Luis Navarro, nuevo académico de la Hispano Americana
El catedrático emérito de Historia de América afirma que "el puesto de combate de los americanistas de los dos continentes es trabajar por el hermanamiento"
"El puesto de combate de los americanistas de los dos continentes es trabajar en buscar que nos llevemos como hermanos, pese a la mala política del siglo XIX", afirma el doctor y catedrático emérito de la Universidad de Sevilla Luis Navarro García, que ayer fue recibido como académico correspondiente, en Cádiz, de la Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras, durante una sesión pública que se desarrolló en el salón de grados de la Facultad de Medicina.
El profesor Navarro, considerado un maestro del americanismo español, título que é dice que concede la edad por cumplir su oficio, señaló que la distinción "es un alto honor y una satisfacción para un americanista sevillano".
También aludió a la estrecha vinculación de Cádiz con América hasta finales del siglo XIX y abogó por revisar los errores y egoísmo de una y otra orilla que rompieron esa relación.
"La identidad de un pueblo se hace frente a otro, se busca un enemigo y España fue el enemigo nato para esa separación, pese a que hasta los años 30 hubo proyectos para reconquistar América", destacó.
El catedrático, que fue presentado por el académico de número y vicedirector primero, Manuel Bustos Rodríguez, tituló su discurso de ingreso De las reformas a la independencia: los proyectos españoles sobre América en torno a 1800, en el que planteó cómo España afrontó el tema de la independencia y cómo proyectó sin éxito evitarla.
El profesor Navarro dijo que el Gobierno español se alarmó con la independencia de los Estados Unidos, cuyo resultado positivo comprobaron las colonias, y luego enumeró los tres proyectos para evitarlas, el de José de Gálvez, el conde de Floridablanca y el de Aranda, que intentó más tarde recuperar Manuel Godoy y que abogaba por crear reinos en América para lograr un imperio. Con ese motivo trasladó la Corte a Aranjuez con la intención de llevar luego a Sevilla, después a Cádiz y más tarde a América, lo que impidió el motín que tuvo lugar en dicha villa madrileña el 18 de marzo de 1808.
El acto fue clausurado por la directora de la Academia, María del Carmen Cózar.
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