Cádiz

Cien años de historia de la Plaza de España de Cádiz

La plaza, en sus primeros años. Aún sin construir los edificios que le taparon la visión del mar.

La plaza, en sus primeros años. Aún sin construir los edificios que le taparon la visión del mar. / D.C.

La plaza de España de Cádiz se prepara para el inicio de la que va a ser su mayor transformación desde que se construyó hace casi un siglo. Con el Monumento a las Cortes de Cádiz como referente central, pero a la vez acogiendo edificios de gran valor histórico, como la antigua Casa de Contratación y la Casa de las Cinco Torres, se busca reformar su centralidad y su espacio, de gran tamaño, como referente peatonal. Y, a la vez, su conversión en una de las principales puertas de acceso a Cádiz desde el espacio portuario.

Esta apuesta ciudadana llega a un recinto que hace poco más de un siglo apenas era un espacio portuario muy degradado, sucio y pestilente hasta el punto de ser conocido por los gaditanos como "puerto piojo", y que empezó a transformarse con el inicio del derribo de las murallas y su elección, posterior, para acoger el Monumento a las Cortes de Cádiz.

En 1906 se inició el derribo de la muralla. Comenzó en la Puerta del Mar, ubicada frente al Ayuntamiento, y se dirigió por sus dos brazos. Uno rumbo a la fábrica de Tabacos, que la rodeaba, y otra camino de San Carlos.

En este último caso, la muralla protegía casi muro con muro al histórico edificio de la entonces Aduana, hoy Diputación y en su origen Casa de la Contratación. La fortificación seguía a la altura de las viviendas, entre ellas la Casa de las Cinco Torres y las fincas exteriores del barrio de San Carlos, hasta llegar al baluarte de San Carlos.

El avance del derribo dio sus primeros frutos, en la mejora estética y sanitaria de la zona, con la apertura del pequeño paseo de Labra, que estará listo en 1912 (ya que el derribo de la muralla se ejecutó lentamente), conectando con el paseo que se había abierto en la actual Canalejas. Este ensanchamiento facilitó también el paso del tranvía.

Un año antes el arquitecto municipal, Juan Cabrera, había redactado un proyecto para urbanizar el terreno en precario existente entre los dos baluartes, a fin de habilitarlo para taller de bloques, según reflejan en el segundo tomo de la Historia Urbana de Cádiz María Pilar Ruiz y Juan Jiménez Mata.

En 1912, con motivo del primer centenario de la Constitución de Cádiz, se aprueba la construcción de un monumento conmemorativo. El proyecto elegido está firmado por Modesto López Otero y Aniceto Mariñas. Se elige el nuevo terreno recuperado al mar por su amplitud, teniendo en cuenta que el resto del casco urbano (entonces aún sin urbanizar los extramuros) estaba casi totalmente acolmatado. Entonces se llegó a denominar la plaza como la de La Independencia.

El inicio de las obras, que se alargará durante más de una década, compartirá espacio con una construcción efímera dedicada a Teatro-Circo, donde se proyectaban las primeras películas y se organizaban diversos espectáculos. Se ubicará en una esquina de la nueva plaza, junto a la Aduana (hoy Diputación) y se mantendrá en pie hasta 1929, cuando se urbanice todo el recinto.

El proyecto del Monumento daba su cara principal al mar, ya que se pretendía que fuese lo que primero viesen los barcos en su atraque al muelle gaditano. También se planteaba una gran escalinata que llegase hasta el mar, lo que se descartó ante la proximidad del muelle del carbón (ubicado donde hoy están los edificios de la Junta y la Autoridad Portuaria). 

En 1929 se terminan las obras del Monumento. El arquitecto municipal Rafael Hidalgo se encargará del diseño de la nueva plaza.

En los años 50 se comienza a urbanizar todo el frente del Monumento. Allí se levanta la sede de la Junta de Obras del Puerto y la residencia del director del mismo. Todos estos edificios fueron demolidos sustituyéndolos las nuevas oficinas de la Autoridad Portuaria y las dependencias centrales de la Junta de Andalucía. En un primer momento se planteó transformar el muelle del carbón en un muelle para trasatlánticos.

Antes se había levantado, en suelo de relleno, el último barrio del casco antiguo, el de la Hispanidad, plagado de modernas y altas construcciones que rompieron de forma definitiva la visión del Monumento desde el mar.

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