Además de con la anhelada mejora del tiempo y con las molestas alergias, la primavera se identifica también con la llegada de los impuestos. Primero, del gran impuesto estatal, Hacienda y la generalmente temible declaración de la renta, con sus diversas retenciones y sus enigmáticos tramos, pero también es momento de cumplir con la obligación municipal, con los distintos impuestos locales vinculados a las propiedades personales y a las actividades económicas y profesionales. Esta semana que entra, por ejemplo, acaba el plazo para el impuesto de coches y motos, lo hará el día 15, y desde ese mismo día se podrá abonar el primer plazo del impuesto de los bienes inmuebles, el popular IBI con el que se tributa, por ejemplo, por casas y garajes. El segundo plazo de este impuesto y otros relacionados con la actividad económica y con la ocupación de espacios públicos llegarán en otoño, a partir del 1 de octubre.

Este 2021, además, es un año distinto para el pago de los impuesto, no tanto como ocurrió en 2020, cuando las administraciones públicas, a cuenta del confinamiento, se vieron obligadas a ampliar el plazo de pago. Pero sí estamos en un periodo en el que los aforos están limitados y a las puertas de las entidades bancarias se están haciendo habitual las colas de los clientes que esperan para hacer sus gestiones, lo que puede aumentar con el pago de los impuestos.

Y es que el más urgente, el que debe ser satisfecho en el periodo de marca la ley en su primera cuantía, es el Impuesto de Vehículo de Tracción Mecánica. El plazo de pago voluntario acaba el próximo jueves, día 15. Si, como suele ser recomendable, el ciudadano tiene domiciliado en su banco este impuesto, solo habrá que esperar que se descuente de su cuenta corriente. Incluso, como anunció en su día el Ayuntamiento, el propietario de estos vehículos debe recibir un aviso municipal alertando del próximo pago domiciliado a través de un correo electrónico.

La complicación, en todo caso, llega si este recibo no se tiene domiciliado convenientemente. El Ayuntamiento ya anunció que no enviaría duplicados a los domicilios, como antiguamente se hacía, y que el ciudadano puede pagar el impuesto a través del portal del contribuyente municipal con la correspondiente firma electrónica, a través del móvil y el código QR del recibo o descargarse el impreso a través de internet, imprimirlo y abonar el importe en algunas de las entidades bancarias colaboradoras.

Se trata de una gestión en principio sencilla pero que se complica en estos tiempos de pandémicas restricciones de aforo. Y que también se complica, desde luego, por las numerosas trabas que desde hace años ponen las entidades bancarias para el cobro de estos y otros recibos, con horarios muy limitados para los ciudadanos. Cierto es que a través de los cajeros el trámite es más rápido y sencillo, pero en ocasiones la impresión que se hace de la carta de pago es defectuosa y el código de barras no es bien leído por el cajero, lo que obliga a entrar en la sucursal bancaria porque hacerlo de manera manual en el cajero es, sin duda, una tormentosa tarea.

Por eso la recomendación desde todos los frentes es domiciliar los recibos, de manera que la preocupación se limita, se debe limitar si todo está correcto, a tener el suficiente saldo en la cuenta corriente para hacer frente al pago.