hostelería | ocupación de la vía pública

El Cádiz de las terrazas

  • En la ciudad hay registradas unas 400 terrazas

  • Los hosteleros han presentado ya 180 solicitudes para adaptarse a la nueva Ordenanza

En la calle de La Palma apenas hay sitio para el paso de los peatones.

En la calle de La Palma apenas hay sitio para el paso de los peatones. / Joaquín Hernández Kiki

Pasear por el casco antiguo de Cádiz es pasar entre un mar de mesas, sillas, caballetes, sombrillas, vitrinas y pizarras de los bares y restaurantes que buscan atraer al cliente. Una marea que arrastra al que pasa y que apenas deja lugar para que el ciudadano disfrute del entorno. El eterno debate entre ocio y negocio que este verano se ha visto reactivado con la ‘desaparición’ de la farola de San Agustín y su estilizado regreso para acompañar a las dos nuevas y grandes terrazas que se han instalado en esta zona.

18 mesas individuales y 8 dobles (con sus correspondientes sillas) conforman ahora el panorama de esta plaza, el último espacio de la ciudad que se ha adaptado a los negocios hosteleros. Pero, no es el único. Si seguimos el recorrido por la calle Rosario encontramos varias terrazas, alguna de ellas ocupando más de la mitad de la vía pública con sus mesas y caballetes. Una situación aún más grave en la plaza de San Francisco, donde solo entre dos establecimientos invaden la calzada con unas 40 mesas que cada vez están situadas más cerca del centro de la plaza.

Mina es otro de los espacios con una alta densidad de mesas, a las que ahora se unen las pertenecientes a un nuevo local que ha abierto en el Callejón del Tinte. En total, casi 70 mesas que conforman el paisaje de uno de los laterales de esta plaza. Debido a su extensión, San Antonio no parece saturada de terrazas, aunque en total son seis los locales de hostelería que han decidido sacar su oferta a la calle.

La situación se complica en la plaza del Mentidero, donde ocho negocios cuentan con unas 80 mesas que prácticamente no dejan espacio para el ocio del ciudadano. Una vecina se quejaba de que “el otro día cogí por aquí con el carrito del niño y apenas pude pasar por las mesas”.

Uno de los bares de la calle Virgen de la Palma, aunque en el extremo menos masificado. Uno de los bares de la calle Virgen de la Palma, aunque en el extremo menos masificado.

Uno de los bares de la calle Virgen de la Palma, aunque en el extremo menos masificado. / Joaquín Hernández Kiki

Maru y María, dos señoras que toman el fresco en uno de los bancos de esta plaza, afirman que las terrazas “no nos molestan. Los niños siguen teniendo espacio para jugar y esto está más animado que nunca. Incluso se echa de menos el ambiente cuando un bar cierra. Para los comerciantes es muy bueno”.

En distintos términos se expresan Carmen y Verónica, madres de niños pequeños, quienes consideran que “tiene que haber un control del número y dimensiones de las terrazas para que no se invada el espacio público”. Además, defienden que cada hostelero “pague lo que le corresponda por ocupar la vía pública” y que “haya espacio para que los niños jueguen en la calle y que no se descuide la vida de los residentes”.

Pero sin duda, si hay un lugar que es el paradigma de la hostelería gaditana en verano esa es la calle Virgen de la Palma. Nos hemos acostumbrado a pasar por esta zona sin que nos asombre la cantidad de mesas, sillas y demás cachivaches destinados a llamar la atención del paseante. Paseante, por otra parte, que apenas tiene espacio entre los numerosos locales que se reparten desde la esquina de Paraguay hasta casi la puerta de la iglesia. Una calle prácticamente vendida a la hostelería y en la que andar con cierta soltura es complicado, obligando a ir en fila india durante casi todo el recorrido.

Aspecto actual de la plaza de San Francisco. Aspecto actual de la plaza de San Francisco.

Aspecto actual de la plaza de San Francisco. / Lourdes de Vicente

En esta calle, precisamente, se encuentra el primer negocio hostelero que se ha acogido a la nueva Ordenanza de Ocupación de la Vía Pública con Terrazas y Otros Elementos Anexos en Establecimientos de Hostelería, que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia el pasado 3 de julio.

Estefanía Gil, propietaria de este establecimiento, fue la primera en presentar la solicitud para acogerse a la nueva normativa, aunque dice que no ha cambiado mucho el espacio que tenía en el exterior ni ha tenido que limitar el número de mesas. La mayor novedad a nivel estético es la instalación de unas pequeñas chapas en el suelo para identificar el espacio asignado. Estefanía cree que el resto de hosteleros se lo están tomando con calma y por ello aún no se han puesto en marcha los controles policiales para garantizar el cumplimiento de la norma. No obstante, ya son 180 los hosteleros que han presentado las solicitudes para renovar o instalar una terraza, cuando en la ciudad hay unas 400 registradas.

Fila india de los peatones para pasar por la calle Rosario. Fila india de los peatones para pasar por la calle Rosario.

Fila india de los peatones para pasar por la calle Rosario. / Joaquín Hernández Kiki

El plazo para acogerse a la nueva ordenanza terminará el próximo 30 de septiembre y el propósito del Equipo de Gobierno es convocar en octubre la Mesa de Seguimiento de la ordenanza para evaluar su aplicación.

En la misma se recoge, entre otras cuestiones, que las autorizaciones “se concederán respetando el principio de minimización del uso privado frente al público” e irán acompañadas de un plano que grafíe el espacio y sea visible para el control policial y los ciudadanos. Que hay que dejar un itinerario peatonal libre de obstáculos de 1,80 metros de anchura como mínimo y que los metros cuadrados máximos autorizables para terrazas y veladores es de 80. Además, la ocupación del dominio público con terrazas no sobrepasará el ancho de fachada del establecimiento, dejando como mínimo 50 centímetros a cada lado de la fachada y otros 50 para el paso de camareros.

Nuevas terrazas en la plaza de San Agustín. Nuevas terrazas en la plaza de San Agustín.

Nuevas terrazas en la plaza de San Agustín. / Lourdes de Vicente

Otros puntos interesantes son que no se permite la instalación de terrazas justo o frente a huecos de viviendas a una distancia inferior de un metro y que no podrán impedir el tránsito cómodo y seguro de personas u obstaculizar el acceso y espacios de maniobra necesarios a vados, salidas de emergencia, etc.

Unas normas de fácil aplicación pero que en la práctica no parecen contar con mucho apoyo por parte de algunos hosteleros, como ocurre en la plaza del Tío de la Tiza, donde el acceso para peatones y vecinos es cuanto menos limitado. Tanto, que algunos se han resignado a pasar por otras calles más accesibles, evitando que les atrape la marea.

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