Federico Joly, corresponsal de guerra
Historias de Cádiz
El director y propietario de Diario de Cádiz asistió en primera línea a la llamada Guerra de Margallo, en 1893 l Comisión del Casino Gaditano para repatriar soldados heridos
Los ingleses aseguran que el primer corresponsal de guerra fue William Rusell, que en 1854 envió desde Crimea algunas crónicas para 'The Times'. Recientemente, por el contrario, ha quedado demostrado que muchos años antes, durante la Primera Guerra Carlista, hubo en España corresponsales que siguieron de cerca ese conflicto bélico.
Sin embargo, los modernos historiadores coinciden en señalar que los primeros corresponsales de guerra, tal y como hoy los entendemos, surgieron en la Primera Guerra del Rif, conocida como Guerra de Margallo, en 1893. La profesora Díez Barriuso señala que con la Guerra de Margallo llegó “ la primera generación de los reporteros de guerra españoles”. Entre esos primeros periodistas se encuentra Federico Joly Diéguez, director y propietario de Diario de Cádiz.
La Primera Guerra del Rif, llamada de Margallo por el nombre del comandante general de Melilla, Juan García Margallo, comenzó en octubre de 1893. España había firmado tratados con Marruecos por lo que disponía de una franja de terreno alrededor de Melilla. En dicha zona, el mando ordenó construir unos fuertes para la mejor defensa de la ciudad. Una de estas defensas comenzó a ser levantada sobre la tumba de uno de los santones de las tribus del Rif, que consideraron una gravísima ofensa dicha construcción. El 3 de octubre de ese año, de manera inesperada, más de seis mil rifeños se lanzaron al ataque llegando hasta los muros de Melilla, que estuvo a punto de sucumbir.
Desde la península fueron enviados refuerzos y todos opinaban que dicho ataque sería una escaramuza más y que las tropas españolas acabarían con la rebelión en el Rif en poco tiempo. Desde Cádiz partió el Regimiento de Álava, con base en los cuarteles de las Puertas de Tierra, entre vítores patrióticos. Ante el Gobierno Militar cientos de gaditanos formaron colas para inscribirse como voluntarios y hasta cincuenta obreros gaditanos de la construcción pidieron ser enviados a Melilla para trabajar en los fuertes gratuitamente.
Diario de Cádiz envió en primer lugar al periodista Francisco Santomé, que embarcó junto al Regimiento de Álava. Pronto se vio que no se trataba de una escaramuza más. Los rifeños llamaban a la guerra santa y desde Melilla podían verse cientos de hogueras formadas por las cábilas llamando a la guerra. El general Margallo pedía insistentemente al Gobierno el envío de refuerzos mientras tenían lugar las primeras bajas.
Los principales periódicos de España decidieron enviar sus corresponsales, autorizados por el Gobierno de Sagasta; Gasset por El Imparcial, Morote por El Liberal y los directores de La Correspondencia, El Heraldo y la Agencia Mencheta. Diario de Cádiz decidió enviar a su director Federico Joly Diéguez.
El periodista gaditano, hijo del fundador del periódico, era un joven y brillante escritor. Gracias a la leyes de la época, Joly se había licenciado en Medicina cuando apenas tenía veinte años, pero decidió abandonar su primera vocación para dedicarse a ayudar a su padre en la ardua tarea de sacar a la calle el Diario y su suplemento.
Las crónicas de Diario de Cádiz enviadas desde Melilla reflejan la gravedad del momento. Las tropas españolas eran escasas y dotadas de deficiente material. Mientras en la península se gritaba, “Melilla, cueste lo que cueste”, este periódico publicaba un telegrama urgente: “Toda la noche la situación ha sido muy grave. Es urgente el envío de grandes refuerzos”.
Y ocurrió la tragedia. Margallo salió a hacer una descubierta al fuerte de Cabrerizas Altas cuando más de diez mil rifeños lanzaron un terrible ataque. Margallo murió de un balazo. El fuerte pudo salvarse gracias a la bravura de unos pocos soldados, entre ellos el joven teniente Miguel Primo de Rivera, que años más tarde sería jefe del Gobierno, que consiguió ese día la Cruz Laureada de San Fernando.
La crónica del Diario sobre la jornada de la muerte de Margallo es espeluznante. Hasta algunos corresponsales de prensa “fueron armados de fusil y bayoneta, combatiendo con los nuestros y distinguiéndose como bravos soldados”.
El Gobierno decidió finalmente enviar varios buques de la escuadra para que bombardearan los puestos de los rifeños. La llegada de nuevas tropas a Melilla pudo contener los ataques y poco a poco los rifeños fueron emprendiendo la retirada.
Joly Diéguez enviaba certeras crónicas con una extensa información de las bajas y heridos de guerra. Los ejemplares del Diario eran enviados a Sevilla y expuestos en las cristaleras de los casinos, donde el público podía conocer las vicisitudes de la guerra con anterioridad a las noticias facilitadas por el Gobierno. Tal era el afán de Joly por enviar noticias con rapidez que en cierta ocasión, al no haber buques correos con la península, fletó un pequeño barco para hacer llegar sus cuartillas a la redacción del periódico. La Correspondencia de España, el periódico más importante de Madrid, utilizó durante algún tiempo de las crónicas de Joly para informar a sus lectores sobre la guerra.
El Casino Gaditano, que había abierto suscripción popular para ayudar a los heridos de guerra, envió a sus socios Enrique Macpherson y Fernando Arrigunaga a Melilla para hacer entrega de la ayuda y repatriar algunos heridos. Federico Joly les sirvió de guía para la realización de tan humanitaria labor.
Restablecida la situación militar y mientras los rifeños solicitaban negociaciones de paz, Joly Diéguez emprendió el regreso a su ciudad para continuar su labor al frente de Diario de Cádiz.
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