Patrimonio reservado

A los pies de la cúpula dorada

  • 'Diario de Cádiz' visita las cubiertas de la Catedral de Cádiz, un privilegiado balcón de más de 3.100 metros no visitable. La recaudación turística permite nuevas obras de mantenimiento y nuevos reclamos para 2017.

El gran balcón de la Catedral de Cádiz

 A los pies de la gran cúpula dorada, la Catedral de Cádiz se hace más pequeña y abarcable, pero igualmente cautivadora. El suelo de sus cubiertas se extiende a lo largo de 3.189 metros cuadrados como un gran tablero ondeante en dos alturas salpicadas por las grandes cúpulas que coronan cada una de sus bóvedas. Un atractivo balcón del monumento más visitado de la provincia, que ha superado su marca con 277.118 usuarios en 2016, pero que no es visitable por cuestiones de seguridad, dada la propia curvatura del firme y sus bajos pretiles.

De la mano del deán de la Seo gaditana, Guillermo Domínguez Leonsegui, Diario de Cádiz asciende hasta este punto máximo de esta privilegiada Catedral de cruz latina y de planta potente firmada entre otros por Vicente Acero, que asoma toda su monumentalidad al mar, ofreciendo de paso inigualables vistas de toda la ciudad.Para ello nos guía por una estrecha escalera de caracol que, como mágica sorpresa, conduce hasta el entreabovedado de la girola, que es el espacio entre el techo del templo y las cubiertas. Una zona colmada de encanto, con luces y sombras que se cuelan desde los tragaluces –algunos en proceso de reparación– imprimiendo cierto aire misterioso a este recorrido bajo los grandes arcos de piedra ostionera. Un efecto que se potencia con el polvo que desprende el suelo, “dicen que es bueno dejarlo por cuestiones de mantenimiento”, comenta Domínguez Leonsegui a modo de curiosidad.

Pero para curioso, el gran óculo que se abre por una de sus cúpulas –tapado por un gran tablero que él mismo retiró– que conecta visualmente con la Capilla de las Reliquias de la Catedral, y por el que el aire se cuela insistente, como una gran ráfaga que sube del suelo al cielo.

Un espacio único, que tampoco es visitable, pero que bien podría serlo de la mano de un buen proyecto. De hecho, ya sonó la idea de que un elevador podría subir hasta aquí por el hueco de la otra escalera de caracol, que está en muy mal estado. Pero no lo contempla el Cabildo, “por cuestiones de accesibilidad”, esgrime Domínguez Leonsegui.

Desde este romántico lugar se accede a la azotea de las naves laterales por la escalera rectas sin barandas que se plantan en el hermoso mirador. Y desde ellas se desciende al firme curvado, el gran tablero que ya no luce aquel blanco impoluto, “de cuando se impermeabilizó a base de cal, pues casi no podías mirarlo de lo que deslumbraba”, explica Guillermo Domínguez Leonsegui. “Ahora haría falta un repaso”, dice mientras repara en algunas zonas más desgastadas, con verdín o atacadas por la acumulación de agua en algunos sumideros. Fue en 2014 cuando se ejecutó esta obra de mantenimiento con un innovador sistema de cal natural bicapa extraído de las canteras de Morón de la Frontera y que firmaron Juan y Alberto Jiménez-Mata (Estudio Jiménez Mata Arquitectura), que ha seguido la estela de su padre, el gran experto y autor del Plan Director del primer templo de la diócesis. Para este trabajo Alberto se formó expresamente en el IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico) antes de embarcarse por vez primera en el uso de este material en un edificio de gran valor patrimonial como es la Catedral. Una actuación “que no se ha hecho hasta ahora en España”, afirma de este proyecto que “tiene mucho de sentimental pues lo proyecté con mi padre, mi maestro”.

Destaca de aquella intervención la aplicación de este eco material “que tiene mucha materialidad, con un índice de pureza muy alto y realizado de manera artesanal cocido en horno de piedra, cuya combustión es de madera de olivo”. Reconoce, no obstante, que la ubicación a la intemperie y junto al mar, “que es un agente abrasivo importante”, requeriría al menos la revisión anual, y una intervención cada tres años aproximadamente. “Sería lo ideal, a lo mejor no de forma completa, pero sí donde el material puede comportarse peor. La reparación se haría con el mismo producto”, esgrime.

Su actuación es una de las últimas intervenciones realizadas en la Seo, aunque la última gran iniciativa amparada por el Estado tuvo lugar hace ya más de cinco años, en la que se reparó la sacristía mayor de la Catedral. En los buenos tiempos también se actuó cuando se selló la gran cúpula de la Seo, se restauró la capilla del Sagrario, se limpió la fachada o se pusieron las redes de protección, y más recientemente se actuó en la sacristía baja.

Ahora, volverán a solicitar al Plan Nacional de Catedrales una subvención que ayude a ejecutar algunas de las grandes reparaciones aún pendientes como son “el campanario, la cúpula y el techo de las naves laterales”, desgrana Domínguez Leonsegui, “aunque hay que estudiar las urgencias”. Por añadir un dato, en la última revisión que hizo su autor del Plan Director cifró en 16 millones de euros los que se necesitaban para asumir su puesta a punto.

No obstante, “la Catedral está bien mantenida, siempre estamos pendientes, no va a peor”, confirma del dean. En este apartado el Cabildo de la Catedral ha sabido hacerlo bien. Hace unos años decidió darle un giro radical a la vertiente turística del monumento, con la adecuación para las visitas a la flamante Torre del Reloj o la de Levante , desde donde se ve el goteo continuo de usuarios. Los beneficios de estas visitas revierten en buena parte en el mantenimiento patrimonial del edificio, con grado de protección BIC. Y aunque el año contable no está cerrado, en 2015 el templo movió 500.000 euros, una partida invertida en personal, ayudas al Obispado y en esta labor de mantenimiento de su patrimonio. “Ha sido fundamental el asesoramiento de la empresa de gestión turística de monumentos y museos ArtiSplendore, que lleva la gestion de más de diez catedrales”. Es así como han logrado restaurar el órgano mayor, algunas imágenes, se ha instalado un pararrayos en la Torre de Poniente y está en proyecto el arreglo del cuerpo de campanas, pues funcionan cuatro de las diez. Algunas se otean en este paseo por las cubiertas, como las imágenes muy desgastadas, con rostros apenas reconocibles de algunos santos esculpidos en piedra caliza como San Sebastián, San Agustín y San Atanasio. Incluso puede verse un trozo caído de la escultura de San Juan en la contra fachada. Mucho mejor lucen las tallas de Santiago Apóstol y del Divino Salvador, una figura esta última realizada en mármol de Carrara que puede verse coronando el gran frontón de la fachada principal.

Éstas se observan mejor en el segundo nivel o altura de la gran azotea del templo, la que se erige sobre la planta de cruz latina del crucero y el tambor. La remata la gran cúpula dorada que identifica la imagen de la Catedral gaditana. Es una de las obras pendientes, pese a que fue restaurada con la reposición de azulejos vidriados que sustituyeron a la cerámica antigua, pero que en poco tiempo comenzaron a desprenderse, aunque sin provocar filtraciones. “Parece que hay una pintura con una resina que imita el efecto color melocotón del vidrio perdido”. Pero por el momento lo descarta porque “no sería tan costoso el material como el andamiaje necesario”, añade el dean.

Un proyecto lejano aún, pero que devolvería de nuevo aquel brillo dorado que corona este paseo bajo sus pies.

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