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La dulce década de Javi

  • Francisco Javier Colombo cumple diez años en su tienda de golosinas Travesuras, que abrió después de venirse de Perú, donde estuvo de cooperante

Javi Colombo celebra los diez años de su tienda de golosinas Travesuras.

Javi Colombo celebra los diez años de su tienda de golosinas Travesuras. / Julio González

Detrás de muchas personas hay historias de superación o de compromiso. En el caso de Francisco Javier Colombo Portillo, gaditano nacido en 1971 en la Residencia Zamacola, se dan las dos cualidades. Ahora, que celebra los diez años de la apertura de su negocio, merece la pena contar sus vivencias.

En 1996, perteneciendo al grupo scout Cruz del Sur, entonces en la parroquia de San Lorenzo, le ofrecieron irse un año de cooperante internacional. “Estuve en Perú entre 1997 y 2007”, precisa. Iba para un año y se quedó diez. “Me ofrecieron trabajos algunas ONGs y allí conocí a mi esposa, profesora peruana que trabajaba en un proyecto en colegios públicos que yo supervisaba. Nos casamos y nos vinimos a Cádiz cuando nuestro hijo mayor, Víctor, tenía cinco años, y la pequeña, Dulce, tenía uno. Regresamos por la seguridad de los niños”.

Allí se empapó de “solidaridad y compañerismo”, y comprendió cómo en Perú respetan “los valores de la familia y las personas mayores”.

En 2007, de vuelta en Cádiz, Javi Colombo trabajó en la hostelería, aunque sin cuajar en un sitio mucho tiempo. “Era muy sacrificado”, apunta. Ya en 2012 se hizo con un local y en abril de 2013 abrió la tienda de golosinas Travesuras en la plaza de Montevideo esquina con Virgen de las Angustias. “Esta zona en los 80 y 90 era de bares y ahora es una calle abierta, moderna, donde los niños juegan los fines de semana. Es una esquina importante al ser la puerta de entrada al Paseo Marítimo desde La Laguna”, relata.

“La zona ha ido creciendo poco a poco, antes era un sitio más desconocido. Ahora es más de paso. Pero es un trabajo solitario cuando hay mal tiempo”, explica. En verano agradece el extra de ingresos por la cercanía del negocio a la playa Victoria, pero se apresura a destacar que vive de sus clientes habituales del invierno. “Porque lo que me da vida es mi barrio”, apostilla.

“Aunque parezca simple despachar golosinas, esto es un trabajo de hormiga”

Insiste en que se trata de un negocio familiar. “Hay quien vaticinaba que iba a durar tres años. Y aquí estoy, gracias a mi madrina, mi ángel de la guarda, que nos apoya y nos respalda”, reconoce. Javi destaca el autoempleo. “Hay que trabajar mucho, aunque parezca simple despachar golosinas. Pero es un trabajo de hormiga, acomodándote a los horarios del público y reciclándote”, advierte.

Travesuras es lugar de encuentro de los vecinos de la zona. “Mantengo clientes que tenían diez años cuando venían con sus padres y ahora vienen con sus parejas a comprar alguna lata para la playa. Te enorgullece ver crecer a los clientes y que sigan viniendo”, expone. A la tienda llega gente “que viene a contarte sus cosas, a pedirte consejo. Mi hijo me dice que debería abrir un consultorio”.

El comercio de cercanía, que le llaman, con su atención personalizada. Que no se pierda nunca.

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