Cavtat Croacia

Suficientemente cerca y convenientemente lejos de Dubrovnik, Cavtat es el refugio ideal para quien quiera visitar la hermosa perla del Adriático, pero no quiera pasar por los inconvenientes de buscar alojamiento en la visitadísima ciudad dálmata. Alojada en un pequeño y azulado golfo y rodeada de pinos, Cavtat es un remanso de casas de piedra y tejados rojos, en el que no faltan hoteles y restaurantes al borde del mar.

Vista general de Cavtat, desde el puerto, en el que no falta una zona de waterpolo, algo muy común en Croacia.
Vista general de Cavtat, desde el puerto, en el que no falta una zona de waterpolo, algo muy común en Croacia.

06 de agosto 2011 - 01:00

ES un pueblecito de casas de piedra, dispuesto en la ladera de una minúscula península encajonada entre dos pequeñas bahías. Aunque no le falta turismo, Cavtat, a 20 kilómetros de Dubrovnik por una carretera que sobrevuela calas azules, es plácido al amanecer, duerme a la hora de la siesta, cuando la gente está en la playa, y se anima con el paseo a la caída del día, cuando sus visitantes salen a cenar en alguno de los muchos restaurantes de un paseo marítimo y un puertecito partido en dos: en uno los grandes yates, en otro los pequeños veleros y las barcas de pesca.

Dubrovnik es sin duda la joya mayor de una Croacia que presume de cofre repleto. Las calles pavimentadas con la brillante piedra blanca de Dalmacia, cargadas de gótico y barroco, sus monumentos perfectamente restaurados a pesar del intenso bombardeo que sufrieron durante la cercana guerra contra los serbios, sus imponentes y nunca vencidas murallas eclipsan de manera explicable pero injusta a otras maravillas de la costa croata: Rovijn, Trogik, Zadar, las islas de Hvar y Korcula, la misma Split, las primorosas Porec y Primosten, la histórica Pula. Y Cavtat, demasiado cerca tal vez de la llamada perla del Adriático.

Pero esta cercanía es a la vez uno de los principales, entre muchos, atractivos de Cavtat (pronúnciese Chavtat). Un autobús la une cada hora con la amurallada ciudad patrimonio de la Humanidad, y también es posible ir en barco desde su pintoresco puerto. Es el perfecto lugar para una estancia media de varios días en esa zona, conocida también como la Riviera de Dubrovnik. Si Dubrovnik es el ajetreo continuo de la calle Placa, invadida todo el día de turistas, residentes o cruceristas, Cavtat es la tranquilidad de un pueblo a orillas del mar, quizá como eran esas villas costeras que en los años 60 empezaban a recibir visitantes en el Levante español. Ofrece un alojamiento abundante y más barato que en su solicitada compañera. El pueblo tiene apenas 2.000 habitantes y se dispone a lo largo del puerto, derramándose hacia el mar en una ladera de la península. Las casas son de esa piedra de color rubio que quedan tan bien en las fotos, sobre todo cuando les da el sol del atardecer. El tamaño y la hechura de los barcos que amarran en su puerto dan a entender que tampoco es un turismo modesto el que lo visita, sino más bien gente que viene buscando ese refugio a salvo de la masa turística, pero no está dispuesta a renunciar a la comodidad del buen servicio.

Cavtat ofrece la posibilidad de bañarse casi en su mismo casco urbano, al otro lado de la bahía, entre piedras o tomar el sol sobre plataformas justo al lado del muelle. Pero también tiene una gran playa a su entrada por el Este, con algunos complejos hoteleros que no le quitan tranquilidad sino que animan sus tiendas y restaurantes (estupendo marisco, como las ostras de Mali Ston).

Cavtat tiene pocos pero interesantes monumentos que visitar, como el monasterio de Nuestra Señora de las Nieves, el Palacio Rectoral o la iglesia de San Nicolás, aunque lo mejor son sus calles escalonadas y su ambiente. Pero para los cuerpos algo más inquietos, los alrededores del pueblo tienen numerosos alicientes. Se llama Riviera de Dubrovnik o Zupa Dubrovacka a la extensión de costa abrupta, llena de pinos y calas de aguas transparentes que está precisamente entre la ciudad y Cavtat. Lugares como Plat y Mlini albergan complejos turísticos, algunos de ellos herederos directos de la época del Mariscal Tito, y playas con todos los servicios en un paraje de gran belleza. A un tiro de piedra.

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