Los millones de los gaditanos que se han tirado a la basura
Las administraciones, y también la iniciativa privada, acumulan proyectos que acabaron olvidados tras realizar importantes inversiones en su redacción, maquetas incluidas
Las administraciones públicas tienden a derrochar dinero en Cádiz. No es una ironía, ni tampoco hablamos de una realidad paralela. En una ciudad donde quedan por ejecutar tantos proyectos públicos y donde hay otros tantos abandonados en los cajones de los despachos, se acumulan también actuaciones en las que las instituciones promotoras sí han gastado un buen dinero, aunque no haya servido para nada.
Porque las promesas incumplidas de unos y otros a los planes anunciados como revulsivos para la ciudad, fueron acompañadas en su día por el correspondiente encargo a los arquitectos que, diligentes, elaboran el proyecto correspondiente y, después, lógicamente cobraron por el trabajo realizado.
Desde el Palacio de Congresos en el Campo de las Balas a la Ciudad de la Justicia, pasando por la reordenación de las fachadas en la (entonces) avenida de Juan Carlos I, los museos del Carnaval en la Viña y en el Mercado, la estación de autobuses o el proyecto siempre presente en nuestro recuerdo del Hospital Regional. Por todo ellos se abonaron la redacción de los proyectos, aunque nunca se ejecutasen, como ha pasado ahora con el proyecto de los arquitectos Antonio Ortiz y Antonio Cruz para la Subdelegación del Gobierno.
No hay una cifra global de todo el dinero que los gaditanos han puesto, vía impuesto, para el pago de estos honorarios. Ninguna de las administraciones implicadas, desde el Ayuntamiento al Estado pasando por la Junta, han respondido a la petición de estos costes cuando a lo largo de estos años se les ha reclamado.
Sólo cabe recordar que Navarro Baldeweg, el autor del proyecto del Palacio de Congresos, exigió al Ayuntamiento unos 100 millones de pesetas de hace treinta años, por el trabajo realizado, y fallido.
Por si fuera poco, nada de todo lo que se ha proyectado y abonado se ha podido aprovechar en el tiempo, con lo que en cierta forma se habría limitado el coste para el correspondiente erario público.
Hay actuaciones que, incluso, se han diseñado hasta en tres ocasiones hasta lograr finalmente su ejecución. Así ha pasado con el Museo del Carnaval.
Si obviamos el Museo del Comparsista que a principios de los años 70 del pasado siglo se habilitó en el torreón de la Puerta de Tierra, éste es un equipamiento tan esencial para una ciudad que vive durante buena parte del año y del que Cádiz adolece. En 2006 Rafael Gilés ganó el concurso para levantar el Museo en el corazón del barrio de La Viña, que quedaría descartado y trasladado al pequeño solar del viejo Cine Terraza, con un diseño municipal, aunque no por ello gratis. Finalmente, ha acabado por ubicarse en el Palacio de Recaño.
La Ciudad de la Justicia ha tenido también dos proyectos (o mejor, uno y medio) antes del que parece definitivo. El original se levantó con un coste de 70 millones de euros en el solar de San Severiano; después se hizo borrón y cuenta nueva con el traslado a los Depósitos de Tabacos, con un diseño que se ha modificado parcialmente para el que ahora la Junta, dice, va a ejecutar.
En el aire quedó, en estos mismos terrenos, la nueva sede de la Facultad de Medicina.nueva sede de la Facultad de Medicina La maqueta fue obra de la oficina técnica de la UCA, que gastó tiempo y dinero en su redacción. Ahora, la Universidad invierte unos cuantos millones en reformar la vieja sede de la plaza de Fragela.
También nada tiene que ver la realidad con lo que en su día se soñó para la estación de autobuses interurbanos de Cádiz, la única capital andaluza que adolecía de este equipamiento. Rafael Lucas ganó el concurso, con un proyecto de 150 metros de longitud y capacidad para 16 vehículos. Iba a costar 6,5 millones de euros... antes de los recortes inversores de la Junta. Al final se gastaron apenas 1,5 millones en una terminal que es poco más que un gran andén.
El Palacio de Congresos de Navarro Baldeweg no se ejecutó porque el proyecto se disparó de los costes. Sin duda la ciudad ganó, no por dejar de tener una obra de los grandes arquitectos españoles, sino porque la rehabilitación de la Fábrica de Tabacos para este equipamiento ha sido una de las obras más acertadas de las ejecutadas en la ciudad en décadas.
En estos años han quedado también en los archivos de las administraciones, en este caso en la local, proyectos pagados a estudios privados de arquitectos que finalmente no han servido para nada. El más significativo fue el proyecto que se convocó para el adecentamiento de las fachadas que daban a la nueva avenida de Juan Carlos I, que durante años fueron la trasera de la vía del tren. Nada de lo propuesto en el equipo ganador, que lógicamente cobró por ello, salió adelante.
Igualmente fallidos fueron los concursos de ideas organizados para urbanizar el antiguo cuartel de Varela y la Telegrafía sin Hilos. Quienes ganaron, al menos en el primero de los casos, un particular, se llevaron la cantidad asignada por la organización, que después ignoró los planes.
La tercera fase de la ampliación del Museo de Cádiz sigue sin ejecutarse. ¿Cambiará cuando se haga? La remodelación del baluarte de la Candelaria no sirvió para el plan previsto: un Museo del Mar. Como tampoco salió adelante la rehabilitación pública del convento de Santa Mar.
El mayor proyecto, el mayor fracaso
De todos los equipamientos que han contado con proyectos arquitectónicos pero que no se han ejecutado en las últimas décadas, el que ha supuesto una mayor inversión ha sido el del Hospital Regional de Cádiz, planteado hace cerca de dos décadas en el solar de CASA. Si nos atenemos a la inversión prevista entonces, unos 300 millones de euros, el coste de la contratación del estudio de arquitectura que se encargó de su diseño y del estudio de las necesidades sanitarias debió ser muy elevado, aunque nunca se ha informado de lo pagado por la administración. Ahora que la Junta afirma que se ha reactivado este equipamiento, ya se deja claro que lo realizado en su día no va a servir de nada. Diseño tirado pues las necesidades y los medios sanitarios de 2006 son muy diferentes a las actuales.
La iniciativa privada también ha desaprovechado algunas actuaciones. Es el caso del proyecto de Rafael Moneo para la transformación de Valcárcel en un hotel de lujo, que como bien se sabe nunca salió adelante.
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