Solidaridad Programas de salud visual en el tercer mundo

La ayuda que abre los ojos del mundo

  • La clínica Oculsur colabora en los países en vías de desarrollo para la puesta en marcha de programas de salud visual. Han operado a centenares de ciudadanos en países como Bolivia, Mozambique o el Sáhara

En los países del tercer mundo, ahora mejor llamados conforme a lo políticamente correcto países en vías de desarrollo, la sanidad no es un derecho sino más bien un privilegio. Un ejemplo muy claro es el sida. Mientras en Europa se ha convertido en una enfermedad con la que es posible vivir durante muchos años, en África, sigue siendo letal por el problema de acceso a los medicamentos. No digamos ya si hablamos de cuestiones que nada que ver tienen con la supervivencia como son empastarse una muela o operarse de cataratas.

"La responsabilidad que tenemos en mejorar lo que ocurre en estos países está en función de la capacidad que tenemos de ayudar". Seguramente esta premisa es la filosofía que ha llevado al oftalmólogo gaditano Pedro Caro y a la clínica Oculsur a colaborar en estos países y con distintas instituciones.

Hasta ahora Oculsur ha participado fundamentalmente en programas de ayuda para la solución de patologías oculares, en los últimos años, trabajando sobre todo con la ONG Ojos del Mundo. En la práctica, esto significa, por ejemplo, operar entre 100 y 150 personas en 15 días, principalmente para dar solución a cataratas y traumatismos. Mucho más. Significa que un hombre casi ciego, que es una carga para la familia, pueda llevar el pan a su casa. Significa, gentes que llegan de lejos para hacer colas a las puertas del hospital provisional que han montado en medio de la selva porque se ha corrido la voz de que los médicos españoles no duermen.

Hasta ahora Caro ha viajado en cuatro ocasiones entre Mozambique, Bolivia y el Sáhara. El objetivo, hacer lo que mejor saber hacer: que lo ojos puedan ver. La próxima parada será Tanzania. Y su clínica tiene otros proyectos. Caro piensa en incrementar la colaboración en desarrollo sostenible. Explica que ayudas como las que hasta ahora han llevado a cabo son importantes, "muy importantes para la persona a las que has intervenido, pero no tanto para el conjunto del país y es necesario también poner las bases para que se desarrolle el total de la sociedad".

Cuando se le pregunta por la experiencia que supone cambiar las modernas instalaciones de sus clínicas por la selva o el desierto este oftalmólogo habla de que allí es cuando "ves lo que es la vida real". Habla de "alegría y entereza" a pesar de las dificultades y problemas, de gentes "en las que no se oye una queda" y de que "personalmente aporta mucho más de lo que se da".

El caso que más le impresionó en sus viajes solidarios, el de una mujer. "Un día nos llamó un cirujano general porque tenía a una mujer a la que le habían pegado un machetazo y le habían dado en el ojo", relata Pedro Caro. Fue su marido, y la chica, que tenía poco más de 18 años, perdió el único ojo con el que veía pues en el otro tenía una catarata congénita. La operaron y consiguieron que con ese ojo "al menos pudiese ver los bultos para poder desenvolverse".

Pero más que la historia lo que marcó a Caro fue la propia chica. Una de esas cosas por las que asegura que la gente no puede concienciarse realmente hasta que no se topa frente a frente con estas realidades: "no lloró, no protestó, no se quejó, simplemente lo aceptó y siguió adelante. En estos países están acostumbrados a convivir con estas situaciones. Aquí, seguramente hubiese salido en todas las televisiones".

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