Cádiz

La ola dormida

  • Los expertos coinciden en que Cádiz se encuentra en una zona con un mayor nivel de riesgo sísmico y, por lo tanto, de sufrir tsunamis

"Es el terremoto más fuerte que ha afectado a Europa en la historia reciente". José Manuel Martínez Solares, jefe del área de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional, se muestra categórico cuando describe el terremoto de Lisboa de 1755 que se tradujo en un tsunami o maremoto en la capital gaditana en aquel 1 de noviembre de hace 259 años.

Por este hecho no es ninguna casualidad que la primera estación sísmica en España se ubicara en el Real Observatorio de la Armada de San Fernando en 1898, tal y como recuerda el subdirector del mismo, el capitán de navío José Martín Dávila.

Martínez Solares asegura que todos estos fenómenos tienen recurrencia, es decir, suele repetirse en algún momento. ¿Cuándo? Esa es la pregunta del millón.

Los gaditanos José Manuel Calvo y José Antonio Aparicio han puesto en marcha el IERD (Instituto Español para la Reducción de los Desastres), que precisamente se presenta este martes en el Ateneo. Su objetivo, como su propio nombre indica, es que los daños sean minimizados lo máximo posible y para ello es fundamental la prevención y tener un plan de emergencia desarrollado que no existe a nivel nacional pero que está en vías de solución y del que se espera que haya un borrador el próximo año.

"Si algo aprendimos del maremoto del año 1755 es que no se puede huir de la ciudad". Calvo y Aparicio recuerdan que desde que se produce el terremoto hasta que aparece el tsunami prácticamente hay de 50 minutos a una hora, tiempo en el que es imposible evacuar la ciudad. De hecho, en la autovía de Cádiz a San Fernando el efecto de la ola se llevaría por delante a todas las personas y vehículos que la estuvieran atravesando.

"Aun habilitando los cuatro carriles de salida, podrían escapar de la ciudad apenas 5.000 vehículos". Pese a la gravedad que trae consigo un tsunami, estos dos expertos en situaciones de emergencia dan un mensaje de tranquilidad porque al igual que ocurrió en 1755, "Cádiz no va a desaparecer porque se han hecho simulaciones de todo tipo y eso no va a ocurrir. En estos caso lo más importante es salvar la vida y eso se consigue siguiendo una serie de pautas".

La principal es que la evacuación en vez de ser horizontal debe ser vertical, es decir, dependiendo de la cercanía con el mar puede bastar con subir a las segundas o terceras plantas de edificios.

En el maremoto de 1755 en el casco histórico apenas hubo nueve víctimas entre mariscadores y gente del hospicio que salieron a la calle, todos ellos en la zona de La Caleta. A pesar de que era una jornada en la que había mucha gente en la calle, hubo ciudadanos que subieron a los pisos altos de las casas y otros huyeron hacia la zona de la Cárcel Real donde no hubo tantos daños, ya que casi todo se centró en la parte de La Caleta.

Un tsunami provocaría, por ejemplo, que Cádiz se quedara sin agua y sin electricidad y el soterramiento se convertiría en una piscina. Normalmente cuando se produce un fenómeno así, durante al menos 72 horas los barcos no pueden atracar en el puerto por el mar de leva y toda la ayuda que llegara tendría que ser a nivel aéreo.

Mauricio González Rodríguez es director del Instituto de Hidráulica de la Universidad de Cantabria, que generó un mapa de tsunamis en España, cree que en la zona de Cádiz "potencialmente se pueden generar terremotos en el mar de gran magnitud, que generarían olas muy grandes". Según González, si el terremoto fuera de la misma magnitud que el de 1755, el tsunami generaría unas olas de más de diez metros en la costa.

Para este experto, el riesgo también es alto "porque existen expuestos al impacto de tsunamis que afectarían a una gran cantidad de población, infraestructuras y recursos en general".

Sobre esto último tiene una opinión parecida Elisa Buforn, catedrática del departamento de Geofísica en la Universidad Complutense Madrid y que firmó un trabajo llamado Terremotos y fallas donde apuntaba que la zona que va atravesando toda la parte sur y hasta llegar a Alicante es la que cuenta con una mayor peligrosidad sísmica, es decir, la posibilidad de que haya temblores, y de riesgo por el daño que puede causar.

José Martín Dávila, del Real Observatorio de la Armada de San Fernando, explica que las grandes placas continentales se mueven y con ese movimiento chocan y acumulan energía que a veces necesitan liberar. Aquí se da la circunstancia de que convergen las placas tectónicas de Eurasia y la de África de manera que chocan entre sí. Eso provoca deformaciones como son las cordilleras béticas o el Rif pero también acumulan energía. Cuando se rebasa el límite, la libera y una de las formas de hacerlo es por terremotos.

Eso sí, advierte de que la mayoría de los terremotos no se sienten y trata de no alarmar a la población ya que para que se produzca un tsunami" se tienen que dar una serie de condicionantes y, entre ellas, ha de tener magnitudes grandes".

El Real Observatorio de la Armada cuenta con dos redes sísmicas: la primera de ellas es denominada de corto período y que sólo mide la sismicidad local. La otra es denominada de banda ancha y permite estudiar terremotos regionales, desde el Golfo de Cádiz a nivel mundial.

El Observatorio se encuentra ahora mismo colaborando en el proyecto Alertes, donde además están el Instituto Geológico de Cataluña y la Universidad Complutense, con la catedrática Elisa Buforn entre ellos, donde se está creando un sistema de alerta sísmica temprana para la zona.

Lo que se pretende con ello es detectar las primeras ondas sísmicas que no son destructivas, analizarlas muy rápidamente y ser capaces, tal y como explica José Martín Dávila, " de evaluar si las que vienen detrás tienen capacidad destructiva".

Estamos hablando de segundos y ganando tiempo se pueden generar órdenes automáticas que puedan servir por ejemplo para que reduzcan la velocidad los trenes o para que en los hospitales puedan parar las operaciones. Elisa Buforn habla incluso de ganar entre 5 y 60 segundos con ello.

Este sistema está ya en fase de prueba y se encuentra dentro del Plan Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación del Ministerio de Economía y Competitividad y ya hay un prototipo. Este sistema lo tienen pocas zonas del mundo, salvo Japón o California en Estados Unidos.

Desde el IERD saben que a veces se les acusa de alarmistas pero creen que es necesario estar preparados para cualquier contingencia y tener los deberes hechos.

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