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Cádiz

El Beaterio de Valverde

  • El número 3 de esta céntrica calle esconde los restos de un antiguo panteón, que está siendo adecuado para la organización de visitas turísticas

Hace siglos la calle Valverde se llamaba calle del Beaterio. Este hecho, recogido en el libro de Adolfo de Castro Nombres antiguos de las calles y plazas de Cádiz, se debe a que en el número 3 de dicha vía se situaba en los siglo XVII, XVIII y principios del XIX el Beaterio de Jesús, María y José. Actualmente, este inmueble es un edificio de viviendas, pero en su subsuelo todavía quedan los restos de una parte de lo que fue el panteón del Beaterio.

El pasado 15 de noviembre, la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio Cultural de Cádiz (Adip) celebró el Día del Patrimonio Solidario. Entre las rutas que se programaron, una de las que mayor aceptación tuvo fue la visita realizada a este panteón de la calle Valverde. Un éxito que ha llevado a plantear al espeleólogo Eugenio Belgrano la posibilidad de abrir al público este espacio para la realización de visitas concertadas. Un proyecto que ha comenzado a andar contando con la colaboración altruista del arquitecto Julio Malo de Molina.

Conocer la historia de este panteón es complicado, ya que, tal como constata Belgrano en la investigación que está realizando, existen pocos datos sobre las beatas. Partiendo de la referencia de Adolfo de Castro, explica Belgrano que el edificio estaba compuesto por iglesia, coro, sacristía y panteón. Fruto de sus indagaciones, ha descubierto varios apuntes sobre la historia del Beaterio en el Diario Mercantil. "Hemos encontrado cosas como que una persona había donado su herencia a las beatas o que después de la salida de las beatas se montó en el edificio una empresa para dar clases a las mujeres de costura", cuenta.

Otros documentos importantes para conocer el destino de este inmueble datan de 1820 y 1823, cuando por la desamortización de los bienes de la Iglesia en el Trienio Liberal se le quita el Beaterio a las beatas. "Hemos encontrado el documento de 1820 en el que el juez saca a subasta el Beaterio excepto el panteón, la iglesia y el coro. Ya en 1823 es cuando creo que se le quita todo el edificio a las beatas", señala el investigador.

Ya a mediados del siglo XIX se construyó el edificio actual, respetándose únicamente el subsuelo del inmueble, quedando los restos de lo que fuera el panteón. Con acceso desde las oficinas de Publicidad Jurado, las catacumbas tienen una primera sala de bajada, con una escalera que comunica con un pequeño túnel de unos 15 metros de longitud de bóveda de cañón, con unos dos metros de altura y unos 80 centímetros de ancho. A mitad de camino, se pueden ver los restos incrustados en la pared de lo que pudo ser el enganche de la cancela de entrada.

Al final de este pequeño túnel, a la derecha hay un pequeño hueco que, tal como señala Belgrano, "pudo servir para poder girar el ataúd para entrar en el panteón".

Tras unos escalones, se entra en la sala principal, de unos 25 metros cuadrados, dividida en dos espacios. La primera zona estaba destinada a los enterramientos con capacidad para unas 60 tumbas. En las paredes se divisan marcas de los nichos que dio cabida. La segunda parte estaba destinada a las ceremonias. Esto se deduce porque "en la pared quedan las marcas de haber alojado un retablo", comenta Belgrano. De hecho, el muro original está en diagonal, por lo que se construyó un segundo muro para que el retablo quedara recto, dejándose una cámara de aire de unos 40 centímetros.

Debajo de esta segunda zona hay otra bóveda de enterramiento de unos seis metros cuadrados, destinada a "alguien al que se le quiso dar un enterramiento especial". De todas formas, este hecho no está constatado, por lo que es uno de los cabos que queda por atar en esta investigación.

En una de las paredes del panteón se encuentra un dibujo técnico que, según Belgrano, podría representar el plano en altura del edificio, viéndose "tres bóvedas en diferentes niveles", lo que lleva a Belgrano a pensar que bajo el edificio puede pasar el túnel que aparece en el plano de Juan Serafín Zamora firmado en 1837, que discurre bajo las Puertas de Tierra, el Castillo de la Villa -actual Guardería Municipal-, la iglesia de Santiago, la plaza de Candelaria, la calle Valverde, la plaza de San Francisco y Argüelles. Sin embargo, el acceso al mismo desde el Beaterio pudo ser cerrado por el posterior propietario a la desamortización al levantar el nuevo edificio.

Por último, la sala principal comunica con el aljibe o depósito de aguas del edificio, que también fue utilizado como panteón.

El trabajo realizado en su día por Rafael y David, propietarios de Publicidad Jurado, permitió tras comprar la zona en la que se ubica su oficina, vaciar este espacio de escombros, que posiblemente podrían ser de una torre mirador que tenía el inmueble y que se derrumbó por la explosión de 1947.

A partir de ahí y de la posterior investigación, expone el espeleólogo que la idea es "poder tener un primer punto para que el ciudadano pueda ver un lugar subterráneo en Cádiz y contarle la historia del subsuelo con explicaciones, proyecciones con recreaciones en 3D y hablar sobre la forma de enterrar que tenían antiguamente".

Para ello, la intención de Belgrano es hacer visitas con "pequeños grupos. Nosotros queremos que se puedan organizar visitas concertadas un par de días a la semana". Un proyecto para el que ya trabajan para cumplir con la normativa legal, de manera que el turista podrá conocer una nueva perspectiva de la historia de la ciudad a partir de lo que esconde bajo su suelo.

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