Un acusado: "Yo no soy un pedófilo"; el otro: "Yo soy un arrepentido"

La fiscal mantiene la petición de 6 años de prisión para los dos jóvenes procesados por difusión de pornografía infantil a través de internet pero plantea como alternativa un año de cárcel por posesión

Los dos acusados, de espaldas y sentados, ayer en el banquillo al inicio del juicio, ante el tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz.
Los dos acusados, de espaldas y sentados, ayer en el banquillo al inicio del juicio, ante el tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz.
T. Ramos / Cádiz

25 de febrero 2010 - 01:00

Los dos jóvenes acusados de difundir pornografía infantil a través de internet usaron ayer, al término del juicio en la Audiencia, el turno de la última palabra. Uno de ellos dijo: "Yo no tenía conocimiento de que esas imágenes estuviesen en mi ordenador. No he querido hacer daño a nadie. Lo siento mucho. Esto ocurrió hace mucho tiempo. Ahora tengo mi trabajo, mi novia. Mi familia está aquí conmigo. Ellos me creen. Yo tenía inexperiencia. Yo no soy un pedófilo". El otro fue más breve: "Yo no tengo trabajo. Yo soy un arrepentido de lo que he hecho. Que sea lo que Dios quiera".

El juicio quedó así ayer visto para sentencia en la Sección Tercera tras una larga sesión que tuvo ese epílogo dramático y que terminó con una acusación bien distinta a la del inicio. La fiscal mantuvo la petición de seis años de prisión para cada uno de los acusados pero introdujo un cambio sustancial: planteó como alternativa (subsidiariamente, matizó luego) un año de cárcel por posesión de material pornográfico. Es una puerta abierta a una pena que no llevaría a los procesados a prisión. Justo lo que las defensas intentaron y no lograron antes de comenzar el juicio, cuando le propusieron un pacto a la fiscal que diese lugar a una sentencia de conformidad.

El caso es que uno de los abogados defensores acabó solicitando una multa por posesión de pornografía infantil y el otro reclamó la absolución pero alternativamente, dos meses de cárcel. También por posesión.

Lo que quedó en el aire, pues, fue si los procesados, dos veinteañeros, cometieron un delito de difusión de la pornografía infantil que la Guardia Civil halló en sus ordenadores y que llegó allí mediante el programa de intercambio de archivos Emule. Eso ocurrió a finales de 2006. Hace ya más de tres años.

El acusado R. sostuvo durante su declaración que él nunca descargó pornografía infantil. Que las fotos y vídeos con contenido pedófilo se colaron en su ordenador mezclados con otros archivos que él descargaba: películas, música y hasta imágenes pornográficas, sí, pero no de menores. Él escribía en búsqueda, por ejemplo, "rubia rasurada". Y salía una lista enorme de archivos y él los seleccionaba todos. Luego, cuando miraba lo que había bajado y encontraba algo que no quería, lo borraba. Pero lo que él desconocía era que algunos vídeos y fotos se alojaban en una carpeta. ¿No bajó usted imágenes pornográficas de menores?, le preguntó la fiscal. "Nunca. Jamás. Sería lo último que hiciera", respondió el joven. "Yo no me esperaba nada de esto; que alguien venga a tu casa y resulta que ahora eres un pedófilo...", se lamentó al explicar que después necesitó ser tratado psicológicamente. ¿No sabía usted que en el Emule hay una carpeta que es la que contiene los archivos que comparte con los demás?, le preguntó el presidente del tribunal. "No lo sabía". Si todo el mundo lo sabe, replicó el juez. "Pues yo no lo sabía".

El otro acusado, F., reconoció que sí había descargado pornografía infantil pero negó que difundiese ese material. Lo grababa en discos que entregó a la Guardia Civil cuando los agentes se presentaron en su casa, comprobaron que el disco duro del ordenador de ese joven había sido formateado y entonces él les entregó voluntariamente DVDs en los que tenía los archivos de contenido pedófilo con otros; la gran mayoría, no pornográficos, de música y películas.

Los abogados insistieron en que no ha sido acreditado que los acusados difundiesen pornografía infantil. La fiscal sostuvo, en cambio, que ambos sabían que compartían los archivos.

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