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Cádiz

El imparable ascenso a Babel

First Certificate, TOEFL, DELF, A2, B1,... Una terminología de acrónimos se asienta en el sistema educativo. Un nuevo analfabetismo calificará a las generaciones venideras en función de que dominen o no idiomas. En 2008 una gran crisis abrió la puerta a requerimientos formativos que categorizan a los trabajadores por contextos, habilidades y lenguas manejadas. En 2011, ‘el efecto Merkel’ con su demanda de trabajadores cualificados del sur de Europa fue un importante aviso, el depertar de una conciencia hasta entonces no generalizada. Así el bilingüismo, la proliferación de centros específicos, la asunción lingüística en los nuevos planes de estudio y, fundamentalmente, su marchamo de garantía para encarar el futuro en un aciago panorama hacen que hoy seamos más conscientes de la importancia de saber. A nivel local nos acercamos al presente del sector.

Apuntes locales

 

¿Por qué quieres aprender inglés? He aquí el origen para testar las motivaciones de los alumnos que deciden matricularse en los diferentes centros que ofertan la lengua por excelencia. “El  80 por ciento viene por una razón: ‘To find a job’ (encontrar un trabajo)”. Lo asegura Amalia González, directora de la Academia Minerva, situada en la Avenida Ana de Viya de la capital gaditana, y que abrió sus puertas precisamente en el annus horribilis del comienzo de la crisis. Para la docente, adquirir competencias en una nueva lengua supone un vehículo vital “para comunicarte con otras culturas”. Hasta aquí lo obvio porque conlleva más. “Reniego de los cursos intensivos -asegura-. Cuando alguien pretende pasar en un mismo curso del nivel B1 al B2 le explico diplomáticamente que aprender un idioma requiere tiempo y esfuerzo, no se hace en tres meses”. La responsable de Minerva concreta además que no solo se trata de vocabulario o gramática. “Es introducir al alumno en la cultura de ese país y diferenciarla de la nuestra, la pasión española frente a la flema británica, el clima,... Eso se nota en el lenguaje”. Aquí los españoles salimos perdiendo. “Aprender inglés es difícil porque ni siquiera te llega por televisión. Un Gobierno que pretende que la gente lo hable debería poner herramientas para su acceso”, explica. 

 

En este largo proceso también anda metido Michaël Pérez, gaditano de Nimes, que hace apenas un mes abrió su propio negocio, La Casa del Francés, con vistas a expandirse. Se dedica a la enseñanza con profesorado nativo y salta la barrera que imponen los centros de estudios hacia el conocimiento no solo del idioma, sino de las características de la cultura ajena. “Prefiero nativos, aunque hay profesores españoles con una  pronunciación mejor que la mía (bromea)”. 

Para lograrlo, Pérez ofrece un punto de vista dinámico. “Había poca competencia local y yo tenía la intención de dar la posibilidad a los alumnos de dedicarse solo a la lengua francesa, con actividades extracurriculares (proyecciones, karaoke, teatro...) de carácter lingüístico y cultural. La gente me dice que le cuesta más aprender francés que otros idiomas. Quiero aumentar esas ganas de hacerlo, sobre todo ahora que ha vuelto a impartirse en la enseñanza infantil en algunos centros bilingües y la universidad”, dice.

 

La Academia Minerva apunta una tendencia. “La crisis ha propiciado que los matriculados sean ahora más adultos frente a la gran cantidad de niños cuando abrimos. Una de las causas fue la aparición del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas; me gusta porque organiza el aprendizaje por conocimiento. Antes era una nebulosa”.

 

Según Pedro Pascual, director de la Escuela Oficial de Idiomas de Cádiz, la razón de este boom es clara: “la crisis ha provocado una concienciación mayor sobre la necesidad de aprender idiomas extranjeros. Se está generalizando la idea de que el bilingüismo en temprana edad es muy beneficioso; la población conoce mejor la utilidad del aprendizaje de idiomas”. 

Pascual admite que “inglés y alemán son los dos idiomas que la población ve como más necesarios para cuestiones laborales. Francés e italiano, por otro lado, se asocian con el nivel cultural. La necesidad de hablar al menos un idioma extranjero está suficientemente asentada en la sociedad y cada vez se es más consciente de que para viajar fuera es necesario desenvolverse en el idioma nativo. Recomiendo buscar la lengua en la que nos encontremos más cómodos, no empeñarnos en estudiarla por su ‘practicidad’, ya que puede no ir en absoluto con nuestra personalidad. El también profesor comenta que “en la EOI tenemos las limitaciones que la normativa impone: el centro no puede aumentar grupos a deseo, sino que deben estar autorizados por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. No poseemos la capacidad de contratar al profesorado; podemos solicitar todo lo que consideremos bueno pero no decidimos esos temas. 

 

Francisco Herrera, director de Clic Cádiz, considera que estamos viviendo una edad de oro en España, “más apegada a las necesidades profesionales, dentro de una metodología comunicativa y con más calidad y cantidad”. Herrera afirma que sigue creciendo, con los datos de su centro en la mano, la marca Clic pero no las cifras globales en la enseñanza de idiomas. Como causa remite a que “la gente piensa que ya estamos saliendo de la crisis y que no existe urgencia por aprender”. 

 

En opinión de Antonio García Morilla, director del Centro Superior de Lenguas Modernas, los matriculados “van buscando un requisito académico, como obligación para los alumnos de grado y másteres donde piden acreditación de nivel. Y también para los Erasmus”. Al respecto, afirma también que “la enseñanza de español ha crecido extraordinariamente. Todos los Erasmus hacen programas específicos, el español es la segunda lengua en número de hablantes nativos”. 

 

El director del CSLM cree que la enseñanza de idiomas no progresa adecuadamente ya que no se ofrecen las condiciones idóneas y, más específicamente, debido a la “inhibición natural, ese miedo a hablar en otra lengua”, tan común en España. Como idioma del futuro dirige su mirada al español, duda del chino por su dificultad y remarca el potencial de alemán, francés e italiano.  

 

Un incierto horizonte

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