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"Volvería a trabajar en la radio aunque fuera gratis"

  • Enrique Treviño González, actualmente uno de los radiofonistas más longevos, recuerda sus años ante el micrófono que descubrió en Radio Juventud en el año 1951

Enrique Treviño, uno de los radiofonistas más longevos de la capital, afirma que "volvería a trabajar en la radio aunque fuera gratis". La "culpa" dice que fue de un anuncio que leyó en el Diario en 1951 que informaba de la apertura en Cádiz de una estación escuela de radio, promovida por la Red de Emisoras del Movimiento, que supuso el nacimiento de Radio Juventud de Cádiz, que luego formó parte de la Cadena Azul de Radiodifusión, más tarde de Radio Cadena Española y ahora de Radio Nacional de España. De joven la radio ya le gustaba como oyente y decidió apuntarse. Tenía entonces 23 años.

-¿Qué recuerda de aquella primitiva emisora, en la calle Buenos Aires, donde también estaba la Delegación Provincial del Frente de Juventudes?

- El director era Eduardo Rodríguez Escolar, hijo del entonces gobernador militar y que era el dueño de la emisora de onda corta. El gobernador civil, Carlos María Rodríguez de Valcárcel, nombró como promotor a Enrique del Castillo Martínez, que era el delegado provincial de la Juventud, que luego quedó al margen. Recuerdo como compañeros a María del Carmen Pedroche y a Manuel Gómez Pizones, que terminó en TVE. Más tarde entraron Enrique Márquez, Evaristo Cantero, Pilar Puyana, Luis Rozo Rodicio e Higinio Saínz León, entre otros.

-¿Cómo era la vida cotidiana en aquella radio inicial? ¿Recibía algún incentivo económico por su trabajo?

- Lo primero era que todo el mundo hacía de todo, aunque no se trabajaba todo el día, ya que las emisiones se cerraban a una hora determinada la noche. En cuanto al sueldo, nos repartíamos los ingresos por publicidad que nos gestionaban Mago Publicidad y Publicidad Jurado. Recuerdo que el primero fue de 60 pesetas. Hay que tener presente que la emisora de onda media se escuchaba en muchos países, desde Alaska a Méjico, y de eso presumíamos a la hora de buscar publicidad, pero escasamente en Cádiz. Un día acudí a intentar sacarle un anuncio al dueño de una lechería que había entre las calles Beato Diego y Rosario. Para convencerlos les dije que se nos escuchaba en muchas partes, pero como precisamente en Cádiz era difícil sintonizarla, me dijo que nadie de esos países iba a ir por leche a su negocio y me emplazó a volver cuando se solucionase ese problema. Mi primer sueldo oficial como locutor de primera y jefe de emisiones ascendió a 750 pesetas.

-¿Hacer de todo, como afirma, se entiende que incluye desde deportes a cultura, pasando por sucesos o programas musicales?

- Hasta transmitíamos el rezo del rosario todas las tardes desde la iglesia de Santo Domingo, en cuya sacristía incluso se montó un pequeño estudio con ese motivo. Un día el obispo nos invitó a conducir el rezo en su presencia y algunos lo pasaron mal porque no recordaban los misterios.

-¿El fútbol sin embargo no ha sido para usted un plato fuerte?

-He cubierto también muchos desplazamientos del Cádiz C.F. e incluso en viajado con el equipo. Lo habitual era que yo hiciera la crónica del encuentro y que Enrique Márquez asumiera la retransmisión del partido.

-¿El Carnaval sí que ha sido una constante en su quehacer radiofónico?

-Creo que el Carnaval le debe mucho a la radio, tanto a Radio Cádiz como a Radio Juventud. Fue en 1953 cuando Radio Juventud decidió retransmitir el concurso del Falla, lo que llevamos a cabo Enrique Márquez y yo, con Pepe Benítez como técnico. Nos colocábamos debajo de las bambalinas, a la derecha de los espectadores y de Radio Cádiz, que se situaba en la otra, con Aurelio de la Viesca y Manuel Fernández Garaboa, que era también el locutor de sala. Para la final venía un equipo técnico de Radio Nacional de España, que nos causaba envidia, porque entonces disponíamos de un solo micrófono de pie, a veces dos, que se decidió colgar desde el techo del teatro para evitar que una voz predominara sobre las demás de la agrupación.

- Usted posee el récord de haber retransmitido 52 finales del concurso de agrupaciones, desde 1953 hasta 2005, ¿ha cambiado mucho el certamen a lo largo del tiempo?

- La gente llamémosle 'culta' consideraban que las agrupaciones eran algo barriobajero, lo que afortunadamente se superó a partir de 1977 gracias a los componentes del coro 'Los Dedócratas', que demostraron que no era así y contribuyeron decisivamente a acercar la principal fiesta de la ciudad a todos. Antes la censura obligaba a calentarse más la cabeza a la hora de escribir una letra y ahora reconozco que se presentan al concurso un elevado número de agrupaciones. Yo considero que cualquiera de ellas siempre tiene algo que guste a la gente, e incluso que la conmueva, y no me refiero a los pasodobles que pretenden provocar el llanto. También antes se quedaban más las letras, porque eran menos y también porque eran más fáciles de cantar y ahora para cantar el pasodoble de una comparsa hace falta reunir a varios vecinos para que cada uno haga las distintas voces.

-¿Entre los distintos tipos de agrupaciones, cuál es la modalidad que prefiere?

- Me gusta sobre todo el tango del coro, aquellos que Joaquín Fernández Garaboa 'El Quini' decía que eran 'cardenalicios', porque sentías un pellizco al oírlo. A continuación las chirigotas y finalmente las comparsas, donde nadie ha superado los pasodobles de Paco Alba, aunque destacan los de Antonio Martín y Enrique Villegas, ambos con estilos distintos.

-¿Ya que considera que el número de agrupaciones que acude al Falla es excesivo, propone alguna fórmula para reducirlo?

- Creo que actualmente bastaría con exigir una maqueta con el repertorio de la agrupación, que un jurado haga una selección y que se concrete el número de grupos que concursan, como se hace hoy día en cualquier tipo de certamen.

-¿Aunque usted ya no va al teatro durante el concurso, reconoce que la fiesta ha cambiado bastante?

-En el año 2003 me dedicaron el concurso del Falla y dos años después de jubilé de la radio, me borraron de la lista y ya no he vuelto más, ni siquiera a hacer fotografías. Ahora lo sigo por Internet desde casa. Es cierto que el Carnaval ha ganado mucho en calidad, se canta mejor y la voces también son mejores, aunque en las letras hay de todo. De todas formas, como ha sucedido siempre, siguen ganando las agrupaciones que a juicio del jurado son las mejores y los que van al concurso saben a lo que van.

-También ha llegado a ejercer la información taurina.

-Cuando Antonio Rosales Gómez, 'Don Puyazo', dejó Radio Cádiz para pasar a Radio Juventud, yo participaba en sus 'Cuadernos Taurinos' encarnando a su fiel monosabio 'Perico'. Me compenetraba muy bien con él, que era el autor de los guiones, pero que me dejaba intervenir con aportaciones propias. Luego he intervenido en varios actos en su memoria, entre ellos el que se celebró en 1996, el año que falleció, en el Hotel Puertatierra, con motivo de la presentación del libro Don Puyazo. Antología, de Francisco Orgambides, que editó la Asociación de la Prensa que entonces presidía Evaristo Cantero.

- ¿La Semana Santa es otra de sus pasiones?

-Actualmente creo que soy el hermano más antiguo de la cofradía del Santo Entierro. Mi padre y el abogado José Antonio Pérez y Díaz de Velasco, el padre del también letrado José Ramón Pérez Díaz-Alersi, eran primos segundos y uña y carne, y además tenían el primero su bufete y el segundo su consulta muy cerca, me hicieron hermano siendo pequeño y sigo. He sido también manigueta de la Virgen de la Soledad siendo capataz Serafín López 'El Peluquero', cuyo martillo conservo, y dejé la cuadrilla para salir cargando en la del paso de la sección de penitencia Ecce Mater Tua de las Congregaciones Marianas, de la fui capataz y en la que sigo saliendo. En aquellos primeros años Ecce Mater, entonces fuera de la Junta Oficial de Cofradías, realizaba cada año un itinerario distinto, algo que hoy sería impensable por problemas de tráfico.

- Qué anécdotas conserva de aquellos años.

- Me acuerdo que nos reuníamos en el bar La Palma del Hondillo, frente al freidor que había entre las calles Ruiz de Bustamante y Marqués de Cádiz. Un día entre miembros de la junta de gobierno y cargadores éramos trece personas y el capataz Manuel Merello 'El Rubio del Aceite' nos instó a invitar a alguien más por aquello de la superstición. También he salido en una ocasión en la cofradía de Medinaceli, ya que mi padre colaboró con la familia Campe en su fundación.

-Volvamos a la radio, ¿el medio ha cambiado mucho desde aquella primitiva Radio Juventud?

- Aquella radio era muy artesanal y muy directa, tenía mucho de Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Hoy hay muchas 'figuritas', que no saben ni hablar ni escribir, pero que tienen un equipo detrás que es el que los hace famosos. Son sólo voces. Yo creo que faltan profesionales.

- ¿No ha tenido otras aficiones?

- La fotografía fue otra pasión en su momento e incluso la pesca y hasta llegue a tener un barquito con un moto fuera borda, pero también lo dejé.

- Al final lo que ha predominado en usted siempre ha sido la radio.

- Antes era imposible vivir sólo de lo que ganaba en la radio y alterné muchos años ese trabajo con otro en el Banco Central, primero en la plaza de San Antonio y luego en la calle San Francisco, hasta que me prejubilé porque los dos empleos eran incompatibles. En una ocasión vino al Banco un alto cargo de Madrid y me preguntó si yo acudía a la entidad sólo en los ratos libres que tenía en la radio.

- Me aseguraba al principio que volvería a trabajar en la radio hasta gratis, ¿tanto engancha?

- Lo reitero . Ya jubilado enviaba todos los días a la radio un comentario que se llamaba 'El contestador automático'. Ahora lo sigo escribiendo diariamente para mí, para mantener activas las neuronas.

- ¿Solo uno de sus seis hijos continúa la tradición ?

- El mayor de los seis, que se llama también Enrique, es actualmente el responsable de Radio Nacional de España en Mérida, una emisora que en 2012 cumplió sus primeros 75 años.

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