Con ello también se pretendía poner a los enfermos a salvo de la curiosidad y el morbo que despertaba este tipo de enfermedades. El precio de adquisición del edificio fue ocho mil pesetas y el arquitecto José Romero fue el encargado de su construcción. Según las crónicas de la época, el nuevo sifilicomio contaba con todos los adelantos de la ciencia, “destacando el mármol en todos los suelos y escaleras y el alicatado en todos los pisos”. A su inauguración asistieron las autoridades, y el obispo de la diócesis procedió a su solemne bendición.

El sifilicomio para mujeres estaba situado en la calle Solano, en un antiguo edificio acondicionado para acoger este tipo de enfermas. En la planta baja estaban los lugares destinados a consultas y tratamientos, mientras que las enfermas dormían en la última planta, en una enorme habitación con camas paralelas. La céntrica situación de este edificio y la curiosidad que despertaban las enfermas provocaban algún que otro incidente, que fue reflejado en la prensa de la época. En 1906, por ejemplo, las enfermas provocaron ruidosas protestas ya que aseguraban que había hombres que entraban en el edificio a escondidas para observarlas cuando se desnudaban. Las protestas subieron de tono y una noche todas las enfermas, de común acuerdo, decidieron salir a la calle en batas y camisones para expresar sus quejas en ruidosa manifestación. El escándalo fue mayúsculo y tuvieron que hacer acto de presencia las autoridades y los guardias municipales. Los agentes recorrieron el edificio y azoteas en busca de los curiosos, pero sin resultado alguno. Finalmente, las autoridades prometieron vigilancia a las enfermas y éstas regresaron al dormitorio.

En aquellos años de comienzos del siglo XX los supuestos remedios contra la sífilis eran numerosos, pero poco efectivos. En los periódicos y en lugares públicos aparecía abundante publicidad de remedios que parecían ‘milagrosos’, pero la eficacia de ellos era casi nula. No es de extrañar que cada anuncio de nuevo remedio contra esta grave enfermedad fuera acogido con expectación.

En 1910 pareció llegar la solución definitiva para la sífilis. Nada menos que el premio Nobel de Medicina, Paul Ehrlich anunciaba el descubrimiento de un remedio eficaz; un inyectable a base de arsénico que llevaba por nombre Salvarsán. Ehrlich había realizado previamente 605 experimentos en su laboratorio hasta llegar por fin a la solución en el 606. Todos comenzaron a llamar al nuevo inyectable ‘el 606’, aunque también era conocido como ‘la bala mágica’.

Varios médicos españoles acudieron a Alemania para conocer la fórmula de Ehrlich y su aplicación práctica. El Rey Alfonso XIII becó a varios especialistas con el mismo fin. En septiembre de 1910, en el Hospital Militar de Madrid se realizaron las primeras pruebas en España con el nuevo compuesto ‘606’, dando muy buenos resultados.

Dos meses más tarde, en diciembre de 1910, Diario de Cádiz anunciaba que el milagroso inyectable había llegado a la Farmacia de José Höhr y que el doctor Cañadas se disponía a aplicarlo a un enfermo en el Hospital de Mora.

La intervención tuvo lugar en la mañana del 23 de diciembre de ese año. Acudieron numerosos doctores de nuestra ciudad encabezados por Leonardo Rodrigo Lavín y el decano de la Facultad de Medicina, Celestino Párraga. El enfermo era un albañil natural de San Fernando, Jorge López, de 26 años. El doctor Ramón Cañadas estuvo auxiliado por el doctor Manuel Pinto y por los alumnos Nicanor Sánchez Guerra y José Blanco. El específico fue preparado por los dependientes de la Farmacia Höhr, Vicente Díaz de Liaño y Manuel García Marín, que llevaron los instrumentos hasta el Mora.

El doctor Cañadas puso la inyección y al enfermo, según la detallada crónica de este diario, se le administraron a continuación “unos papelillos y dos tazas de leche”.

Desconocemos el resultado final de esta operación. Pero lo cierto es que el ‘606’ fue un avance importante de la Medicina y un eficaz remedio contra la sífilis durante muchos años. El nombre de ‘606’ pasó al lenguaje popular y hasta se hicieron números musicales de revista para alabar su eficacia. ‘606’ fue sinónimo durante muchos años de eficacia y buen resultado. En 1940 se estrenó la película ‘La bala mágica’ sobre el famoso profesor Ehrlich, interpretado por Edward G. Robinson y que fue propuesto para el Oscar de Hollywood.

En Cádiz un acreditado bar cercano al Hospital de Mora, en la calle Jesús Nazareno con Rosa, llevó hasta hace muy poco tiempo el nombre de ‘El 606”.

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