Cádiz

Chorizos en prácticas

  • La historia de dos cacos de pequeña monta de Guillén Moreno enviados a prisión por insistir una y otra vez en sus golpes fracasados

J.A.L.C. y J.C.R.C., dos chavales de 25 y 23 años respectivamente, agotaron su cupo de errores. El fin de semana pasado la Policía Nacional dijo hasta aquí y procedió a su detención después de un rosario de intentos de robo, casi todos fallidos. El perfil de los detenidos no es demasidado desconocido dentro de la delincuencia común. Habitantes de pisos sociales de la barriada Guillén Moreno, consumidores de hachís y pastillas, familias desestructuradas. Y vamos a buscarnos la vida. Este perfil no te convierte en un delincuente, pero te da muchas papeletas. Dentro del mundillo de la delincuencia, dos pringaos, sin técnica y sin proyecto delictivo. Veamos su currículum, una historia como tantas.

La madrugada del pasado 19 de junio los dos amigos, una sociedad delincuencial verdaderamente torpe, rompen la ventanilla de un garaje comunitario de un edificio de la avenida José León de Carranza para introducirse en él a saber con qué espera de botín. Su idea es mangar en los coches, sin contar con que la finca cuenta con personal de vigilancia que les escuchan, les gritan y les increpan y ellos huyen como alma que lleva el diablo por el mismo ventanuco por el que han entrado. Ya ululan las sirenas policiales. Lo único que han hecho en el garaje es romper una serie de armarios con resultado pobre. .

La Policía Nacional llega al lugar de los hechos, realiza las gestiones oportunas en este tipo de robos chapuceros y toma declaración al personal y a los vecinos del edificio como testigos y perjudicados. La investigación se pone en marcha y el esclarecimiento de los hechos no tarda en producirse. Han sido identificados y a los agentes los perfiles no les son desconocidos, la pareja de Guillén Moreno. No son muy difíciles de localizar, se mueven siempre por los mismos sitios de la barriada. Se les toma declaración, pasan a disposición judicial. ¿Y quiénes son?

Los grupos de Delincuencia Urbana adscritos a la Brigada Provincial de Policía Judicial de Cadiz considera a los chicos viejos conocidos. Por la playa Victoria y Santa María del Mar merodean buscando bolsos de los bañistas despistados, descuideros de la arena a ver qué trincan para pillar algo de hachís, algo de pastillas. "No son toxicómanos en el sentido que la gente entiende. No están enganchados. Roban para los vicios". Pero sus golpes o son muy pequeños o son robos que no son ni golpes o, como en el caso del garaje de León de Carranza, son puros fracasos.

Y es que, sin ir más lejos, habían fracasado cinco días antes de la 'operación robemos un garaje' en la 'operación robemos ropa en Columela'. La 'operación robemos ropa' fue casi tan concienzuda como la 'operación garaje'. Te metes en una tienda grande, te pones a coger a gusto lo que te apetezca, muy a la moda, y sales pitando para que te suene la alarma. Uhhh. Todo esto lo haces sin percatarte de si hay policía cerca. Mala suerte. La hay. Son interceptados por los agentes policales en la calle Jabonería.

Si entras en un sitio, tienes que saber salir. ¿Corres más que un radiopatrulla policial? No. Son cogidos en la calle Viento. Van para el juez, que decreta libertad con cargos -sólo han robado unas prendas de marca- a la espera del juicio oral, donde lo llevan mal porque les han cogido con las manos en la masa.

Y es que estos dos mismos son los que, presuntamente, habían robado días antes en un establecimiento de la plaza Asdrúbal, es decir, al lado de la comisaría. Suena la alarma, uhhh, no tienes plan de fuga, vuelves a caer.

Al ser ya tan conocidas las caras por los jueces, su destino es la prisión provisional, porque no puede ser que, según os soltamos, volváis otra vez a las andadas, parece que les dice el juez. A chirona preventiva por reincidencia, a la espera de ser juzgados por las causas pendientes y también a la espera de que los investigadores de la Policía Nacional obtenga nuevas pruebas e indicios que los imputen como presuntos autores de otros delitos, que hay unos cuantos, ya que se sospecha que estos dos viejos conocidos están detrás de otras cuantas denuncias presentadas recientemente con el mismo modus operandi desastroso.

La Policía saca buenas conclusiones de la historia de estos dos jóvenes, más allá de que sean unos pardillos que tienen todavía mucho que aprender, que en esto también hay que tener un poco de formación. La primera es que los nuevos dispositivos de policía urbana, con el uso de motos, que buscan proximidad con el ciudadano, funcionan a la perfección para la detección de estos pequeños hurtos en los comercios o en la rapidez de reacción ante cualquier caso de inseguridad ciudadana.

Por supuesto, ni J.A.L.C ni J.C.R.C. son delicuentes peligrosos excepto para sí mismos. Pero sirven como una perfecta puesta a punto de esta renovada policía de proximidad -ahora participación ciudadana- que a través de las reuniones en colegios y asociaciones de vecinos permite, además de prevenir, conocer perfiles y circunstancias personales de pequeños delincuentes como esta imposible sociedad limitada de robos compulsivos.

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