Raynold Pierre-Louis. Empresario

"La noche en Cádiz ha muerto y no es culpa de los empresarios"

  • El conocido como 'Negro de Las Pérgolas' es un referente en el ocio nocturno de la ciudad que ahora regenta uno de los chiringuitos de la playa Victoria.

SU acento delata que no es gaditano autóctono, pero 'bastinazo' lo dice como si hubiera nacido en el hospital de Mora. Es una voz autorizada en la noche gaditana, con sus encantos y sus secretos. Ahora regenta el chiringuito Malibú en la playa Victoria y el pub Mandala en la calle Muñoz Arenillas. Estuvo también en míticos bares de la noche gaditana como Metropol y Arrecife, pero el pub Las Pérgolas, en el Paseo Marítimo, le catapultó a la categoría de mito de la marcha en la ciudad en un local que fue un referente durante más de una década. El 'Negro de Las Pérgolas' cuenta sus vivencias como empresario hostelero.

-¿Le molesta que le llamen 'El Negro de Las Pérgolas'?

-No, al revés. Si es un hecho (risas). No tengo complejos. Cuando en Cádiz dicen "el negro", se sabe que soy yo. Hay más negros, pero yo tengo el artículo determinado delante. No soy 'un' negro, soy 'el' negro.

-¿Cómo llega a este establecimiento?

-Las Pérgolas era de Pepe el del Cantábrico. Se fijó en mí al ver que tenía buenas relaciones. Empecé de relaciones públicas en el año 90 y al mes era ya el encargado. Luego Pepe me lo arrendó y yo cogí esto cuando se abrió la punta de San Felipe y otras zonas de ocio. Y nos quedamos en medio, solos. Pero cogí el negocio. Empecé sin saber nada de hostelería ni de gestión. Hace como once años que ya me fui.

-La noche, la marcha, los secretos, los vicios... Habrá visto usted de todo.

-No se puede ni imaginar. Creo que podría dejar de trabajar publicando mis memorias. Es broma, pero sí que he visto mucho.

-¿A gente importante haciendo cosas indecentes?

-Sí, claro. La gente dice que la noche es mala, pero es lo mejor que hay. Conoces a las personas. De día, la gente guarda la compostura. De noche, con tres copas, la verdadera personalidad da la cara. Uno habla más de la cuenta y sabe quién es satirón y quién no. Todo se irá conmigo a la tumba. Los que me conocen valoran eso de mí.

-Sin dar nombres, ¿podría contar algo sabroso?

-En Las Pérgolas, después de una cena de Navidad, a un político de alto nivel le dio un calentón y a las siete de la mañana acabó chingando en la playa con una tía. De eso hace muchos años, ¿eh?

-También se cuentan leyendas de futbolistas del Cádiz.

-Mire, se cuentan más cosas de las que de verdad ocurrían. Los jugadores venían los domingos tras los partidos con sus novias, a tomarse la copita. Se habla de ciertos jugadores, de aquí de Cádiz, pero no era para tanto. Es verdad que cuando salían, se les arrimaban muchas pibas. Y eso era bueno para el negocio.

-¿'Mágico' González era tan buen cliente?

-Mágico era como un niño chico. Cogía un limón y se ponía a hacer voladitas. Una noche llegó a buscarle David Vidal. En la cabina que teníamos había un hueco donde esconderse, minúsculo, en el que se metió cuando le avisaron de que estaba allí el entrenador. Vidal miraba para todas partes y no lo encontró. El 'Mago' no era tan fiero como lo pintaban. Era un tipo muy peculiar, sin afán de protagonismo, muy sencillo. Yo le monté una peña en Isecotel. Teníamos muy buena relación.

-Julio de 2001. Tres individuos intentan prender fuego a Las Pérgolas. Pudo acabar en tragedia. ¿Cómo fue aquello?

-Si le digo la verdad, muchos clientes ni se enteraron. Les decíamos que desalojaran, y nada. Querían acabar la copa. El portero del local impidió la entrada a un menor. Tuvieron un altercado. Le cerró la puerta y regresó a meterle fuego con gasolina. Se apagó en el acto. Y algunos clientes salieron para mirar. No fue para tanto. Y por eso comenzó el Ayuntamiento a machacarme.

-¿Por qué?

-Aprovecharon para decir que si no cumplía los horarios, que esto, que lo otro. El Ayuntamiento no dijo ni pío del tema humano, y pudo haber una desgracia. Pero no hubo palabras de cariño desde el Ayuntamiento. Dejaron entrever que era como un ajuste de cuentas. Era un menor enfadado. De hecho, cuando le dieron la libertad condicional vino a pedirme disculpas. Pepe Joly me llamó para sugerirme que hablara en el Diario y me explicara. Y fue un 'boom'. La gente me paraba por la calle para apoyarme.

--Usted declaró en el Diario por entonces que le habían amenazado con anterioridad.

-No tengo pruebas de que las amenazas y el fuego estuviesen relacionados. Pero me advirtieron. Hubo algo de envidias y celos profesionales. Antes de ocurrir me lo dijeron algunos amigos policías.

--Dicen que la noche de Cádiz ya no existe.

-No existe. Todos tenemos que poner de nuestra parte, aunque se comprende que todo el mundo tiene derecho al descanso. La hostelería puede aportar una buena inyección económica a la ciudad, pero deben dejarnos respirar un poco. La noche en Cádiz la han matado y no es culpa de los empresarios. Ni de la crisis, porque la misma crisis hay en Conil, ¿no?

-¿Es culpa de los horarios de cierre?

-No estoy pidiendo permisividad, pero o convertimos Cádiz en una ciudad dormitorio o la hacemos turística. Hay que aclararse. Tenemos una playa que es diez veces mejor que la mayoría. Es trabajo de los políticos, que se echan el muerto los unos a los otros. La normativa es la misma para todos los municipios, pero en otros sitios son más permisivos que en Cádiz. Aquí parece que un empresario de la noche es un delincuente, y lo que hacemos es crear empleo. Con menos horas de apertura, menos plantilla. ¿Cómo se le puede decir a una familia que está de vacaciones que se tienen que ir a las dos de la mañana entre semana y a las tres en fines de semana? Si regresan tarde de la playa y cenan tarde, como es habitual en estas fechas, dígame qué tiempo les queda para disfrutar de una noche en la calle. Supongo que son cosas que se irán corrigiendo.

-Están los hosteleros intentando alargar la temporada de los chiringuitos. Ya no sólo es un local de verano.

-La inversión es muy grande y hay que recuperarla. Es más económico tenerlo mucho tiempo que montar y desmontar, que mal contados son 30.000 euros. Y guardar los enseres también supone un coste. Se creen que un chiringuito da mucho dinero, pero no es verdad. La situación económica impide poner precios más altos. Es mejor mucho de poco, que poco de mucho. Legalmente tenemos nueve meses. No me importaría tenerlo todo el año.

-¿La Ley Antibotellón con su prohibición de beber en la calle ha beneficiado a los locales nocturnos?

-No. No es que yo sea partidario del botellón, pero eso movía mucho. Los taxistas tenían colas en los taxis. Los bares estaban llenos en invierno y había botellón. Los jóvenes hacían botellón y luego se iban a las discotecas. Se han perdido puestos de trabajo. Es cierto que había ruido, pero a la hostelería le vino mal. La zona habilitada para el botellón, en la Punta de San Felipe, no ha tenido éxito. Porque a los jóvenes les gusta lo prohibido.

-Ya no 'trabaja' la noche. ¿El chiringuito cansa menos?

-Hombre, sí cansa. Pero ya no estoy para trasnochar como antes. Estoy muy ilusionado con este negocio porque es otro enfoque de la hostelería. Aquí viene toda la familia: el padre, la madre, los niños, los abuelos... Tengo buena clientela y mis amigos de siempre. Y, ojo, dicen que el arroz del Malibú está muy bueno.

-¿Cómo vivió el terremoto de su Haití natal en 2010?, ¿cómo ve su país cinco años después de la tragedia?

-Aquello fue muy duro. A mi madre, afortunadamente, no le afectó. El problema de Haití, parece que en vías de solución, es la política. Ha habido mucha dictadura. Ahora parece que la cosa no está tan mal como estaba antes. Un poco mejor. Están intentando potenciar el turismo, pero eso solamente se puede conseguir con estabilidad política. El país se está reconstruyendo poco a poco. Pero si hay estabilidad, le aseguro que en diez años puede ser una potencia en materia de turismo.

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