En el año 2015 se realizó por parte de la Demarcación de Costas en Cádiz un plan para actuar en todo el recinto amurallado y poderlas salvar. En aquel documento se preveía una inversión de seis millones de euros que tendría que ejecutarse durante cinco años. Sin embargo, ya tras la primera actuación que se realizó entre el Baluarte de Santa Catalina y el Parador y por Santa Bárbara, ya se pudo ver que la operación iba a ser mucho más costosa.

Anteriormente las actuaciones que se hicieron en toda la arquitectura de defensa que rodea la ciudad eran puros parches, realizados con materiales de desecho que sólo venían a rellenar de manera temporal aquellos sitios que estaban más deteriorados. A ello se le unía que una buena parte está hecha con piedra ostionera, que no se caracteriza precisamente por su fortaleza.

Uno de los problemas que se ha presentado estos últimos años eran los problemas presupuestarios, por lo que han ido haciendo actuaciones de emergencia, como las que tuvieron que realizar en varios puntos debido a los temporales.

Costas estableció tres niveles de prioridades a la hora de ordenar las fases en las que se tiene que rehabilitar todo el recinto amurallado. De todos, el que urge más es el tramo que está situado entre el baluarte de Capuchinos y el de los Mártires, que junto a Santa Catalina y la punta del Bonete, tienen una alta prioridad.

También hay mucho interés por actuar el tramo que va desde el baluarte de San Roque hasta el final de la playa de Santa María, pese a que hace aproximadamente 25 años se hicieron en esa zona unas obras de consolidación.

Hay otros lugares, como por ejemplo la franja comprendida entre el baluarte de Capuchinos y la Catedral, que tiene prioridad media.

Una de las que se va a adelantar es la que se encuentra en el paseo del Vendaval y que. según dijo Costas hace unos meses, se está redactando el proyecto.