Historia | La ciudad que siempre miró al mar

La imagen, excepcional, de la extraordinaria regata de Cádiz de 1869

  • El Club de Regatas de la Provincia organizó unos meses después de la insurrección de la ‘Gloriosa’ varias competiciones en aguas de la Bahía

Grabado xilográfico de la Regata. ‘El Museo Universal’. Madrid, 1869.

Grabado xilográfico de la Regata. ‘El Museo Universal’. Madrid, 1869.

Lo primero que debo exponer, como conclusión de llegada, es que el primer Club de Regatas de España se constituyó en Cádiz, y además ese Club, el 25 de abril de 1869, organizó en aguas de la bahía unas regatas que, si no fueron las primeras de España, seguramente sí lo fueron en el sentido moderno y deportivo tal como hoy las conocemos y como ya se celebraban en otros países europeos. Unas regatas de las que además, afortunada y excepcionalmente (dada la dificultad técnica que aún existía para registrar en imágenes acontecimientos de la actualidad), existe una documental, preciosa y coloreada imagen litográfica.

La primera noticia sobre este asunto apareció en el periódico La Esperanza del 9 de junio de 1868, informando de que las autoridades de Marina, accediendo a los deseos de varios jóvenes de las primeras familias de Cádiz, Jerez, el Puerto, Huelva y Gibraltar, se habían brindado a facilitar los barcos a propósito para llevar a cabo la regata de remo y vela que se programaba con motivo de la Velada de la Ángeles. Mientras, el Ayuntamiento preparaba las medallas para los aficionados y los premios en metálico para la gente de mar (segunda modalidad que ya se venía celebrando en ciudades del Cantábrico desde hacía años, con remeros profesionales del mundo de la marina y la pesca, para entretenimiento de la burguesía pero sin su participación).

En este ambiente de preparación de la regata, a modo de anticipo, el 2 de agosto se celebró una regata de remeros en el río Sancti Petri, en la que participaron tres canoas y a la que asistió numeroso público. Los ganadores fueron los remeros de la embarcación Mira, seguidos por la tripulación de Las tres estrellas (ambas plagadas de apellidos extranjeros de importantes familias residentes en la provincia), siendo Álava la tercera, con una tripulación compuesta por oficiales y contadores de la armada. El Ayuntamiento de San Fernando otorgó medallas de oro a los ganadores y el Casino de la ciudad las de plata a los segundos.

Pero la Velada de los Ángeles pasó sin las novedades náuticas anunciadas, aunque El Comercio del 30 de agosto de 1868 informó de que el Club de Regatas de la Provincia de Cádiz, que se había formado en la ciudad y que había empezado como un mero pasatiempo, ya iba tomando vida, enviándose una circular a un gran número de personas distinguidas de Cádiz, Jerez y demás poblaciones importantes de la provincia, invitándolas a inscribirse en el Club. Consecuencia de todo lo cual fue la aprobación de su Reglamento el 1 de octubre de 1868, por los 78 socios con los que ya contaba la entidad, y el nombramiento del heroico almirante Juan Bautista Topete como presidente. Su primer artículo decía que “el objeto de esta entidad es estimular en la juventud la afición a las operaciones de mar y desarrollar las facultades físicas con ejercicios saludables”.

Pero no podemos continuar sin recordar (por lo que resulta de sorprendente) el dónde y cuándo se estaban organizando y celebrando estas pruebas, claramente burguesas y deportivas: En la bahía de Cádiz donde estaba fondeada una gran escuadra de la Real Marina Española, bajo el mando del almirante Topete, que el 17 de septiembre de 1868, dando voz a la conjura de numerosos jefes y oficiales del ejército, lanzó un manifiesto revolucionario que supuso el triunfal comienzo en España de la llamada revolución ‘Gloriosa’. Levantamiento inicialmente militar que terminó expandiéndose por el conjunto social y por todo el país, acabando con el Gobierno y obligando a exiliarse a la reina Isabel II. Aunque lo que se inició siendo un alzamiento pacífico, por las discrepancias entre los partidos políticos terminó con insurrecciones contra el nuevo Gobierno y enfrentamientos armados, que, concretamente en Cádiz, durante los primeros días del mes de diciembre de 1868, ocasionaron cientos de muertos y heridos. Tragedia que terminó con el triunfo de las fuerzas gubernamentales, la derrota de los radicales “voluntarios de la libertad” y la detención de su líder, Fermín Salvochea.

Tras las elecciones municipales y generales la vida cotidiana se fue normalizando en Cádiz (con nuevo Ayuntamiento y viejos problemas, aunque ahora en la denominada “normalidad revolucionaria”), y el día 25 de abril de 1869 el Club de Regatas de la Provincia de Cádiz, finalmente, organizó su primera regata. Para los numerosos invitados a esta “fiesta marítima”, se instaló por el Club una galería en la parte alta de la batería de la Punta de San Felipe, que servía de punto de reunión a la gran mayoría de las más distinguidas familias de Cádiz y algunas forasteras. Presidían las señoras Younger de Christophersen y la marquesa de Casa-Recaño y las señoritas de Davies, Patero, Manterola, Liaño y Colón. Por otra parte, “una enorme concurrencia se apiñaba en la muralla, muelles y azoteas, ofreciendo la bahía un agradable y animadísimo panorama, surcada por las lanchas a vapor de los buques de guerra, nacionales y extranjeros estacionados en ella y por varios vapores e inmenso número de botes y lanchas condiciendo multitud de personas de la población”.

Fueron tres las regatas programadas, la primera a vela, consistente en volver a la Punta de San Felipe después de recorrer tres millas de distancia y en la que participaron 11 embarcaciones menores, entre ellas varias extranjeras, que partieron, tras la señal de un cañonazo, con los ecos de la marcha de Riego que interpretaba la banda de música del regimiento de la Constitución. La embarcación ganadora, con 400 reales de premio, fue la Manolo, patroneada por Francisco Hidalgo, y la segunda, con 300 reales, la de la fragata sueca Vanidis.

La segunda regata, a remo, tuvo una participación de 6 embarcaciones, con un recorrido de 3.000 varas entre dos guardacostas anclados en la bahía, siendo ganadora la tripulación del lanchón de la Capitanía del Puerto (con premio de 500 reales), por delante del lanchón de Puntales tripulado por marinos mercantes (con premio de 300 reales).

La tercera regata, la que más expectación social tenía, fue la participada por los socios del Club, en la que compitieron cuatro canoas (dos gaditanas, Cádiz y Mojarra, y dos jerezanas, Topete y Guadalete) que tuvieron que recorrer la distancia entre el muelle nuevo y la Punta de San Felipe. La ganadora fue la Mojarra, que tripulaban como remeros los señores hermanos Haynes, D. P. Christophersen y Robinson, con el señor D. Alejandro Christophersen como patrón, vecinos de Cádiz, quedando en segundo lugar la Guadalete. El patrón y los cuatro tripulantes de la vencedora recibieron sus correspondientes medallas de oro de manos de las señoritas que componía la presidencia, que igualmente otorgaron las medallas de plata a los integrantes de la segunda tripulación.

“Merced al solícito esmero con que los señores que componen el Club atendieron a todos los detalles de la fiesta, ostentábase en ella el sello de alta distinción y exquisito buen tono que caracteriza todas las reuniones de la buena sociedad gaditana. Gran número de criados sirvieron durante toda la fiesta dulces, helados y refrescos a los concurrentes a la galería que presentaba el animado aspecto de un salón de baile”.

El gacetillero concluía su crónica felicitando a los integrantes del Club de Regatas por la brillante fiesta que duró hasta la tarde (y continuó con fiesta y cena en el Casino), recogiendo la opinión generalizada de que aquel evento, en una ciudad tan marítima como Cádiz, debía repetirse periódicamente. Deseo, sueño imposible tras una regata excepcional, que había sido fruto de la feliz coincidencia de una serie de circunstancias favorables difíciles de repetir.

Pero de aquella regata de 1869 no solo quedan las crónicas, como quedan de otras que, sin llegar al rango de esta de Cádiz que hemos narrado, se celebraron por aquellas años en diferentes ciudades costeras de nuestro país, sino que excepcionalmente, el 2 de mayo de 1869, El Comercio publicó un escueto anuncio en el que podía leerse que se habían puesto a la venta en la Litografía Alemana (establecimiento del prestigioso litógrafo, grabador y topógrafo alemán Jorge Wassermann, en calle Murguía, 23), la lámina titulada Vista de las regatas celebradas siete días antes. Una litografía con la que hoy podemos tener una información iconográfica excepcional y permanente de aquel acontecimiento histórico, cuyo dibujo fue mal copiado por la prestigiosa publicación ilustrada madrileña El Museo Universal y publicada, como grabado xilográfico, el día 16 de mayo. Acontecimiento náutico de un nivel que quizá no volvió a repetirse en la ciudad, igualmente por la confluencia de excepcionales circunstancias favorables, hasta la celebración de la Gran Regata Colón 92.

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