La máquina para hacer clavos

Una imagen y mil palabras

La defensa Ilustrada de las nuevas tecnologías e ideas del siglo XVIII

Juan López de Peñalver. Descripción de las máquinas de más general utilidad que hay en el Real Gabinete estableciéndose en el Buen Retiro. Madrid 1798 BDH
Hilda Martín

Cádiz, 27 de octubre 2025 - 06:00

La imagen puede ser más poderosa que un texto. Fomenta el deseo de saber y despierta sentidos. Imágenes que son la huella de nuestra historia y que deberíamos conocer.

SIN lugar a dudas uno de los mecanismos que pone en marcha la máquina del conocimiento en cuestiones de ingeniería, es la guerra. De igual manera que el campo de batalla es el lugar más apropiado para la investigación y los avances en la cirugía, la guerra, abre la necesidad de contar con nuevos artilugios e instrumentos que aumenten el poder destructivo, o que simplemente facilite la vida diaria, la vida en tiempos de guerra.

Algunos de los avances más importantes en el tema de la ingeniería de fortificaciones, se dieron por tanto durante la guerra de ocupación contra los franceses, construyendo baluartes, caminos, puentes y galerías que permitieran soportar el asedio y aumentar las defensas. Del mismo modo, se necesitaban navíos cada vez más veloces y capaces, y su construcción debía ser más eficiente y rápida. Pero para perfeccionar las defensas antes mencionadas era necesario, un instrumental que permitiera una mayor rapidez en la construcción de las mismas, un mayor aprovechamiento de los espacios y lugares donde iban a ubicarse y una mejoría en la técnica de las armas defensivas que se pondrían en dichos baluartes. Tanto en las fortificaciones como en la construcción de navíos e ingeniería

hidráulica. Muchas de estos inventos proceden de aportaciones a los programas y premios que planteaban las distintas Sociedades Económicas del País, como impulsora de la ciencia y la cultura.

A modo de ejemplo del extenso número de artificios, aparatos y maquinarias que nacieron durante el siglo XVIII, fruto de los avances propiciados por las mentes ilustradas, describiremos uno de ellos, cuyo uso y fabricación tuvo lugar en la provincia gaditana, dando cuenta de ello el Diario Mercantil.

Una de las primeras descripciones de esta máquina aparece en el libro de Juan López de Peñalver, Descripción de las máquinas de mayor utilidad que hay en el Real Gabinete del Buen Retiro en 1798. Este autor, en su propósito de defender su uso pone énfasis en las noticias que le llegan del Director Jefe de Ingenieros, Director de la Real Armada, Don Tomás Muñoz, que da buena cuenta de cómo desde 1786 a raíz de la puesta en marcha del Arsenal de Puerto Real, se usa esta máquina para la construcción de barcos.

La Máquina que, partiendo de una plancha de hierro, iba cortando clavos, no servía para hacer todo tipo de clavos, sino solamente una especie de ellos los que tenía cabeza redonda. Su finalidad era conseguir más rapidez en este proceso, a la vez que abaratar el coste del producto.

López de Peñalver como ilustrado que fomenta la investigación y las nuevas tecnologías, hace una exposición de argumentos contra los llamados artistas, que se oponen a este tipo de clavos.

Haciendo una crítica un tanto feroz, a todos los que están en contra del progreso, poniendo por delante su propio enriquecimiento. El carpintero, llamado así mismo artista, prefiere seguir con los clavos tradicionales porque de esta manera, y según Peñalver, le permite encarecer el producto y alargar la producción lo que finalmente le hará ganar más dinero. De esta forma, muchas de estas nuevas máquinas fueron ridiculizadas y despreciadas.

Los clavos comunes hacían el efecto de una cuña de forma que no puedan llegar a rajar la madera. Para que pudiera sujetar bien las partes a unir, debían darle cierto grosor en el cuello con respecto al largo. Los clavos nuevos, procedentes de la máquina que funcionaba en Puerto Real, permitían penetrar en la madera sin rajarla. Además, asegurarla a la otra madera con facilidad necesitando un menor número de clavos ya que al tener una punta más ancha el rozamiento era mayor en la superficie y el agarre mejor.

La construcción de la maquina era muy sencilla con láminas finas de hierro, que eran traídas sin problema desde Vizcaya. El funcionamiento de la maquina consistía en mover el brazo del volante, de forma que bajar el husillo y roza la pieza de hierro, donde se coloca una plancha de hierro con el mismo largo de los clavos que quieren hacerse. Entonces, la plancha se corta y salta el clavo. El primero que se corta es una punta sin cabeza, quedando la cabeza de otro clavo que es lo que habría quedado sin cortar en el tope. Una vez hecho esto, se le da la vuelta a la plancha, poniendo a la derecha lo que estaba a la izquierda, se corta el clavo y queda a la izquierda la cabeza para el siguiente, y así sucesivamente. Hay un conducto que sirve para que los clavos caigan según se corte y la pieza ultima, evita que los clavos salten al cortarlos.

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