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La odisea del 'Grand Voyager' acaba con ocho horas de retraso

Los pasajeros se quejan de la desinformación y de no poder contactar con el exterior

A otros pasajeros no les quedó más que la resignación por la aventura.
Estefanía Escoriza/ Cádiz

19 de julio 2011 - 01:00

Los pasajeros del buque de Iberocruceros Grand Voyager desembarcaron anoche en el puerto de Cádiz a las 23:00 horas, teniendo previsto hacerlo a las 15:00 horas del mismo día. El retaso de ocho horas se debió a una avería inesperada que, según Sofía Amar, directora de Marketing y Comunicación de Iberocruceros, "no tenía relación con ninguno de los motores del barco".

Por su parte, los viajeros reconocen que "el barco tenía un problema técnico lo suficientemente grave como para que no fuera a la velocidad que debe ir". Además, la información por parte de los representantes de la empresa a bordo "ha sido una información contada de una forma muy oscura, intentando tapar la dificultad", asegura uno de los turistas. "Al contemplar mediante el GPS del barco que durante la noche apenas avanzaba, llamamos a recepción para preguntar sobre la hora de llegada, ya que veíamos prácticamente imposible llegar a las 15:00 horas, pero no quisieron darnos ningún tipo de información y aseguraban que llegaríamos a la hora prevista", añade.

En la mañana de ayer, sobre las 12:00 horas, los pasajeros recibían un comunicado que no presentaba su fecha de emisión, mediante el cual se les informaba del retaso previamente descrito. Ante este hecho, el director general adjunto de Iberocruceros, Luis Grau, se hizo responsable una vez que los turistas hubieran desembarcado para quienes quisieran presentar algún tipo de reclamación. Sin embargo, los pasajeros se mostraban insatisfechos con esta medida, ya que habían tenido que reorganizar parte de su viaje desde el desconocimiento de lo que iba a pasar realmente.

Esta travesía ha planteado dificultades desde su partida, ya que lo hizo con una hora de retraso y posteriormente, una vez embarcados los pasajeros, comunicaron que habían cambiado el destino desapareciendo Funchal (Madeira) del itinerario previsto. Tras esto, a los turistas se les imponen "Tánger y Portimao, con la excusa de que la gente había protestado por el mareo que suponía el trayecto y preferían hacer ese viaje más tranquilo. Sin embargo, más adelante nos enteramos a través de la prensa de que el barco iba con dos motores averiados", explica Antonio Gassin, uno de los pasajeros.

El grupo manifestaba de forma uniforme un gran descontento al desembarcar, ya que algunos habían perdido vuelos u otro tipo de transporte hacia sus ciudades de origen. La protesta tenía como punto de origen la desinformación absoluta por parte de la empresa y el desentendimiento de la misma por el alojamiento o desplazamiento de los pasajeros afectados.

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