El domingo se inicia el proceso para beatificar al padre Vicente
El marianista Antonio Gascón Aranda, postulador general de la causa
El domingo, a las seis de la tarde, en el oratorio de San Felipe Neri, el obispo de la diócesis, Antonio Ceballos, presidirá la sesión de apertura de la instrucción del proceso de canonización del sacerdote marianista Vicente López de Uralde (Vitoria, 1894), fallecido el 15 de septiembre de 1990 en Cádiz, donde vivió más de 62 años.
En el acto, que comenzará con la oración de vísperas, jurarán cumplir su tarea y guardar el secreto de oficio los miembros del tribunal diocesano, así como el postulador general de la Compañía de María, el sacerdote marianista Antonio Gascón Aranda, doctor en Historia de la Iglesia, licenciado en Teología y responsable del Archivo General de la congregación en Roma, donde escribe la historia de la Compañía de María.
Antonio Gascón (Ciudad Real, 1958) afirma que el padre Vicente ejerció una profunda influencia religiosa en el colegio San Felipe Neri y en los fieles del oratorio, sobre todo a través del sacramento de la confesión. Al respecto dice que "Los que fueron sus alumnos, antiguos alumnos, sus familias y los fieles conservan en su memoria al padre Vicente, al que el obispo Antonio Añoveros llamó 'el penitenciario de Cádiz', sentado en el confesionario desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche. Fue muy querido por todos, gozando de fama de buen confesor y de hombre de Dios".
El proceso para la causa de beatificación del padre Vicente, al que en 1968 el Ayuntamiento le concedió el título de hijo adoptivo de Cádiz, se lleva a cabo a iniciativa de los propios gaditanos que lo recuerdan, que han realizado la petición a la comunidad marianista de Cádiz, autorizándola la provincia marianista de Madrid, y aceptando la apertura de la misma el obispo de la diócesis, monseñor Ceballos, que es el que tiene la autoridad para encontrar las pruebas orales y acrediten su fama de santidad.
El tribunal diocesano será el encargado de buscar esas pruebas a través de testimonios de personas, trasladándose posteriormente dos copias del expediente a Roma, a la Congregación de los Santos, para que luego el postulador redacte la "positio" para que lo estudie la citada Congregación y en caso positivo el Papa le otorgue el título de venerable, al que siguen luego los de beato y santo.
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