La casa de las Hermanas de la Compañía de la Cruz ha sido el escenario para la celebración del centésimo segundo cumpleaños de Lucía Vizoso Baltar, para lo que se han reunido en la residencia que gestionan las religiosas su familia (su hija María de la Luz y su nieta Nuria) además de las monjas y otras residentes de la fundación.
La celebración de una fiesta así cuidó hasta el más mínimo detalle, todo enfocado a sorprender a la centenaria cumpleañera. Así, por ejemplo, una divertida piñata colgaba del centro del techo, de las paredes colgaban manualidades con fotos de la homenajeada, una colorida guirnalda se sostenía arriba de unos resplandecientes números de color plata con su número y, como no podía faltar, una tarta de cumpleaños para que soplara las velas.
A la pregunta de cómo lleva el cumplir 102 años, Lucía respondía entre risas: “Yo bien, yo no los noto”. Ciertamente, aún retiene bastantes letras de canciones, aunque como es normal, no se acuerde de todas. Tiene una memoria excelente. “Tengo la cabeza encima de vosotros”, bromeaba, prefiriendo entonar la canción Allá en el rancho grande, de Jorge Negrete, que el tradicional Cumpleaños feliz.
Lucía es natural de Vivero, una localidad de Lugo. Allí vivió toda su infancia. Pero cuando cumplió los 16 años, es decir, en plena adolescencia, se mudó a Cádiz con motivo de ayudar y hacer compañía a su hermana, alojándose en la casa que ésta tenía en la Plaza de la Catedral.
Más tarde vivió en la calle Santiago; y de ahí se mudó a la calle Tamarindos, en el barrio de Bahía Blanca, hasta que hace apenas tres años ingresó en la residencia de mayores de las Hermanas de la Cruz, donde ya celebró por todo lo alto sus 100 años de edad.
Allí le encanta jugar “a la lotería de mentira”, como ella misma la define, contando que las demás le ayudan a poner los números, pero ella es la primera en ver los números de las demás.
Lucía no echa en falta su tierra, considera que está bien en todos lados. Una postura inteligente. Pero aún así se siente gallega de pura cepa. Su comida preferida es la empanada gallega, pero la que hace ella. Las demás asegura no haberlas probado jamás.
Según ella, la clave para llegar hasta esa edad es ser una persona optimista y tener una buena actitud. “Siempre estoy contenta, porque si una no está contenta no puede llegar a 102 años. A veces lloro un poco y ya está”, cuenta esta centenaria mujer gallega.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios