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La tropa socialista, dispuesta a pilotar el año electoral nacional

  • Susana Díaz anuncia en Granada las grandes estrategias que se desarrollarán en la próxima legislatura para "blindar el derecho a la salud"

"Yo voto a Susana". Porque gracias a la sanidad pública ha plantado cara al cáncer. Es cordobesa. Se llama Lali Alcaide. Jamás se hubiera podido pagar el tratamiento en una clínica privada. Su grupo de WhatsApp, Las Guerrilleras, es más que ilustrativo de su lucha.

"Yo voto a Susana". Porque "no es verdad" que en el sistema de salud se haya vivido "por encima de las posibilidades", ni que la gestión pública sea "ineficiente" y mucho menos que sea "insostenible". Serafín Romero es el presidente de la Organización Colegial Médica Andaluza. La lealtad es siempre con el paciente; el compromiso, con el "modelo público". 

"Yo voto a Susana". José Antonio Lorente Acosta es un referente internacional en investigación genética. Dirige el Centro Genyo de Granada y está al frente de la Estrategia de Innovación de la Consejería de Salud. Como cada vez hay más frikis de los números, participa en el encuentro sectorial que el PSOE ha organizado en Granada en la víspera del cierre de la campaña electoral con un bueno puñado de cifras. No les abrumo con ellas; todas son elocuentes sobre la posición de liderazgo que ocupa Andalucía, del talento de los profesionales y de las oportunidades que hay para "generar trabajo, riqueza y felicidad" a los andaluces.

En todos sus mítines, Susana Díaz pregunta al público si saben cuál es la "mayor obra" que han hecho los socialistas en estos treinta años de democracia. La respuesta no es ninguna infraestructura faraónica; es la sanidad pública y universal. Y lo es porque habla de las personas, de sus derechos y de su calidad de vida. Si hay una ciudad y un proyecto que reflejan la apuesta del PSOE por "blindar" el Estado de bienestar es Granada y es el Parque Tecnológico de la Salud (PTS) como referente de "excelencia". La candidata socialista eligió ayer la capital granadina para realizar una defensa férrea del sistema -porque "funciona y es eficiente y sostenible"- y para advertir, a quienes ya especularon con el ladrillo y ahora quieren "hacer negocio", que lo busquen en otro sitio. Porque "con la sanidad pública no se juega".

Después de una larga campaña con pocos anuncios y contados titulares, la sanidad pública ha permitido a Díaz ejemplificar esa línea roja que ha situado en Despeñaperros frente al Gobierno "egoísta" de Rajoy y para definir las estrategias que marcarán la próxima legislatura: se va a aprobar una ley que garantice la sostenibilidad pública del SAS y blinde el derecho a la salud de las personas, se desarrollará  la regulación necesaria para aplicar la investigación con células madre a los pacientes -pasar de los ensayos clínicos al tratamiento-, se ampliará la red de hospitales públicos culminando proyectos que habían quedado paralizados con la crisis, se extenderá la figura de la matrona a los 1.500 centros de Andalucía y se apoyará a las farmacias rurales para que ganen rentabilidad. Y todo ello manteniendo la cartera de servicios públicos y aumentando el presupuesto.

Si la visita a la cooperativa La Palma de Motril sirvió por la mañana para demostrar "de lo que somos capaces en Andalucía" en un sector estratégico como el agroalimentario, el encuentro con los profesionales del sistema sanitario resultó clave para afianzar la bases de su discurso sobre la "dos formas de gobernar" y de "enfrentarse a la crisis sin dejarse a nadie atrás" que está constituyendo el eje de su argumentario. El primero, por el ejemplo que supone para el aumento de la renta, la creación de empleo y la retención del valor añadido y el segundo, por cuanto significa para el mantenimiento y mejora de las grandes conquistas logradas con la autonomía.

Por la noche, medio Láchar (o todo) acudió al acto convocado en el pabellón cultural.  Era el momento de remover la fibra sensible y de movilizar al electorado clamando por ese "último empujón" que dé una "mayoría amplia" para gobernar en solitario a partir del lunes; ese "último apretón" con el que se ha propuesto pilotar desde Andalucía todo el año electoral nacional. Dejándose la piel. 

No se olvidó de Rajoy. Lo volvió a criticar por llevar aquí "quince días metido porque no se fía de lo que ha puesto". Se refería a Juanma Moreno. Una vez más, no lo citó. "Hablo de Rajoy porque ha hecho mucho daño y, además, es él quien ha puesto al candidato y lo tapa".

A Susana Díaz no le preocupa el 40% de indecisos que reflejan las encuestas. Al contrario: "Quiero que participen los andaluces y que lo hagan masivamente. Ésa es nuestra fuerza. Porque tenemos que abrir los mejores años de Andalucía".

Sobre algo lleva razón. No hemos vivido nunca unas elecciones donde se haya hablado tanto de Andalucía "dentro y fuera de Andalucía", con toda España pendiente del resultado electoral del domingo y con todo el PSOE esperanzado en que consiga los dos grandes retos a los que ha hipotecado su marca: frenar a Podemos y derrotar de Rajoy.

Cuanto mayor es el objetivo, mayor puede ser también la decepción. Pues les aseguro que no lo piensan así los más de 1.800 granadinos de la Vega -y de media provincia- que ayer acudieron al mitin de Láchar. Las mesas de prensa se convirtieron en un improvisado rogatorio. Ni uno ni dos ni tres vecinos… se acercaron a pedirme que escribiera "bien de Susana". El Gato de Peligros fue más allá. Me mostró el cartel electoral y me preguntó si sabía quién era. "¡Claro!", le dije. Y me faltó contestarle "Soy Susana Díaz, tú me conoces"... Me corrigió: "No, es la Gioconda de Andalucía".

Excesivo, por supuesto. Pero cierto. Si el domingo no consigue Susana Díaz toda su mayoría no será por falta de fe de la tropa.

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