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Pueblos Blancos, inmenso patrimonio cultural

  • Los diecinueve municipios que conforman los Pueblos Blancos son un mosaico de historia, gastronomía, tradiciones y mucho más

Pueblos Blancos, inmenso patrimonio cultural

Pueblos Blancos, inmenso patrimonio cultural / M.G.

Siempre es un buen momento para descubrir los secretos que guardan los Pueblos Blancos de la Sierra de Cádiz. Situados en la parte oriental de la provincia gaditana entre parajes naturales de belleza excepcional y grande contrastes como el Parque Natural Sierra de Grazalema o el Parque Natural de los Alcornocales. Estos resultan ideales para los amantes de la cultura, la gastronomía, el deporte, la naturaleza o, simplemente, para aquellos que buscan tranquilidad y relajación lejos de las grandes aglomeraciones y la contaminación.

Adentrarse en las calles, las gentes y la cultura que envuelve esta singular parte de la provincia de Cádiz es un viaje para los sentidos. Mezcla de cultura y tradición que fusiona el legado árabe, andalusí, judío y castellano que, junto a una arquitectura propia y singular y una cultura culinaria milenaria, unida a unos parajes naturales excepcionales, quitan el hipo al visitante. Pero más allá de todo esto, una cultura ancestral rebosa por los cuatro costados de los diecinueve municipios, que termina por impregnar las tradiciones y fiestas que aquí se hacen.

Conocer estos municipios es un viaje para realizar en cada época del año, ya que en cada estación cada municipio te aguarda con una nueva sorpresa. El viaje comienza en la época más blanca del año, siguiendo al racimo de casitas blanca que pueblan esta comarca, la Navidad. 

Coincidiendo con las fiestas, la Sierra de Cádiz se hunde en un manto de tradición y se engalana para recibir esta mágica época del año. Una de las tradiciones que más representa a la comarca es la exhibición del Belén Viviente.  Todo el pueblo se une en una representación que marcha 2000 años hacia atrás para traer a la vida todo el entorno del nacimiento de Cristo.

Belén Viviente Belén Viviente

Belén Viviente / M.G.

Otra tradición que para nada se puede pasar por alto son las típicas Zambombás navideñas. Esta celebración distintiva de la provincia de Cádiz en general, y de su Sierra en particular, lleva los villancicos y el cante flamenco a pie de calle, en su máxima expresión. Si nunca has visitado uno, esta es la oportunidad de reunirte alrededor de una buena candela y escuchar al coro cantar, villancicos y cantes populares aflamencados, acompañados de un baile sin igual.

Más allá de esto, el flamenco tiene una gran relevancia en la cultura de la comarca, al igual que en el resto de la provincia. En los Pueblos Blancos la existencia de numerosas “peñas” conviven con los tablaos flamencos, buen reflejo de las raíces y tradiciones conservadas en la comarca durante siglos y que se muestran en festivales tales como elConcurso Nacional de Cantes por Serranas”, que se celebra en la localidad de Prado del Rey.

Después del Día de Reyes, el devenir cultural y festivo de la comarca atiende al calendario pagano y primitivo, en el que el festejo y el paso de una a otra estación están directamente asociados.

La Sierra se va vistiendo poco a poco de primavera, de alegría y color, de tal modo que los carnavales, las romerías y celebraciones vinculadas a la religiosidad popular se concentran en el ciclo estacional, mientras que la ritualidad cristiana de los últimos siglos se aprecia en la espectacular Semana Santa serrana.

Con la primera luna llena de la primavera, los Pueblos Blancos de la Sierra de Cádiz se impregnan de olores a incienso y azahar, se visten con colores de túnicas de nazarenos, se envuelven con la luz tenue de los cirios y el sonido sordo de los pasos, y se vive una pasión de silencios rotos por redobles de tambores.

Semana Santa en Bornos Semana Santa en Bornos

Semana Santa en Bornos / M.G.

La Semana Santa de los Pueblos Blancos ejerce un magnetismo difícil de deshacer, especialmente en municipios como Alcalá del Valle, Arcos de la Frontera, Espera, Olvera o Setenil de las Bodegas, donde esta celebración está declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía. Pasos, cofradías, procesiones, muestras de dolor y fervor, el sonido dramático del llamador, de las saetas y de la música, son algunos de los componentes de estos días.

El calor se va haciendo presente, y la tradición agrícola aún pervive en el calendario y el sistema de vida de los que allí habitan, marco de toda antigua ritualidad en torno a la regeneración de los campos y a los significados mágicos del solsticio de verano.

En la época estival las festividades de los Pueblos Blancos se concentran en el particular devenir histórico de la comarca, mezcla de arte y religiosidad que unido a la historia, la curiosa historia que cruza a estos pueblos, ha generado fiestas tan emblemáticas como las de “moros y cristianos” que se celebra en Benamahoma, o el singularCorpus Christi” de Algodonales, El Gastor, Algodonales o Zahara de la Sierra, éstos dos últimos declarados de Interés Turístico Nacional.

Moros y Cristianos Moros y Cristianos

Moros y Cristianos / M.G.

Con la llegada del otoño, la Sierra se vive de una manera más serena. Su bagaje cultural e histórico permite al viajero disfrutar de museos locales enclavados en las diferentes poblaciones serranas, depósitos de la memoria que ofrecen alternativas muy interesantes en diversos ámbitos: prehistoria, etnografía, naturaleza, la piel, el agua, … Todos son testigos de gloriosas épocas pasadas, y su legado ha permitido la recuperación, estudio y difusión del patrimonio desde el punto de vista histórico y artístico. La manera de festejar acontecimientos históricos en esta estación, se manifiesta a través de representaciones teatrales en las que los propios vecinos de la sierra participan en la recreación de la vida de sus antepasados.

Un elemento transversal a todas estas celebraciones es sin ninguna duda la gastronomía, gracias al enclave privilegiado en el que se ubican los Pueblos Blancos. Los valles atravesados por ríos y montañas convierten esta zona en una despensa natural que otorga unas materias primas de gran calidad.

Crisol de culturas que han convivido durante siglos, han dejado a su paso tradiciones, costumbres y productos que son el orgullo de generaciones, quienes, con la experiencia y el pasar de los años, han dibujado un mosaico gastronómico de una riqueza, calidad y variedad incomparables, maneras de realizar una rica y sana cocina, elaborada con los excelentes productos de la tierra.

De estos alimentos que la tierra da, destacan el aceite de oliva, con Denominación de Origen “Sierra de Cádiz”, que acompaña irremediablemente a los productos para darles en el paladar su punto de exquisitez brillante. Completan la nómina de ingredientes los excelentes productos de su huerta y su campiña, las deliciosas carnes, chacinas y jamones de los cerdos ibéricos, y, por supuesto, sus quesos artesanales, sin olvidarnos del típico pan de campo y los molletes, populares de la provincia.

Pan de pueblo Pan de pueblo

Pan de pueblo / M.G.

Además de unos ingredientes magníficos la forma de prepararlos también es única, ya que la peculiar utilización de ciertas especias, el preparado de los frutos secos, o el uso de la miel en platos de carne son, en la Sierra, consecuencia de la prolongada estancia en la comarca de la cultura musulmana.

La gastronomía serrana es, todavía, respetuosa con el ciclo de la naturaleza, y si la primavera, el verano o las épocas de lluvia ofrecen, sucesivamente, sus productos del campo, el tiempo de la matanza y la cocina ritual que la prosigue deleita con exquisitos platos de cerdo y cordero.

Si eres de los que prefieres el dulce antes que el salado, también estás en el lugar ideal. La repostería es otra de las señas de la cultura gastronómica de la zona.

La herencia andalusí y musulmana se adentra en los dulces de la comarca, a través del uso de la miel, los frutos secos y las especies aromáticas. Muestra de esta dulcería son los suculentos postres y dulces que se realizan en obradores familiares como los gañotes, pestiños, hornazos, buñuelos, torrijas de miel o bollos. Un mosaico gastronómico que embriagará a todo el que se digne a probarlo.

Con el estómago lleno de experiencias y delicatesen, es hora de perderse por las calles de todos cada uno de los diecinueve municipios que forman este conjunto. Disfrutar de la vista de la serranía, observar la arquitectura que puebla lo municipios y que habla por sí sola de su herencia musulmana. Las casas blancas encaladas coronadas por torres musulmanas y cristiana, hacen contraste con los diferentes tonos de las rejas, el azul del cielo y lo frondoso de los árboles que decoran las estrechas y empinadas calles.

Calle típica Pueblo Blanco Calle típica Pueblo Blanco

Calle típica Pueblo Blanco / M.G.

Para disfrutar del presente como merece, hay que echar la vista al pasado, conociendo los restos de poblados, asentamientos, ciudades o fortalezas que salpican la comarca. Esto deja seña del conjunto de cultura material, de un rico legado cultura que pervive hasta nuestros días en diversos yacimientos arqueológicos.

Conocer los Pueblos Blancos de la Sierra de Cádiz es perderse en un mar de historia, gastronomía y tradiciones, envolverse en sus calles y respirar el profundo aroma de la Sierra, porque el patrimonio cultural de la comarca es esto, y mucho más.

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