Cádiz 2011... y más
Crónicas del Doce
No nos llevemos a engaño. Esta ciudad lleva décadas viviendo de sueños nunca cumplidos, de proyectos no ejecutados o que se han quedado a la mitad, de compromisos incumplidos y de una desidia global que nació cuando hace ya casi dos siglos la riqueza dejó de llegar por el mar, las familias burguesas metieron sus dineros en los incipientes bancos y las administraciones taparon la pobreza social con empleo y vivienda pública eliminando así cualquier capacidad de gestión de la ciudad por parte de los propios ciudadanos, que en su mayoría prefirieron y prefieren que todo se lo sirvan en la mesa antes de hacer un esfuerzo por obtenerlo con sus propios medios.
Los penúltimos sueños han llegado a final del año recién concluido. Dos grandes noticias, lo cual es de agradecer tras doce meses tan nefastos durante los cuales hemos podido ver la verdadera cara de políticos, sindicalistas y ciudadanos en general, incapaces de afrontar con responsabilidad estos tiempos de cambio de ciclo económico, laboral y social.
Hemos cerrado el año con el anuncio de la ampliación del puerto de Cádiz en la que va a ser su mayor obra con la construcción del nuevo muelle de contenedores; hemos cerrado el año con la firma del acuerdo entre el Ayuntamiento de la capital y el Consorcio de la Zona Franca para reordenar, por fin, el viejo polígono exterior a fin de convertirlo en la gran zona industrial, moderna, de la ciudad y de la Bahía.
Así, sobre el papel, en boca de los políticos de turno, son proyectos esenciales para la ciudad, que se unen a otros 'proyectos esenciales' que en los últimos años hemos ido conociendo: el hospital regional, el segundo puente sobre la Bahía, la llegada del tren de alta velocidad, el desarrollo de Plaza de Sevilla, la apuesta de la ciudad por la cultura y el comercio...
La ejecución de buena parte de estos proyectos se ha ralentizado en el tiempo e incluso algunos corren el peligro de no realizarse en años por falta de dinero: el nuevo hospital; mientras que otros sólo van a salir adelante aunque también fuera de plazo, como el puente de La Pepa, gracias únicamente a la presión mediática y ciudadana. Y junto a ellos podíamos llenar estas páginas con otras actuaciones que penden de un hilo y que unidas iban a conformar el Cádiz del siglo XXI que iba a recibir a los visitantes a los eventos del Bicentenario de la Constitución de 1812.
Estas líneas pueden ser tachadas de pesimistas, de victimista, por parte de algunos, aunque es el calendario el que marca estos pensamientos. Por todo ello, cuando se cierra el 2010 con el anuncio de los proyectos de ampliación del puerto y del desarrollo exterior de la Zona Franca sólo cabe esperar que, por una vez, los compromisos se cumplan y que el muelle no sea uno más de los pintados en el último siglo y que la renovada zona industrial no sea una más de las ideadas en las dos últimas décadas.
Cierto es, como se ha recalcado tanto desde el Ayuntamiento como desde la Autoridad Portuaria, que ambas operaciones se plantean a años vistas por su complicada ejecución y elevado coste -especialmente en el caso de la Zona Franca pues aquí hay que poner de acuerdo a cientos de pequeños propietarios a los que cabe reclamar visión de ciudad a la hora de apoyar esta actuación- lo que debe poner a la ciudadanía en estado de alerta para evitar retrasos imputables a la guerra política.
Que Ayuntamiento y Consorcio, gobernados por el PP y el PSOE, respectivamente, hayan sido capaces de acordar una actuación común es digno de elogio. La alcaldesa, Teófila Martínez, y el delegado del Estado, José de Mier, como impulsores de esta operación, deben sentir que tienen tras de si el respaldo unánime de todos los ciudadanos.
Tenemos así por delante dos operaciones de calibre que nos van a ocupar los próximos años. Bien, ¿qué debemos hacer mientras tanto?, porque lo cierto es que el futuro de esta ciudad de ridículo término urbano no puede asentarse únicamente sobre estos dos proyectos. Debe ir más allá buscando un modelo de desarrollo que le dé vida para las próximas décadas.
Aquí el papel de la ciudadanía va a ser, es ya, esencial .
Cerramos el año conociendo también los datos del padrón de habitantes. Poco más de 125.000 vecinos. La cifra ha provocado la alarma de unos, acusando del descenso de población al gobierno local (PSOE), y el enfado de otros, descalificando los datos oficiales (PP). Sin embargo, no se ha reflexionado sobre las bondades y peligros de esta cifra.
Bondades porque no olvidemos que estos 125.000 habitantes residen en un término municipal de apenas 12 kilómetros cuadrados que como área residencial se reduce a algo menos de la mitad. Ello da una densidad de población astronómica. Por esta misma regla, Jerez de la Frontera sigue siendo un municipio despoblado pues en sus ¡1.000 kilómetros cuadrados! apenas viven 210.000 personas.
En más de una ocasión ya hemos planteado desde esta tribuna que el problema de la capital no es que pierda población. La cuestión es que hay que trabajar con el objetivo de conseguir que sus habitantes disfruten de un adecuado nivel de vida, que mejore de forma sustancial su formación, que se cree empleo de calidad y, sobre todo, que se atraiga a las clases medias y altas que un día dejaron la ciudad y retornen a ella porque aquí encuentran todos los servicios que reclaman: cultura, ocio, comercio, centros educativos y deportivos y viviendas adecuadas. Es un error planificar la ciudad pensando únicamente en las viviendas de promoción oficial, sobre todo cuando la picaresca ha provocado que muchas de las que se han construido en la última década estén habitadas por familias con rentas muy por encima a las prevista para este tipo de casas.
Es por ello por lo que hay que exigir la continuidad y la agilidad en el plan de rehabilitación del casco histórico. Ha sido desde 1999 la gran apuesta del PSOE y ahora que estamos en tiempos de recortes es ésta una operación que debe considerarse prioritaria en la política de la Junta y que no debe sufrir paralización alguna en sus planes.
Es por ello por lo que se debe planificar una política cultural y de ocio atractiva, amplia y variada. En el plazo de un año la ciudad contará con nuevos espacios escénicos y equipamientos culturales, en una densidad muy por encima a la que debería de ser por su población. Aquí corresponde al Ayuntamiento programar de forma adecuada y aportar los fondos necesarios para su desarrollo. La aportación privada, escasa en esta ciudad tan habituada al 'todo gratis', se plantea como un obligado complemento para las arcas municipales.
No olvidemos que las ciudades de la Bahía han crecido gracias a los excedentes de población de la capital, pero que quienes ahora residen en Puerto Real, Chiclana, San Fernando o El Puerto raramente han arraigado en sus nuevas residencias, y están dispuestos a retornar a su tierra de nacimiento si en ella hubiera suelo suficiente. Es esta una característica muy peculiar del gaditano, que aunque nos debería de satisfacer también debería de preocuparnos pues no hay nada peor que creernos el ombligo del mundo y pensar que más allá de Cortadura no hay nada.
Aquí entra de lleno el papel del Gaditano como parte activa del desarrollo de la ciudad. Hablábamos más arriba de la nefasta costumbre del 'todo gratis'. Es hora del esfuerzo. Hace unas semanas, en un artículo publicado sobre las madres solteras de corta edad, las técnicas municipales destacaban que estas jóvenes no mostraban el más mínimo interés por mejorar su escasa formación. Y como ellas, otros colectivos ciudadanos. Y, así, una sociedad no avanza.
No hay que preguntarse que puede hacer Cádiz por nosotros sino lo que nosotros podemos hacer por Cádiz.
Estamos a poco más de un año del comienzo de los eventos del Bicentenario de la Constitución de 1812. Otro de estos 'sueños' sobre los que creamos nuestro presente y, sobre todo, nuestro futuro.
El Bicentenario iba a ser y está siendo en parte la excusa ideal para sacar adelante infraestructuras que, de otra forma, o no se hubieran ejecutado o hubieran tardado años en realizarse. En eso vamos a ganar aunque por el camino se hayan quedado equipamientos importantes en el modelo de ciudad que queremos (¿qué pasa con las murallas?¿cómo es que la gente del Carnaval, tan peculiar y egocéntrica, no ha sido capaz aún de sacar adelante su Museo').
Tenemos por delante doce meses para que los gaditanos, la gente de la calle asumanos la importancia de este evento. Tenemos por delante doce meses para creernos esta ciudad y para asumir que no somos una parte de ella. Somos Ella.
Por eso es tan vital para nuestras vida este año 2011 que da sus primeros pasos.
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