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Aniversario

90 años del aeroplano

  • Aniversario del primer vuelo de un hidroavión construido en las instalaciones de CASA en Puntales: el histórico Numancia

Cádiz estuvo a punto de tener un aeropuerto. Entre las décadas de los años treinta y cincuenta del pasado siglo el gobierno local, apoyado por el Diputación, la naciente Zona Franca y el influyente general Varela, propiciaron concursos internacionales y pusieron sobre el papel propuestas para instalar el aeródromo en Torregorda o en la Cabezuela, antes de asumir que era una propuesta inviable y apoyar la ubicación en Jerez de la Frontera.

Pero antes de todo ello Cádiz contó con un puerto para la salida de los hidroaviones, ubicado en la zona de Puntales. Estamos en la década de los años veinte y todo extramuros apenas estaba habitado, más allá de algunas granjas, villas para el veraneo y un pequeño barrio de pescadores en San José.

El aeródromo para hidoaviones estaba directamente conectado con la nueva fábrica de Construcciones Aeronáuticas que se había levantado en la zona, y que se inauguró en mayo de 1928.

Allí es donde terminó de ensamblarse uno de los hidroaviones más emblemáticos de la historia de la aviación española, el Numancia.

El hidro formaba parte de la clase Dornier Super Wal. Con el nombre de Numancia realizará su prueba de vuelo el 2 de julio de 1928. Hoy se cumplen noventa años.

Bajo la dirección de Rafael Espinosa de los Monteros, el hidro fue montándose a la vez que se construían las propias instalaciones de la fábrica. Como éstas no estaban terminadas, se utilizaron las naves de la cercana almadraba de San José. Con las piezas listas se organizó un trasladó, en el mes de mayo, hasta Puntales muy seguida por el público, a pesar de la lejanía del termino urbano. Fue incluso necesario ampliar la puerta de acceso a la fábrica para meter dentro las piezas, donde se ensamblaron.

El hidroavión contaba con 28,6 metros de longitud, 142 metros cuadrados de superficie y un peso de 10.145 kilogramos. El avión salió de CASA aún sin tener terminados todos los equipamientos y sin comprobar la estanqueidad, lo que no hizo mucha gracias a los técnicos alemanes que había seguido todo el proceso constructivo. En todo caso, así emprendió el que será el primer vuelo de un aparato construido por la fábrica de CASA en Cádiz, iniciando la misma una brillante historia en la industria aeronáutica española.

Dos días más tarde se realizó una segunda prueba antes de la entrega oficial del aparato, prevista para el 22 de julio pero adelantada al 19 de ese mismo mes.

El Numancia, pilotado entre otros por los comandantes Franco y Galarza, tenía la misión de dar la vuelta al mundo. En estos primeros años de la historia de la aviación, España se hacía notar especialmente tras la gesta del Plus Ultra, que en 1926 había realizado el primer vuelo entre España y América.

El Numancia, sin embargo, no tuvo tanto éxito. El hidroavión no logró pasar más allá de la localidad portuguesa de Faro, tras seis intentos fallidos de despegar y con un peso de 15,5 toneladas, considerada como excesiva por parte de los técnicos. Tras el fracaso, la nave retornó las instalaciones de CASA a bordo de una pequeña embarcación.

En su relato del despegue, Diario de Cádiz relataba que el aparato fue despedido con cantes y bailes por tanguillos. Mucha alegría para tan poco resultado.

Este golpe no afectó, ni mucho menos a la fábrica gaditana, que poco a poco fue ganando en prestigio. En diciembre de 1930 recibió el espaldarazo del rey Alfonso XIII.

A partir de 1936, la factoría se dedicó a la fabricación de aviones de escuela y sus repuestos, colaborando con las instalaciones de Sevilla para el desarrollo de aviones bimotores. La planta fue creciendo hasta llegar a los 10.500 metros cuadrados, junto a un barrio, el de Puntales, que se fue desarrollando también, y en un terreno donde se fue levantando parte de la industria gaditana, como el varadero, los depósitos de tabacos y la Zona Franca.

Los hidroaviones pasaron a la historia y CASA se dedicó a la construcción de helicópteros y de aviones, entre ellos los míticos Vickers, hasta llegar a los Aviocar.

La necesidad de desarrollo de las instalaciones provocaron la apertura de una nueva fábrica en Puerto Real, lo que en su momento acabó con el cierre de las naves de Puntales.

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