Manuel Bustos, el catedrático del Tricentenario
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Es profesor de Historia Moderna en la Universidad de Cádiz desde hace 40 años, tras pasar por Huelva y estudiar en Madrid
Es uno de los gaditanos por elección. Llegó hace 40 años y aquí se quedó. Toda su vida gaditana está ligada a la Universidad, pero también es un cristiano comprometido que encauzó su vida con esa seriedad y coherencia que le caracterizan.
Manuel Bustos Rodríguez (Madrid, 1950) vivió sus primeros 23 años en la capital de España. Era hijo único. Su padre, Manuel Bustos Medina, era un militar de Caballería, nacido en Córdoba, que fue destinado al madrileño cuartel de Conde Duque. La madre, María Rodríguez González, era madrileña, aunque sus antepasados procedían de Ávila.
Manuel Bustos estudió en el desaparecido colegio Altamira. Para los exámenes de reválida acudía al Instituto Cardenal Cisneros. Perteneció a la última promoción del Preu. Había estudiado el Bachiller de Ciencias. Por ello, cuando optó por inscribirse en Filosofía y Letras, se encontró con el hándicap de que no había estudiado griego y muy poco latín. Recibió clases particulares de latín y eligió árabe como idioma clásico.
Es licenciado en Filosofía y Letras, sección Geografía e Historia, por la Complutense. Asimismo pertenece a la primera promoción de estudios pedagógicos de la Autónoma de Madrid. Por entonces ya sentía la vocación de ser historiador. El profesor Vicente Rodríguez Casado le calificó con matrícula de honor en Historia Moderna y le dirigió la tesina sobre la figura de Campomanes, al que también dedicó su tesis doctoral.
Tras pasar un año en Madrid como profesor colaborador de Historia Moderna, Rodríguez Casado le sugirió a Manuel Bustos la posibilidad de trasladarse al Colegio Universitario que se iba a fundar en Huelva. Al joven Bustos le habían ofrecido también la posibilidad de ser profesor de Historia Contemporánea en la recién creada Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. Pero entonces, a principios de los 70, le parecía Madrid una ciudad desagradable para vivir.
Así que en 1973 se fue a Huelva. No olvida el día en que llegó, el 11 de septiembre, porque fue el día del golpe de Estado de Pinochet, del que se enteró cuando viajaba en tren. Se alojaba en la residencia de La Rábida, desde donde iba y venía a Huelva. Aprovechó para elaborar su tesis doctoral. En Huelva fue profesor ayudante de clases prácticas, en la asignatura de Historia del Pensamiento Económico y Hechos Sociales.
En 1976, cuando todavía era profesor en Huelva, se casó con Carmen Berlanga, una de sus alumnas. Ella había nacido en Morón de la Frontera (Sevilla), pero se había trasladado a Huelva. La boda se celebró en el monasterio de La Rábida. El matrimonio tiene dos hijas, Cristina y Almudena. Actualmente, una reside en Cádiz y otra en Inglaterra.
Un año después de casarse, en 1977, llegó a Cádiz. Le habían ofrecido ser profesor de Historia Moderna y Contemporánea en el Colegio Universitario, que todavía dependía de la Universidad de Sevilla. Cuando empezaron las clases, el profesor José Luis Millán Chivite se responsabilizó de Contemporánea y Bustos de Moderna.
Había llegado a Cádiz, a los 27 años, con mucha ilusión. Pensaba que era una ciudad más bonita y con más posibilidades que Huelva, donde su plaza como profesor estaba en peligro. Su esposa no le pudo acompañar hasta dos años después, cuando consiguió el traslado. En esos dos cursos, Manuel Bustos residió en el Colegio Mayor Beato Diego de Cádiz, donde además de los alumnos también se alojaban otros profesores. Guarda muy buenos recuerdos. Muchas veces comía en la Escuela de Hostelería de Valcárcel.
Cuando llegó su esposa, se fueron a vivir a un piso de la plaza de la Almudaina, antes de trasladarse a la calle Parlamento (entonces Ruiz de Alda), donde siguen. En aquellos primeros años de la Transición, había dejado la política, tras pasar por el andalucismo.
Siempre mantuvo un compromiso cristiano heredado del Concilio Vaticano II. Empezó a contactar con grupos de reflexión en la parroquia de San José. Después se fue a la parroquia de Santo Tomás de Aquino con los grupos que coordinaba el padre Juan Martín Baro. A finales los 80, el obispo Dorado le ofreció ser delegado diocesano de Pastoral Universitaria, que desempeñó durante seis años.
En la Facultad de Filosofía y Letras, antes de conseguir la cátedra de Historia Moderna en 2004, fue profesor adjunto y agregado. Realizó también una labor importante de investigación y colaboración con universidades extranjeras, que comenzó en Lisboa, becado por la Fundación Gulbenkian. Después colaboró, entre otras, con las universidades de Burdeos, Hamburgo o Nantes.
Fue vicedecano de Filosofía y Letras. En ese periodo puso en marcha el programa Erasmus con universidades extranjeras. Se creó el Departamento de Historia Moderna con profesores que, en su mayoría, habían sido antes sus alumnos. Impulsó la investigación de temas de la historia de Cádiz, con las jornadas que patrocinaba la Caja de Ahorros de Cádiz. Organizaron siete ediciones.
A partir de 2005, colabora con la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Ha sido secretario de la Asociación Católica de Propagandistas de Cádiz, en la que había entrado en 2003. Actualmente es director del Instituto Diocesano de Teología.
Desde 1996 era miembro de número de la Real Academia Hispano Americana de Cádiz. Fue vocal, vicedirector y actualmente es director de esta corporación desde hace dos años. También ingresó en la Academia de Europa, sección de Historia y Arqueología, con sede en Londres.
En los 40 años que se van a cumplir desde su llegada a Cádiz, Manuel Bustos se integró plenamente. Hasta el punto de que ahora, cuando va a Madrid, donde nació, añora su territorio gaditano y siente ganas de volver cuanto antes mejor. En este tiempo ha publicado libros y múltiples investigaciones sobre Cádiz. Es un gran especialista en el siglo XVIII. Fue el primero que planteó la necesidad de celebrar el Tricentenario del Traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz. El anterior Ayuntamiento le iba a poner al frente de esa conmemoración.
No es carnavalero, ni ha salido nunca de penitente, aunque le gusta ver las procesiones de Semana Santa. Tampoco es aficionado al fútbol, ni a los toros. Por el contrario, es un habitual de la playa Victoria, a la que acude casi todos los días, desde junio a septiembre, para bañarse. Otra de sus aficiones es el senderismo. Ha recorrido las rutas de la Sierra de Cádiz y también de Guadarrama, Gredos, Picos de Europa y Pirineos. Se compró una casita en Grazalema para sus recorridos.
Añora aquel Cádiz en el que vivían personas como Pablo Antón Solé, Eduardo de Ory, el carmelita Ismael Bengoechea, Antonio Orozco o Varela Gilabert, preocupados por investigar la historia de la ciudad. Entre ellos, ha quedado Ponce Cordones como el último testigo de una época.
La fe ha estructurado su vida, que tampoco se entendería sin la universidad y la historia. Manuel Bustos ha estudiado tanto nuestro siglo XVIII que quizá se le han quedado sus virtudes. Escribe artículos en los diarios del Grupo Joly. Suele tener 10 libros en su mesita de noche y alternarlos. Mantiene la costumbre de esforzarse por mejorar. Puede que sea un personaje para un Cádiz más ilustrado. Pero, por su forma de ser, siempre está dispuesto a ayudar para construir una ciudad mejor.
La noche que pasó en el calabozo
Manuel Bustos fue detenido por la Policía en Huelva, en 1975, por participar en una reunión clandestina, en la que miembros de la Plataforma Democrática solicitaban la aprobación de la amnistía para los presos políticos. Pasó una noche en el calabozo y fue puesto en libertad a la mañana siguiente. Bustos fue uno de los pioneros del andalucismo en Huelva. Entonces el grupo liderado por Alejandro Rojas-Marcos, Luis Uruñuela y Miguel Ángel Arredonda todavía se denominaba Alianza Socialista de Andalucía (ASA) que fue el embrión del PSA. También asistió a reuniones de la Platajunta, que organizaban en casa del arquitecto Jaime Montaner, militante del PSOE. Años después, Montaner fue consejero de la Junta de Andalucía (estuvo desde 1979 a 1994), con Escuredo, Rodríguez de la Borbolla y Chaves.
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