Cádiz

Barbacoas versión siglo XXI

  • La fiesta paralela del Trofeo Carranza se resiste a seguir cayendo en picado y ayer volvió a llevar a miles de personas a la playa, aunque continúa con su evolución hacia un gran botellón

"Resistiré", como si fuera el título de una canción del Dúo Dinámico, las barbacoas o la gente que acude a ellas, no están dispuestas a que esta iniciativa muera , que acabe en cenizas como el carbón que prende en cada noche en que se celebra la final del Trofeo Carranza.

Eso sí, se trata de una versión actualizada de las barbacoas donde lo que se venía produciendo durante los últimos años sigue cobrando fuerza y es que las botellas de alcohol, las pizzas y los bocatas siguen ganando terreno al carbón, a los filetes y a los pinchitos.

Tras la decadencia vivida en los últimos años, la caída en picado se ha frenado y en la noche de ayer miles de personas volvieron a ocupar el espacio situado entre los módulos 2 y 4 de la playa de La Victoria. En el espacio situado entre el cementerio y hasta la altura de la calle Doctor Herrera Quevedo, la densidad por habitante en la playa era muy superior a la que había desde ahí hasta la altura del Estadio, que era donde se acababa el sitio permitido. La gente joven se agolpaba sobre todo entre el Hotel Playa Victoria y la citada Doctor Herrera Quevedo, mientras que las familias se concentraban más en la primera zona.

Uno de los principales enemigos de una barbacoa en la playa es el viento de Levante. Después de que en todo el verano no haya soplado ni un sólo día, ayer apareció precisamente por la noche con cierta fuerza. Una joven le decía a otra que iba cargada con los enseres camino de la playa que "esta noche vas a comer más arena que carne".

Tras prohibirse hace unos años las parcelaciones en la arena, lo que generó tantas peleas y trifulcas y que dio lugar a una de las imágenes más impactantes de la historia de este evento, la gente ocupa ahora el terreno con tiendas de campaña, jaimas o las simples sillas y sombrillas.

Aunque las barbacoas tienen su apogeo cuando cae la noche, desde primera hora de la tarde ya había gente dispuesta a alargar la jornada todo lo que pudiera.

En la noche de las barbacoas se genera una triple corriente. Están los que se encuentran en la arena en las barbacoas o simplemente haciendo el botellón. Después están los que simplemente andan por el Paseo, los curiosos, que son casi tan numerosos como los que están abajo. Y por último, están los que ocupan las terrazas de los bares y restaurantes del paseo Marítimo, que en una noche como esta aparece poblada de gente. En cosas como estas son las que se agarran los defensores de las barbacoas para decir que genera negocio, algo así como que el fin, que llegue el dinero a las cajas de los hosteleros, justifica los medios, que no es otra cosa que el que la playa se llene de miles de personas y que a las seis de la mañana, cuando se pone fin a las mismas, esté como un estercolero.

Estas barbacoas del siglo XXI al menos han ganado en algo de civismo, aunque sea obligado, y ya no se deja bajar a la playa aquellos sofás y todo tipo de muebles que se veían antaño.

El amarillo sigue siendo el color preferido, como si fuera la única vinculación que le queda a las barbacoas con el Trofeo Carranza. Así, se veía a muchísimas personas cono las camisetas del Cádiz, seguramente las mismas que estuvieron unas horas antes en el partido de consolación que jugó el equipo amarillo.

Y es que esta celebración nació al amparo del Carranza a mediados de los 80 con un signo claramente familiar cuando una parte de las mismas iban al estadio para seguir el torneo y la otra la esperaba en la playa alargando la jornada normal con una barbacoa. De aquellos lodos vienen hoy estos barros.

Y lo que empezó siendo un asunto de minorías, pasó a ser copiado y a ser seguido en masa hasta ser impulsado a convertirse en Guinness de los Récords. El fenómeno se convirtió también en un punto de atracción para los jóvenes y no tanto de otros puntos de la provincia, de veraneantes y de otras provincias limítrofes como Sevilla.

Ante este monstruo, lo que en los últimos años se ha calificado desde el Ayuntamiento de Cádiz como una acción espontánea de la gente, hubo que ponerle coto y hacer un dispositivo especial de limpieza y seguridad. Ayer de hecho en cada acceso había un guardia de seguridad para controlar los accesos a la playa. Y en cada uno de ellos también carteles para el maratón solidario que se celebrará la próxima semana para recaudar fondos para la investigación del Síndrome Rett.

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