SIEMPRE se ha dicho que la ciudad de Cádiz necesita un lobby en Madrid que le ayude a sacar adelante proyectos para su desarrollo.

Sólo en determinados momentos de nuestra historia del último siglo y cuarto, la capital ha tenido una conexión directa con el gobierno central. El derribo de la muralla, la llegada de trabajo para el astillero en determinados momentos de crisis económica y social, el soterramiento del tren, la ayuda por la ‘insularidad’ o el segundo puente (porque el Carranza lo pagó la ciudad de su bolsillo), han sido proyectos que han salido adelante gracias a la conexión de los ayuntamientos de la época con la autoridades de Madrid. Otros muchos problemas, de gran calado, han quedado por el camino sin resolverse.

El desempleo siempre ha estado presente, junto a la vivienda y las comunicaciones, como uno de los grandes déficit de la capital y de su Bahía. El cierre o la marcha de empresas públicas en las últimas décadas no ha ido acompañado por planes efectivos de sustitución para una rápida reactivación de nuestra economía.

Los últimos años han sido especialmente duros. La pandemia de coronavirus paró en seco la recuperación y la expansión en sectores como el comercio y el turismo, asumiendo que a pesar de su importancia no pueden dejar a un lado la relevancia que la industria debe de tener para nuestra economía.

En todo este proceso, Cádiz y su Bahía están viviendo una de cal y otra de arena desde el gobierno central.

Por una parte, es evidente la recuperación de la marca naval de Cádiz. Sus astilleros vuelven a ser ya uno de los dinamizadores sociales y laborales de la comarca, con una carga de trabajo en aumento en las tres factorías de la Bahía: Puerto Real, San Fernando y la capital, cuya especialización en reparaciones y transformaciones le han situado entre los astilleros de mayor relevancia en todo el mundo en este campo.

Por el contrario, el resto de la fuerza industrial se mantiene con pilares muy endebles. Ejemplo de ellos es la incertidumbre del sector aeroespacial, que en su día se planteó como la alternativa ante la marcha de la industria del motor. Todo ello, junto a la dudas que sigue planteando la operación de Lógica, continuador del fracasado polígono de Las Aletas.

Esta es la situación en la que vivimos actualmente. Por ello, cualquier ayuda que venga de Madrid, ganada a pulso por el conjunto de la sociedad gaditana, es bienvenida.

Y aquí es donde se ven claros contrastes entre los miembros del gobierno de Pedro Sánchez en cuanto a su atención por Cádiz. Contraste que pudimos observar con claridad el pasado viernes cuando se dieron cita en la Bahía la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

La segunda llegó al astillero de San Fernando con lo que esta Bahía necesita tanto: el compromiso de creación en nuestras factorías de más de 700 nuevos empleos, en una expansión que no veíamos desde hace muchos años, además de otros 6.000 puestos de trabajo en el sector auxiliar. Es decir: riqueza para el conjunto de la sociedad gaditana.

Un anuncio que, además, partía de la misma ministra que hace unas semanas presentaba en Cádiz el proyecto de más de 800 viviendas en terrenos de Navalips.

Lejos de la foto oficial y el "vámonos para casa", la ministra Montero sí vino a Cádiz con medidas concretas para favorecer el mercado de la vivienda y el empleo en la zona.

El mismo viernes, su compañera de gabinete, Yolanda Díaz, también aterrizaba, con dificultad, en Cádiz. Pero parece que se le olvidó meter en su cartera proyectos para crear empleos, con inversiones para la Bahía.

Tal vez pensando que con una sonrisa a cámara valía, Díaz apenas tuvo tiempo para un rápido encuentro, foto incluida, con el alcalde de la capital, José María González (que llevaba tres años intentando hablar con ella sobre los problemas de la Bahía) y representantes sindicales del sector industrial. Una reunión rápida porque venía con el tiempo justo, tras un viaje en avión algo accidentado. Eso sí, tuvo tiempo para una entrevista en directo con una cadena de televisión nacional.

Se podría hacer una reflexión sobre la notable diferencia, a la hora de defender los intereses de Cádiz, entre la visita de Montero y la de Díaz, pero basta con utilizar los comentarios emitidos tras el encuentro con la vicepresidenta por parte de la Coordinadora de Trabajadores del Metal, se supone que más cercana ideológicamente a la ministra de Trabajo:

"Lamentamos que no hubiera venido (Yolanda Díaz) en época de conflictos" y que su visita a Cádiz lo fuera por una invitación externa "y no por su propia iniciativa. Ha tenido una actitud muy gaditana de dejar las cosas para más tarde", ironizan los sindicalistas.

Los representantes del Metal critican igualmente "la visita fugaz y ‘porque pasaba por aquí", con el objetivo de hacerse una fotografía que demostrase que había venido, por fin, a Cádiz.

"Los acontecimientos (de crisis laboral) que hemos sufrido no merecen este trato (por parte de la ministra de Trabajo)", constatando este colectivo que Yolanda Díaz ha actuado como "lo que ella crítica: como la política al uso, según le convenga para su hucha electoral". La vicepresidenta se encuentra ahora inmersa en la puesta en marcha de la plataforma política Sumar.

Una vez que ya ha venido, que ha sonreído a la cámara y que ha pasado el tragó de sentarse con los trabajadores que desde hace años le venían pidiendo una reunión, habrá que reclamarle que en su próximo viaje sí traiga proyectos y empleo para Cádiz. Y si no sabe, que le pida la receta a su compañera de gabinete María Jesús Montero.

Y si Díaz no quiere pedir favores a Montero, siempre puede acudir a otra ministra, la de Transportes, Raquel Sánchez, que este lunes ha anunciado una inversión de 277 millones de euros para mejoras en la autopista de Cádiz a Sevilla incluyendo, como proyecto de referencia, la apertura de un tercer carril que mejore la circulación en esta vía, aunque sea un plan a varios años vista.