Cádiz

El hombre de la Zona Franca

  • El Consorcio publica un libro sobre sus ochenta años de historia y dedica un homenaje a José Ochoa, el ingeniero que diseñó el recinto fiscal hace medio siglo

José Ochoa Benjumea apenas se llevó seis años en Cádiz, entre 1948 y 1954, pero fueron seis años de intenso trabajo que le permitieron dejar un legado que ha sido esencial para la economía de la ciudad: la puesta en marcha de la Zona Franca. La figura de este ingeniero, desconocida para la gran mayoría de los ciudadanos e incluso para quienes trabajan o han trabajado en el Consorcio en estas décadas, será homenajeada el próximo jueves, 22 de diciembre, con la inauguración de un monolito que se va a levantar junto a la sede central de esta institución.

Él, junto a un más que reducido equipo técnico y el trabajo de un buen número de gaditanos procedentes de toda la provincia, logró sacar adelante un proyecto que si hoy aún es ambicioso hace medio siglo, en plena autarquía económica, sin apenas medios, era un auténtico milagro. Porque lo que hoy es terreno firme, a finales de los cuarenta era agua. Y además agua con una alta densidad de fango, lo que dio más de un dolor de cabeza a Ochoa y los suyos a la hora de sacar adelante el dragado para crea una superficie de varios miles de metros cuadrados.

Ochoa llegó a Cádiz gracias a una hoja de servicios brillante. Su nombre es hoy recordado en Tenerife, en Melilla, en Tánger, como el autor de varios de los proyectos que más influyeron para el desarrollo económico de estas localidades. Iba incluso más allá de la labor como ingeniero, pues siempre que pudo hizo valer su amor por la arquitectura.

Llegó a Cádiz en un momento trascendental para la ciudad, que apenas unos meses antes se había visto azotada por la explosión de un depósitos de minas de la Armada. Él, y su familia, pudo constatar desde un primer momento los destrozos que esta tragedia ocasionó a la ciudad, pues su primera residencia se ubicó en una parcialmente devastada Bahía Blanca.

Llegó también con la misión de poner en marcha una Zona Franca que, aún cuando había sido aprobada en 1929, veinte años más tarde seguía sin ser una realidad. No sólo tenía que levantar este suelo industrial de la nada, aunque sí estudió diversos proyectos que se elaboraron desde la década de los veinte, sino que tuvo que planificar la denominada 'Zona Franca Argentina', nacida sobre el papel tras el Protocolo Franco-Perón y que suponía convertir a Cádiz en la puerta de entrada a Europa de todos los productos argentinos. Una Zona Franca que nunca se construyó, pues el Protocolo murió al poco de nacer, y que se hubiera extendido casi hasta los límites del término urbano con San Fernando.

Finalmente, Ochoa se centró en la Zona Franca 'española' que obtuvo inicialmente importantes créditos económicos procedentes de la administración central hasta que el grifo se cerró. En todo caso había dado tiempo para poner en uso buena parte del terreno industrial hoy conocido.

El ingeniero, que a pesar de la época no dudó en criticar los retrasos y el mal funcionamiento de la administración, cerró su etapa gaditana en 1954 trasladándose a Valencia. Antes, había participado en el diseño técnico de los dos arcos construidos a ambos lados del torreón de la Puerta de Tierra.

El descubrimiento de esta placa, que sirve también de homenaje a todos los que han trabajado en la Zona Franca desde 1929, se une a la presentación del libro 'Historia de la Zona Franca de Cádiz'. El volumen, que se presentará también en la tarde del mismo día 22 (el homenaje a Ochoa será a mediodía) se divide en cuatro grandes apartados: un relato de la historia de la Zona Franca desde principios de la década de los años veinte hasta la actualidad; un amplio álbum fotográfico de más de ochenta años de vida; el relato de varios de los protagonistas, o sus familiares, de esta historia; así como pequeñas biografías de quienes han sido los delegados del Estado o presidentes y presidenta del Consorcio de la Zona Franca de Cádiz.

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