Fallece Araceli Hernández, ex concejala del Ayuntamiento de Cádiz, a los 90 años
Obituario
Entre 1987 y 1992 fue edil del PP, pero ese año pasó al Grupo Mixto por discrepancias con su partido, manteniendo su acta hasta 1995
Nunca pasó desapercibida en sus intervenciones a viva voz en los plenos, a donde llegó a acudir vestida de piconera
Lágrimas gaditanas por Don Manuel
Araceli Hernández Martín, ex concejala en el Ayuntamiento de Cádiz, primero por el Partido Popular y luego en el Grupo Mixto entre 1987 y 1995, falleció este miércoles 30 de agosto a los 90 años de edad. Nacida en Trujillo (Cáceres) y casada con Marcelino, tenía dos hijas. Araceli Hernández era profesora de Literatura, asignatura que impartió en los colegios San Felipe Neri y Campo del Sur.
Militante de Alianza Popular (AP) y luego del Partido Popular (PP), durante dos legislaturas fue concejala en la oposición al Gobierno local del socialista Carlos Díaz, cargo que abandonó por discrepancias con su grupo. En 1995 dejó la política, a la que aseguraba que llegó de la mano de quien consideraba su mentor, Manuel Fraga, y se dio de baja del PP, aunque siempre se consideró “militante de espíritu”, como le confesó al periodista Paco Perea durante una entrevista en 2002. Ese año se presentó a las elecciones municipales con una candidatura independiente, pero sólo obtuvo 300 votos.
Araceli Hernández no pasaba desapercibida porque lo mismo iba a los plenos solemnes vestida de piconera que se colaba en el palco municipal con un mantón de Manila. Sus momentos culminantes eran cuando en los plenos preguntaba de viva voz. En ellos defendió la legalización del hachís y la marihuana y que el Estado tratase médicamente a los toxicómanos, propuestas que la alejaron de la ultraconservadora línea política del PP. Los suyos pidieron que todas fuesen por escrito. En protesta, se presentó amordazada con un esparadrapo en la boca en uno de los plenos.
Retirada de toda actividad, pasó el resto de sus días disfrutando de la familia y del paisaje de Trujillo, los pinares de Roche, los pueblos blancos y de Torremolinos, donde residía una de sus hijas y una nieta. “Pero mi casa está aquí, en Cádiz, ciudad por la que muero”, le decía con orgullo en la misma entrevista publicada en Diario de Cádiz.
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