el patrimonio de la capital Los comercios

Peligra la arquitectura comercial

  • La decisión de la Comisión Municipal de Patrimonio desautorizando actuar en la antigua Relojería Alemana despierta el interés por preservar los establecimientos con valor histórico que todavía se conservan

La decisión de la Comisión Municipal de Patrimonio desautorizando la propuesta de actuación de la nueva firma que se va a instalar en el local que venía ocupando desde 1964 la Relojería Alemana en la calle Columela ha despertado el interés por preservar los establecimientos comerciales con valor histórico, entendiendo como tales aquellos de principios y mediados del pasado siglo que aún se conservan.

La Corporación Municipal de 1991 a 1995, la última presidida por Carlos Díaz, aprobó por unanimidad una propuesta del entonces concejal y portavoz de IU, el periodista Fernando Santiago, demandando la elaboración de un catálogo de arquitectura comercial para incorporarlo al PGOU.

Santiago señala que su intención era proteger para las generaciones venideras desde fachadas a establecimientos completos, pasando por mostradores o estanterías singulares, que en aquellos años estaban desapareciendo.

Al respecto, el arquitecto Julio Malo de Molina recuerda que el Ayuntamiento de entonces le encargó realizar un inventario de esos locales, que ascendían a una centenar y en el que incluía desde Casa Manteca, en el Corralón, a Moral, en la calle San Francisco, pasando por las zapaterías Faly, la heladería Los Italianos, en la calle Ancha, o la taberna La Manzanilla, en Feduchy.

Malo de Molina dice que la indecisión municipal propició que la propuesta finalmente no se llevase a la práctica y se perdieran establecimientos como el bar Los Patricios, en la plaza de San Juan de Dios esquina a Pomponio Mela, o El Parisien, en la plaza de San Francisco.

El arquitecto reconoce que se trata de un patrimonio muy frágil, ya que cuando alguien compra un local si carece de la sensibilidad suficiente para mantenerlo lo derriba, porque le resulta más barato, aunque a la larga tenga un efecto negativo.

Pese a que entonces no se actuó a tiempo, Julio Malo asegura que aún quedan edificios singulares, como la taberna La Mazanilla, y cita al filósofo Fernando Savater, que la incluye en sus tres emblemáticos templos del vino, junto a una taberna de Edimburgo y otra de su San Sebastián natal.

De todas formas apunta que desde la Comisión de Patrimonio se está actuando en esa línea, como en el reciente caso de la Relojería Alemana, y así se recogerá en el nuevo PGOU.

Por su parte, el empresario José Álvarez Portillo, concejal del PA en el Ayuntamiento en el que el se aprobó aquella propuesta y un estudioso de la historia comercial de la ciudad, alude a la Ley de Patrimonio Histórico Andaluz de 2007 que incluye también la protección de los bienes de interés industrial como integrantes de ese patrimonio, cuando se pronuncia a favor de conservar lo que denomina elementos singulares,.

Álvarez apunta que ahora premodina un estilo simplistas e insípido incluso en fachadas del siglo XVIII de las calles más céntricas de la capital gaditana, en las que destaca el color blanco y el aluminio, cuando lo tradicional es la piedra ostionera, revestida o no, y la madera.

En esa línea cita como ejemplos un establecimiento situado entre las calles Colulmela y José del Toro y otro en San Francisco esquina a General Luque, lo que ha provocado la desaparición de sendas fachas singulares.

Por el contrario declara que también en Cádiz, destacan ejemplos como el de la Joyería Gordillo, en la calle San Francisco, donde se ha respetado la antigua fachada, como las del antiguo Bazar España o Goya, ambos locales de la calle Columela, así como diversas ciudadades, desde Madrid a Zagreb o Dubrovnik, en Croacia; Bruselas, en Bélgica, o, Heidelberg, en Alemania, donde comercios centenarios son un atractivo turístico y se incluyen en la visitas guiadas, como ejemplos del patrimonio urbano comercial.

Álvarez considera que hay que compatibilziar la conservaqción del patromino comercial, como seña de identidad de la propia ciudad, con la modernidad, y destaca además la singularidad del casco histórico de Cádiz.

Para ello señala que es fundamental la sensibilidad de los comerciantes y adelanta que así se asegura que quieren actuar los nuevos propietarios de la ferretería Candelaria, en la plaza delmismo nombre, un local donde se ubicó en su día la cafetería Royal y que ahora quieren recuperar.

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