La multiusos de Cádiz se queda sin espacio

Movilidad urbana/ La plaza de las Flores

La plaza de las Flores se ha quedado pequeña e incómoda ante tantos paseantes, terrazas, comercios y tenderetes junto un viario en mal estado

Paseantes por la plaza de las Flores.
Paseantes por la plaza de las Flores. / Lourdes De Vicente

Luisita. Basta decir su nombre y saber que estamos hablando de uno de los emblemas del comercio de la ciudad y, sobre todo, de su florista más conocida.

Está sentada en su puesto de la plaza de las Flores, de charla con una hermana y una amiga, mientras atiende al público. Lleva en esta plaza toda la vida. Primero trabajando con su madre en el vecino mercado de abastos, "vendiendo de todo, desde zapatos hasta castañas", después tirando ella del negocio de las flores.

Ha visto pasar tres diseños diferentes de los puestos hasta llegar a los que se levantaron, no sin polémica, en la etapa de gobierno de Carlos Díaz, aunque ella tiene el puesto desde los tiempos de Jerónimo Almagro, hace casi medio siglo ya.

Así que Luisita ha visto pasar mucho por la plaza de las Flores. Hoy, cuando llegan los cruceros de turistas, cada vez más abundantes una vez alcanzada una relativa normalidad tras la pandemia "que ha dañado mucho a nuestros negocios", la plaza se llena de gente hasta el punto de ser complicado pasear por ella, toda una contradicción cuando Cádiz busca alcanzar la sostenibilidad en cuando al uso de sus calles y plazas.

La plaza sin el edificio de Correos y con el parque Guerra Jiménez al fondo.
La plaza sin el edificio de Correos y con el parque Guerra Jiménez al fondo. / D.C.

No ayuda para nada la configuración urbanística de esta plaza. Estrecha en su lado más amplio, frente al edificio de Correos, y extremadamente estrecha cuando se une a la calle Compañía, otra arteria ya de por si de reducidas dimensiones.

Y encima la plaza se ha convertido en otro ‘kilómetro 0’ de la ciudad.

Aquí confluyen quienes vienen de San Juan de Dios y Catedral a través de Compañía y quienes acceden por Columela, camino del mercado de abastos y de otras vías de la zona comercial del casco antiguo. Una Puerta del Sol, un Piccadilly Circus, en versión gaditana.

Así, en un espacio reducido y de complicada estructura, confluyen cada día un elevado número de paseantes; quienes acuden a los numerosos locales comerciales que pueblan la plaza: todos abiertos pues es una zona potente en cuanto a ventas; los tenderetes que ocupan parte del espacio público, especialmente frente a la fachada principal del edificio de Correos y en la entrada por Compañía; así como las terrazas de los bares y restaurantes: Las Flores, El Cafetín, La Marea, el Bar Andalucía y la Cocina Secreta, todas con mesas en el exterior aunque escasas en número por el espacio limitado que tienen, salvo La Marea, que tiene algo de desahogo en el frente que da al mercado central.

La presencia de tenderetes es criticada por algunos comerciantes. Desde la histórica papelería Ferreiro, que con 75 años es una de las tiendas más antiguas de la zona, se lamenta la nula atención a sus críticas desde el Ayuntamiento. "Venimos denunciando nosotros, y otros comerciantes, la presencia de un tenderete que vende productos para turistas. Lo trasladaron aquí cuando empezaron las obras del mercado de abastos. Iba a ser provisional y aún sigue, haciéndonos la competencia desleal y afeando, además, la entrada a la plaza".

De forma puntual se sitúan en la conexión entre Compañía y Las Flores grupos de manteros, "el problema es que por aquí no pasa ni un guardia", se lamenta desde el comercio.

A todo ello se le une el cada vez peor estado del firme de la plaza. Esta sufrió una reforma integral hace más de veinte años, por lo que cada vez es más patente la necesidad de realizar una obra integral en todo el recinto, más allá de los parcheos que se realizan de forma muy puntual. "Hacen obras a cachitos que no sirven de nada", critica uno de los comerciantes de la plaza.

Junto a ello los siete puestos que ocupan los floristas rompen en dos, o tres, la estrecha plaza, dificultando el paso de los peatones en determinadas horas de la jornada. Hoy hay varios sin uso, llenos de material, aunque Luisita aclara que "es por la pandemi"”, que ha dañado mucho a este negocio porque los turistas simplemente miran y no compran nada, ahora que han vuelto a Cádiz.

Ahora se cumplen 25 años desde que se aprobó la concesión de estos puntos de venta. La mitad de los 50 años de la misma, un periodo de tiempo nada habitual en las concesiones administrativas que saca adelante cada año el Ayuntamiento.

La concejala de Comercio, Monte Mures, tiene previsto reunirse con este colectivo para hacer balance de este cuarto de siglo y escuchar sus reclamaciones. Ayer, a este diario, Luisita ya lanzaba una: que cuando los puestos estaban en el centro de la plaza el negocio era más efectivo.

Hoy, suponen una ruptura en el normal discurrir del paso peatonal, en contradicción con la apuesta municipal por mejorar la movilidad urbana. Es por ello por lo que, metidos de lleno en este proceso de nuevo modelo urbano, la plaza necesita una pensada en profundidad de cara a su remodelación.

Cuando el edificio de Correos dejó a la plaza sin balcón

La desamortización de Mendizabal (1836-1837) no afectó al convento de los Franciscanos Descalzos pero sí la ola revolucionaría de 1868, que se llevó por delante a una orden con escasos afectos en la ciudad. El edificio y la huerta, además, hacían de peculiar muro en el desarrollo y conexión de la ciudad, rompiendo el paso normal que debía discurrir desde la hoy plaza de las Flores hacia los barrios más populares de Cádiz. El derribo permitió en parte la construcción de un pequeño parque, denominado alcalde Guerra Jiménez, que ya a principios del siglo XX acabó siendo sustituido por el cine Terraza, el Teatro Andalucía y el gran edificio de la sede de Correos y Telégrafos. Este último inmueble eliminó el único espacio de respiro de la plaza, tan pequeña y ya entonces tan utilizada por los gaditanos y visitantes. Y así sigue.

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