Cádiz

La gran revolución en Cádiz: cuatro ciudades en una

Una vecina observa el puente de la Constitución desde la azotea de una finca. Una vecina observa el puente de la Constitución desde la azotea de una finca.

Una vecina observa el puente de la Constitución desde la azotea de una finca. / Lourdes de Vicente

UNA ciudad crece si quienes la gestionan tienen ambición y una visión clara sobre su futuro. Crece, también, si se es capaz de apostar por ideas y modelos que supongan un cambio sustancial e incluso radical respecto a lo mantenido como norma.

Esta ciudad no hubiera avanzado si en su momento no se hubiera parado de lleno el desmantelamiento del casco histórico, si no se hubiera defendido el soterramiento del tren o si no se hubiera apostado por la peatonalización y el uso ciudadano de los espacios comunes.

Ahora, la ciudad afronta los primeros pasos de un nuevo gobierno municipal. Tiene por delante cuatro años de mandato en los que tendrá que afrontar numerosos cambios urbanos.

Algunos ya están en fase de desarrollo por lo que le corresponderá su mejor gestión. La creación de la Zona de Bajas Emisiones, limitando el tráfico en el casco antiguo y en puntos de Puerta Tierra, será vital para el afianzamiento de Cádiz como una ciudad del siglo XXI, atractiva para un turismo cada vez más exigente. Se abrirán también las puertas para una nueva expansión de su comercio apoyado por los beneficios de un viario eminentemente peatonal. Y, a la vez, se mejorará la calidad de vida de los residentes.

Junto a ello, en este cuatrienio comenzará el proceso de integración del muelle en la ciudad. O de la ciudad en el muelle. Si se planifica bien se obtendrán 300.000 metros cuadrados de suelo, algo inimaginable en esta ciudad, para la instalación de equipamientos culturales, de ocio y de industrias limpias relacionadas con el mar, además de habilitar terreno para eventos al aire libre y poner un macro aparcamiento que restará presión del tráfico sobre intramuros.

Con estas dos operaciones más o menos encauzadas, el gobierno municipal presidido por Bruno García debe plantear una serie de proyectos que marquen su mandato y que de una vez por todas pongan a Cádiz en la senda del crecimiento y recuperen el tiempo perdido.

Con esta perspectiva, Cádiz debe plantearse como cuatro ciudades. El Cádiz del patrimonio la cultura; el Cádiz de los ciudadanos; el Cádiz de la nueva economía y el Cádiz del turismo y el comercio.

Patrimonio y cultura

Lo primero es evidente, lo que no ha sido óbice de que se haya ignorado durante años. Un ejemplo (y los hay a montones): comienza la temporada de turismo y el torreón de la Puerta de Tierra sigue cerrado, cuando el anterior gobierno local anunciaba su apertura para hace más de un año.

Pocas ciudades tienen en España la riqueza patrimonial que tiene Cádiz. Y entre las que la igualan, pocas son las que no han sido capaces de aprovecharlo para beneficio de sus vecinos, algo que no ha ocurrido en esta tierra.

El nuevo gobierno debe priorizar el uso de todas las fortificaciones de la ciudad. Es una operación costosa que necesita de aportaciones de otras administraciones. Si al final no se logran fondos europeos, Junta y Estado deben de ayudar. No olvidemos que el frente de Puerta de Tierra fue catalogado como Monumento Nacional en los años cincuenta del pasado siglo.

El arreglo externo debe ir acompañado de un mejor uso de sus bóvedas y naves. Es absurdo que éstas contengan hoy equipamientos tan dispares e inapropiados como peñas carnavalescas y de otros colectivos, oficinas municipales, naves que se usan como trasteros, y dos museos (el de los Títeres y el Litográfico) infrautilizados y mal ubicados.

Una apuesta decidida sería abrir en este complejo el gran Museo de la Historia de Cádiz. Y si jugamos fuerte, al mismo se le podría añadir el edificio de la Audiencia Provincial (y esta trasladarse a la futura Ciudad de la Justicia, como quiere la Junta).

A la vez hay que darle un uso ciudadano a las naves de San Carlos y mejorar el funcionamiento tanto del castillo de Santa Catalina como el baluarte de la Candelaria.

El Ayuntamiento debería de recuperar el convenio que en la etapa de Teófila Martínez se firmó con el Estado para actuar, poco a poco, en la recuperación del castillo de San Sebastián.

Es este, junto al frente de la Puerta de Tierra, el gran complejo olvidado para vergüenza de la ciudad. Un tesoro sin utilizar mientras que poco a poco va degradándose.

Dentro de nuestro patrimonio histórico, la ciudad sigue sin aprovechar su directa conexión con la Constitución de 1812. Ahí sigue cerrado el Centro de Interpretación del Doce, gestionado por la Junta y sin abrir desde hace años; mientras que el Monumento de las Cortes necesita una importante restauración.

El alcalde, Bruno García, ha anunciado la conversión de la Casa Pinillos en la Casa de Cargadores de Indias. Debe ser un proyecto prioritario pues es ésta también una etapa de nuestra historia muy mal aprovechada.Todo ello con el obligado desarrollo de un plan centrado en los yacimientos arqueológicos y, especialmente, en el Teatro Romano, otra de las obras eternas de la ciudad a la que desde hace unos años se le ha unido el cierre del Yacimiento de la Casa del Obispo.

Proyecto para 800 viviendas en Navalips. Proyecto para 800 viviendas en Navalips.

Proyecto para 800 viviendas en Navalips. / ZF

Los ciudadanos

El Cádiz de los gaditanos debe ser otra de las patas que marquen diferencia en la ciudad.

Aquí se juega con todas las políticas de movilidad ya ejecutadas o planteadas en los últimos años que no deberían de tocarse. Han funcionado, por muchas alertas que algunos lanzasen cuando se aprobaron. Más aún, se debe seguir apostando por la peatonalización, ahora en determinadas zonas de extramuros.

Los ciudadanos buscan también vivienda. Es, lo sabemos todos, un problema endémico de la ciudad, presente en la vida de los ayuntamientos desde hace más de un siglo.

Hay que asumir que en Cádiz caben los que caben y que la capital no puede colapsarse por la construcción masiva e incontrolada de nuevos pisos. Es obligado mirar a la Bahía, pero a la vez hay que agilizar todas las tramitaciones administrativas para aprovechar espacios hoy libres, tanto de titularidad pública (solar de San Severiano, chalé de San Luis, Loreto), como privada (chinchorros, solar de las casitas bajas).

Pero si este suelo en su gran mayoría tiene un uso habitacional ya previsto, el toque innovador del nuevo gobierno debe de fijarse en los miles de metros cuadrado que la ciudad tiene desaprovechado en el polígono exterior de la Zona Franca.

Llevamos décadas hablando y escribiendo sobre cómo reactivar este gran suelo, hoy con muchas naves vacías y un espacio anticuado. Sólo en los últimos años, el Consorcio ha desarrollado la Zona Base centrada en la economía azul, aún en proceso de construcción. Pero más allá quedan miles de metros cuadrados sin uso o infrautilizados.

Aquí la ciudad tiene la posibilidad de encontrar espacio para levantar nuevas promociones, como ya se ha aprobado en el suelo de Navalips y su entorno.

Como con el soterramiento, el segundo puente o la actuación integral en intramuros, hay que dar un paso adelante y librarse de las ataduras del antiguo modelo de la ciudad. Es cierto que no nos podemos desprender de terrenos para industrias... pero para ello está el inmenso espacio de Trocadero, al otro lado de la Bahía.

Así, reservando terrenos (los suelos de la tabaquera y lo que rodea a Incubazul, en la Zona Base impulsada por el Consorcio), para el desarrollo de nuevas industrias limpias y con mayor proyección de futuro, hay que hacer una apuesta por un cambio radical en el diseño del polígono exterior.

Teniendo en cuenta el lugar estratégico en el que se ubicaría este barrio, habría que innovar en su diseño, evitando un espacio urbano colapsado. Una apuesta por los espacios verdes, por las vías peatonales, por áreas comerciales, por equipamientos públicos (colegios, centros culturales de barrio), con un acceso adecuado mediante el transporte público y con bloques de vivienda que aporten novedad en su ejecución.Después de 30 años hablando sobre qué hacer en el polígono exterior, está claro que hay que cambia su rumbo.

Cádiz debe reforzar su capitalidad comercial. Cádiz debe reforzar su capitalidad comercial.

Cádiz debe reforzar su capitalidad comercial. / Lourdes de Vicente

La nueva economía

Directamente relacionado con el giro de 180 grados necesario en el polígono exterior de la Zona Franca, siendo cierto que es un error el monocultivo económico en una ciudad (léase cultura y turismo), hay que mantener una parte de nuestro legado industrial.

Ahí está la factoría de Navantia, afianzada en la reparación de buques, y un puerto que acumula meses de crecimiento. Más allá, la Zona Franca fiscal y una visión moderna de una parte de su polígono exterior sin avance alguno, centrado fundamentalmente en la economía azul y en la investigación. El resto, en la Bahía.

El turismo y el comercio

El turismo debe ser, lo está siendo ya, una de las patas esenciales de nuestra economía. El control de los pisos turísticos a fin de evitar su saturación en las zonas más históricas de la ciudad, debe mantenerse con el nuevo Ayuntamiento aprovechando una ordenanza aprobada por la anterior Corporación que va en esta línea.

Con una buena red de VFT y de apartamentos turísticos, la ciudad sí debe propiciar la apertura de hoteles de 5 estrellas. Es este un mercado que nunca se ha aprovechado, cuando Cádiz necesita un turismo de calidad y que gasta más dinero durante su estancia.

La ciudad perdió la oportunidad de contar con un gran hotel de lujo en Valcárcel. A falta de un promotor dispuesto a recoger el guante que dejó Zaragoza Urbana sí hay que reutilizar los palacetes que hoy están cerrados o con escaso uso para reconvertise en este tipo de alojamiento.

La apuesta turística está directamente relacionada con la puesta en valor del patrimonio histórico. También con la configuración de una potente programación cultural, atrayente todo el año para evitar la estacionalidad del visitante.

El patrimonio religioso, con necesidad de obras en muchas iglesias, debería de fijarse en el trabajo realizado por el Cabildo de la Catedral y por el que se hace en los templos de Sevilla, bien preparados para la atención del turismo y siempre en edificios muy bien conservador.

A la vez, hay que seguir mejorando la oferta gastronómica y acercarnos a ciudades como Jerez, donde prolifera la apertura de locales de primera categoría.

Todo ello se une con la recuperación de la marca comercial de Cádiz. Difícil de solventar el elevado coste del alquiler y a falta de determinadas marcas nacionales e internacional, la ciudad debe apostar por un comercio local bien equipado, con una oferta amplia y original, con una buena atención al público, metido en el comercio digital y, a la vez, ubicado en calles iluminadas, limpias y bien señalizadas. Y de fácil acceso.

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