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IX Congreso de la Lengua

Alfaguara entrega su premio de novela en Cádiz a Gustavo Rodríguez

Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, entrega el premio a Gustavo Rodríguez.

Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, entrega el premio a Gustavo Rodríguez. / Miguel Gómez

El escritor peruano Gustavo Rodríguez recogió ayer en Cádiz, en la soleada terraza de la Fundación Cajasol, el Premio Alfaguara de Novela que logró con su obra Cien cuyes. Se trata de un texto en que Rodríguez afronta con sentido del humor el reto de la vejez y la soledad en la sociedad actual. La directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes, fue la encargada de presentar al galardonado y de entregar un premio que se dio en Cádiz aprovechando la celebración del Congreso de la Lengua que iba a celebrarse en la ciudad peruana de Arequipa.

En su intervención, Gustavo Rodríguez explicó que su novela trata sobre “la soledad de los ancianos, sobre el derecho que todos tenemos a una muerte digna, pero para que no sea intragable porque suena lúgubre lo que acabo de decir, está escrita con cierta ternura y cierto sentido del humor. Por eso me encantó cuando leí que el acta del jurado decía que Cien cuyes era una tragicomedia”.

Contó el escritor peruano que la historia surgió hace seis años cuando se encontraba lavando platos en su casa frente a una ventana con espléndidas vistas al Pacífico que, sin embargo, se perderían pronto por la construcción de un edificio: “Para procesar el dolor, la rabia, la indignación que me daba que me fueran a quitar mi vista favorita decidí crear el personaje para un cuento, una anciana que le pasa lo mismo que a mí, sólo que ella está confinada a una silla de ruedas y que le pasa más o menos lo mismos: su vida transcurre viendo esa ventana. O sea, que a través de esa anciana yo quería potenciar, exagerar lo que iba sintiendo”.

El autor guardó aquel cuento, aquel personaje metáfora de su frustración visual, hasta que la pandemia provocó la muerte de muchos ancianos, también la de su suegro, y Gustavo Rodríguez decidió “en ese instante” escribir “como un poseso” una novela con un frenético ritmo de seis o siete horas diarias todos los días de la semana.

De aquel esfuerzo literario surgió Cien cuyes, la obra cuyo premio recibió en Cádiz en un congreso de la lengua que, como también festejó el escritor, está dedicado al mestizaje tan presente en sus propias raíces.

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