Cádiz

La difícil adaptación que sigue a un éxodo interior

  • Vivir en el casco histórico y trasladarse a Puertatierra, o viceversa, toda una aventura

Un cambio de domicilio es una decisión generalmente meditada y que se toma motivada por múltiples circunstancias. Cambiar de casa, y no nos referimos ya a cambiar de ciudad, implica optar por un barrio nuevo, a veces desconocido y al que hay que adaptarse, y por tanto dejar atrás el lugar en el que posiblemente se ha residido toda la vida. En Cádiz, además, estas mudanzas interiores cobran una especial relevancia si el éxodo se produce entre el casco histórico y Puertatierra, dos caras muy distintas de una misma ciudad.

Y esto no es una decisión fácil. Así al menos lo reconoce María Gema Gómez, que desde 2004 vive en el barrio de Puntales, en una promoción pública de viviendas, y que viajó hasta Puertatierra después de vivir toda su vida, más de 30 años, en el casco antiguo, entre las calles Torre y Argantonio: "Me está costando mucho. De hecho, no hay día que no baje a Cádiz".

La dificultad de la adaptación fue también similar para su marido, David Benítez, también acostumbrado a vivir en Cádiz interior, aunque en su caso ya llevaba unos años residiendo en Extramuros. María Gema, eso sí, advierte que está "encantada" con su nuevo barrio: "Es cierto que se vive mejor, que hay más calidad de vida, más claridad, más espacios abiertos, paseos, pero sigo echando de menos Cádiz", dice con esa expresión tan gadita que parece diferenciar tanto una parte de la ciudad de la otra.

Y es que en la otra parte de la balanza, complicada de equilibrar en este punto, se encuentra el ambiente del casco histórico: "La atracción viene del ambiente, del bullicio de la gente, de los vecinos. Es otra cosa".

También en este punto, en el del ambiente, incide Patricia Caramé, una joven con más de 20 años de "beduina" que hace tres meses hizo el viaje contrario a María Gema. Después de pasar toda la vida en Puertatierra, cerca de donde hoy se levanta el centro comercial Bahía de Cádiz, se ha trasladado a un piso de Enrique de las Marinas, en régimen de alquiler, después de hacer todo lo posible para quedarse en Extramuros, donde le llegaron a pedir hasta 600 euros al mes por un piso de una habitación.

En su caso, la adaptación no está siendo muy complicada, pues tiene su puesto de trabajo en el casco antiguo y dispone incluso de garaje, una ventaja casi de lujo en un casco histórico con complejos problemas circulatorios. Su vida, asegura, "no ha cambiado" con esta mudanza de la parte nueva a la vieja de la capital, pero también reconoce que la diferencia entre ambas zonas de la capital radica en el ambiente: "Esto es distinto, la gente está acostumbrada a a otro tipo de vida. Por ejemplo, vivo frente a un bar y desde las siete de la mañana ya está funcionando y con muchas personas tomando café. En Puertatierra, donde yo vivía, no he visto nunca eso". Y reconoce que hay momentos en los que el casco histórico de Cádiz y Puertatierra parecen "ciudades distintas".

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