Cuando Argentina miró a Cádiz

conflicto La relación entre Cádiz y el país iberoamericano

El protocolo Franco-Perón, firmado en 1948, proyectaba la construcción de una Zona Franca propiedad del estado americano que iba a ocupar buena parte de la Bahía

Plano de la época con la ubicación de la Zona Franca Argentina y la española (Internacional).
José Antonio Hidalgo / Cádiz

18 de abril 2012 - 01:00

La mañana del 28 de enero de 1948 el gobernador civil de la provincia, Carlos María Rodríguez de Valcárcel; el alcalde gaditano, José León de Carranza; y el delegado del Estado en la Zona Franca, Ignacio Merello, se encontraban en el Palacio del Pardo dispuestos a ser recibidos por el Jefe del Estado, Francisco Franco. El objetivo del encuentro era conseguir del general su apoyo decisivo para impulsar, de una vez por todas, la construcción de la Zona Franca de Cádiz, que tras veinte años de historia no acababa de desarrollarse.

Ahí estaba Merello explicado al general el proyecto a realizar cuando éste, para sorpresa de todos, le interrumpió constatando que la propuesta era muy poco ambiciosa, para a continuación dibujar lo que para él debida ser este polo de desarrollo en la ciudad. Fue en aquel momento cuando las autoridades gaditanas conocieron por primera vez la intención de los gobiernos de España y Argentina de cerrar un acuerdo por el que el país argentino obtendría en suelo español la concesión de dos puertos en régimen de depósitos francos para, desde allí, distribuir toda su producción agrícola e industrial por toda Europa.

Con la información impactando en sus cerebros y con la orden de silencio hasta que el plan se hiciese firme, Valcárcel, Carranza y Merello, montaron en las mismas puertas del Pardo el que fue el primer lobby gaditano, repartiéndose a los altos cargos de la administración franquista a los que se debía de convencer de que Cádiz era el lugar ideal para situar uno de estos puertos 'argentinos'.

Por una vez, las autoridades gaditanas fueron por delante de la actualidad y superaron en eficacia el trabajo de otros municipios como Barcelona, Valencia, Santander, Bilbao Vigo, que estaban en la lista de candidatos. Así, el 4 de abril de 1948 Diario de Cádiz, entonces con el inmenso tamaño sábana, publicaba a toda plana: 'Cádiz, puerto de ayuda a Europa. Ha sido elegido Cádiz para entrada y almacenaje de las mercancías que se importen'. Había nacido el denominado Protocolo Franco-Perón.

El jefe del estado argentino, Juan Domingo de Perón, era uno de los escasos gobernantes del mundo que había rechazado la orden de embargo que contra el régimen fascista del general Franco, había dictado la ONU, como represalia por su apoyo a las potencias del Eje durante la segunda Guerra Mundial. Perón, cercano ideológicamente a los derrotados en Europa, mantenía su propia política y consideraba que para los planes de expansión económica de la Argentina era fundamental mantener los lazos con una España empobrecida y en la ruina, lo que facilitaba una negociación con la balanza a su favor.

El Protocolo Franco-Perón proyectaba la construcción en Cádiz de una Zona Franca Argentina, propiedad de esta república, que debía de denominarse 'Puerto Perón'. Las cifras que se aportaban eran espectaculares en todos los sentidos, comenzando por los terrenos que debían de ocuparse. Así, el proyecto preveía una zona industrial de 306 hectáreas, con la construcción de una gran barriada para dar cabida a los trabajadores y directivos, con una ocupación de otras 43 hectáreas y una capacidad para cerca de 10.000 habitantes y que se ubicaría a la altura de El Chato. El puerto a construir contaría con más de 7 kilómetros de muelles a lo que habría que sumar 148 hectáreas en dársenas. A este suelo se le unió la que se denominaba Zona Franca Internacional, cuya gestión quedaba en manos del gobierno español y que en conjunto disponía de unas 280 hectáreas, con 3,8 kilómetros de muelle.

Evidentemente, el reducido término municipal de la capital no contaba con espacio. Entonces aún estaban por hacer los rellenos para la barriada de La Paz y para el crecimiento del muelle. Por todo ello se aprobó un relleno en el saco de la Bahía que, para las dos zonas, iba desde Puntales hasta el límite con San Fernando, ocupando buena parte del saco de la Bahía. La ciudad duplicaba de esta forma su extensión total.

El coste previsto era de 526 millones de pesetas (de la época) para la Zona Franca Argentina, y otros 277 millones de pesetas para la Zona Franca Internacional. El dinero sería aportado por el estado español, restándolo de las ganancias que debía obtener con la operación el gobierno de Perón.

Aunque se dieron los primeros pasos en materia de financiación, se contrataron a los técnicos y se planificaron las obras a realizar, la delicada situación interna que vivía el régimen de Juan Domingo de Perón y las reticencias que este plan había provocado en determinados estamentos de esta nación, provocaron la temprana muerte del Protocolo alcanzado entre los dos dictadores, que se dará por finiquitado a finales de 1949. En todo caso, el gobierno de Franco seguirá adelante con la construcción de la Zona Franca, que entonces será solo una y que se quedará muy lejos de ocupar el saco de la Bahía.

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