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Cádiz

Fallece a los 77 años de edad el canónigo de la Catedral Mateo Silva Romero

Tras una paciente y esperanzada lucha contra las dolencias que soportaba durante los últimos años, en paz e, incluso, con la alegría de quien ha sido fiel a sus compromisos humanos, familiares y sacerdotales, ha fallecido el padre Mateo Silva a los 77 años de edad y después de medio siglo ejerciendo el sacerdocio. Un creyente que, con su modestia, con su sencillez y con su llaneza nos ha mostrado el atractivo y la validez de unos valores fundamentales que, en la actualidad, pasan desapercibidos pero que, a la larga, son reconocidos por casi todos. Las actitudes y los comportamientos de Mateo Silva han constituido la ilustración y la prueba de que las paradojas evangélicas no son unos meros ejercicios retóricos sino que nos proporcionan unas fórmulas eficaces para ayudarnos a encontrar el bienestar personal, la concordia familiar y la armonía social. Por eso sus aspiraciones siempre se vieron colmadas y las expectativas de los que solicitaron su apoyo nunca fueron defraudas.

El padre Mateo, en sus diferentes misiones pastorales en las parroquias de Tahivilla, Conil o San José de Cádiz, en sus funciones como notario diocesano o como canónigo de la Catedral nos dio pruebas concluyentes de que era un hombre servicial que prestaba su ayuda sin reclamar elogios y sin, ni siquiera, esperar gratitud. Él optó por ser levadura oculta en la masa y, en consecuencia, siempre renunció, explícitamente, a todos los signos que expresen afán de exhibicionismo y alardes de poder. Era un acompañante que acudía a todos los que requerían su colaboración.

La explicación de su vida sencilla y de su claro discurso pastoral gravitaba en su permanente oración. Por eso, en sus homilías, sobrias y escuetas, en la administración del perdón y en la celebración de la Eucaristía nos desvelaba el rostro y las pisadas de Jesús; nos trazaba el apasionante proyecto de vida dibujado en las bienaventuranzas y nos estimulaba para que nos decidiéramos a descubrir la riqueza del amor, las ganancias de la generosidad y los tesoros de la cruz.

Y es que, como él repetía, la dificultad del Evangelio no reside en su comprensión sino en su práctica. "Las palabras de Jesús -afirmaba- son fáciles de entender para todos los que acuden a él con un corazón limpio y generoso; la fe no es el resultado de una erudición intelectual sino un regalo, una gracia que se concede a los que poseen las entrañas de los pobres y de los humildes". Este tarifeño afable y sencillo nos ha dado, durante medio siglo, unas elocuentes muestras de su notable capacidad para, de una forma modesta e intensamente vital, generar a su alrededor un confortable clima fraternal y una densa atmósfera de amistad. Es posible que esa manera de interpretar las actividades pastorales tenga mucho que ver con el ambiente cálido que él siempre ha respirado en su hogar.

En los últimos años, a pesar de las limitaciones impuestas por los achaques, el padre Mateo seguía siendo un servidor de la comunidad que, mediante el testimonio, nos enseñaba a mirar más allá infundiéndonos ilusión, brindando su amistad, interpretándonos el misterio de la Iglesia y preparándonos para afrontar la vida de una manera esperanzada. Con sus palabras y también con sus silencios, nos ofrecía un permanente testimonio de su confianza en Dios y de cariño agradecido a su Virgen de la Luz, la Patrona de su pueblo. Con esos gestos cordiales, él nos ha demostrado que, además de buena persona, era un creyente que amaba con pasión a la Iglesia y un sacerdote que, discreta y modestamente, deseba servir a los hombres. Con sus hermanos María, Pepe y Jesús, y con sus sobrinos, nos sentimos hondamente apenados por su ausencia. Que descanse en paz.

Los restos serán trasladados hoy a la Iglesia de San José a las 10.30 horas, celebrándose allí la misa exequia a las 13.00 horas.

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