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Un pub irlandés atrapa toda una noche a un irlandés

  • La Policía ‘libera’ a un joven que se quedó encerrado en un bar, dormido, tras la final de la Eurocopa

Un coche patrulla de la Policía Local justo delante del establecimiento, durante el ‘rescate’ del irlandés.

Un coche patrulla de la Policía Local justo delante del establecimiento, durante el ‘rescate’ del irlandés. / D. C.

Dicen que la morriña no es sólo cosa de gallegos y es evidente que la pasión por los bares tampoco es exclusiva de los irlandeses. Pero lo cierto es que Brian –es un nombre ficticio– debió sentirse tan, tan, tan a gusto en el pub O’Conells, de la Plaza de San Francisco de Cádiz que aquella noche en la que la selección inglesa sucumbió bajo los penaltis de la italiana se quedó profundamente dormido, como si estuviese en su casa.

En medio de aquel aroma amargo a cerveza negra y a barricas de madera de roble impregnadas de los analgésicos vapores del más popular de los licores de Cork, Brian no se percató de que ya se habían ido todos, incluido el último de los empleados, no sin antes recoger y revisar todo el local. O casi todo. En algún momento de los penaltis o del coloquio posterior al partido, nuestro irlandés, un joven de unos veintimuchos o treinta años, debió sentir una imperiosa necesidad por soltar lastre. Y allí que se quedó, dentro de los aseos, sentado, sin hacer el mínimo ruido, quizá soñando con los acantilados de Moher. O con la última farra que se corrió en su tierra a ritmo de gaita, flauta y violín.

El caso es que superada la fase Rem, Brian se despierta sobresaltado, solo, en medio de la oscuridad y comienza a sentirse como José Luis López Vázquez en aquella mítica cabina de teléfonos. Y en vez de tirar de móvil –igual se había quedado sin batería, como él–, instintivamente se le ocurre aporrear los cristales de uno de los escaparates del pub. Con la suerte de que en ese momento pasaba por allí un empleado de la limpieza nocturna de la ciudad, un ángel de la guarda gaélico, que oye los porrazos y llama a la Policía Local y que enseguida se pone en contacto con el encargado del establecimiento. Eran ya las 6:25 de la mañana, de manera que podríamos deducir que el bar irlandés tuvo atrapado a nuestro irlandés durmiente al menos cuatro horas y 25 minutos, si bien se desconoce el dato preciso de en qué momento pegó Brian la primera cabezada.

Nada más recibir la llamada policial el encargado se preocupó bastante, porque pensó que podía tratarse de un robo. Afortunadamente no fue así. “Se encontraba bastante cómodo en el interior del establecimiento, hasta el punto de quedarse dormido y no percatarse del cierre del mismo”, afirmó la Policía Local a través de su Facebook.

La incomodidad para Brian vino después, cuando tuvo que explicar, avergonzado, lo que le había pasado, en medio de una retahíla de disculpas, unas más inteligibles que otras.

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