NO deja de sorprender esta ciudad. Su limitado territorio urbano debería de dejar bien claro cuáles son sus necesidades para mejorar la calidad de vida de sus vecinos; cuáles son las medidas socioeconómicas que hay que adoptar para ello; cuáles son las soluciones para solventar sus problemas, algunos históricos pues se repiten de forma cíclica década tras década.

Debería de ser fácil; por lo menos tener clara cuál es nuestra situación y por dónde actuar. Otra cosa sería tener la capacidad para sacar adelante los proyectos de futuro, pues ahí entran parámetros como la situación económica de cada momento. Pero, por lo menos, deberían de estar los planes de unos y otros, preparados para cuando se pueda ejecutar.

Y, sin embargo, aquí estamos los 115.000 gaditanos mirando estupefactos como nuestros gestores políticos se pelean, la mayoría de las veces por nimiedades, mientras ignoran a sus gobernados y ralentizan con ello la mejora de su calidad de vida.

Prima más mosquearse porque se presenta un proyecto de urbanización en el suelo portuario, por ejemplo, que felicitarse por su inicio. Cabría recordar la relevancia que tiene para la ciudad la integración muelle-ciudad y la reurbanización del que pronto será el viejo muelle de contenedores. ¿Acaso no se dan cuenta de ello, enfrascados en su peleas políticas?

La cuestión no es quién lo saca adelante, ni la edad de quién lo dirige (comentario poco educado, ciertamente) sino que Cádiz se beneficiará de ello.

En cuanto al diseño, que ha provocado las quejas municipales, ya habrá tiempo de retocar maquetas.

Tras este traspiés de unos y otros, cabe exigir al Ayuntamiento y a la Autoridad Portuaria que se sienten a hablar sobre cómo hacer este proyecto, cómo agilizarlo, porque no dejan de estar al servicio de los gaditanos.

También es lamentable la disputa continuada entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Ahora se afirma desde esta última administración que el alcalde, José María González, ha cambiado en tres ocasiones la fecha para la firma del convenio para activar la Ciudad de la Justicia.

Ante este comentario, San Juan de Dios ha callado. Si eso significa que es verdad, es grave por la urgencia de este proyecto y por las numerosas ocasiones en la que el propio Ayuntamiento se ha quedado de la lentitud de la Junta.

A la vez, la administración regional exagera al situarse como hacedora de todo lo bueno de la ciudad, cuando aún tiene un lista de temas pendientes de gran calibre, y cuando siempre que ha podido le ha sacado réditos a la ciudad (venta de suelo, cesiones gratuitas) que al final no han revertido en ella.

Con todo, la figura del alcalde, en este caso José María González, pero podría ser cualquiera de los que nos han gobernado en estas décadas, se sitúa como figura esencial para evitar que este tipo de broncas afecten a la ciudad. El titular de la Alcaldía debería de asumir que juega un papel que va muy por encima de su propia ideología, de su propia formación política, aunque a la vez tenga que defender su propio programa electoral, lógicamente. Tiene el papel de defensor de los intereses de su ciudad y para ello debe quedarse fuera de estos juegos dialécticos.

En una ciudad con escasos recursos económicos, y con tantos proyectos pendientes, el Ayuntamiento tendría que afrontar ya una cuestión urgente: la configuración de un lobby gaditano que en Sevilla y Madrid ayude a presionar a la búsqueda de soluciones para Cádiz.