El joven marbellí Pablo Ráez, quien se convirtió en la cara visible de la concienciación para la donación de médula ósea después de publicar una carta titulada Siempre fuerte, siempre en sus redes sociales animando a la población a contribuir a la causa, ha encontrado donante de médula. "Me tengo que volver a enfrentar a más quimios muy fuertes, a más medicamentos, a un aislamiento en las cámaras de trasplante, me vuelvo a enfrentar a la incertidumbre de no saber cuánto tiempo estaré ahí metido o como irá el trasplante o incluso si habrá un rechazo", ha manifestado el joven en su perfil de Facebook.

Ráez mantiene su mensaje para concienciar a la población de la donación de médula, una campaña viral que ha conseguido que se dispare como nunca el número de donantes: "Hay que concienciar a todas las personas que puedan de lo importante que es ser solidario. Hay que seguir donando, porque no donáis por mí, donáis por vosotros, por un mundo mas solidario, por vuestros hijos, amigos..", ha añadido en el post.

Con 18 años le diagnosticaron leucemia y, tras varias sesiones de quimioterapia, se trasplantó la médula, que el mismo padre donó. Tras superar la enfermedad, volvió a recaer. “Después de 10 meses limpio, me hacen una función rutinaria y ven que tengo un 4% de leucemia”, explicó Ráez.

Los primeros días volvieron a teñirse de negro. “No quería ingresar, pero fue inevitable dada la rapidez de la enfermedad”, explicó el joven, quien va relatando con un optimismo digno de admiración a través de su perfiles en Facebook, Twitter e Instagram las fases del proceso; convirtiéndose en un ejemplo de lucha e inspiración los pacientes que se enfrentan a una situación similar. Tras 63 días hospitalizado en el Regional, le dieron el alta y comenzó a recuperarse en casa.

El proceso no es fácil. Cuando un enfermo es susceptible de un trasplante de médula ósea los hematólogos inician una búsqueda primero nacional –porque es más rápida– y luego, si no hay un donante compatible en el propio país, a nivel internacional. La búsqueda, pues, no entiende de fronteras ya que los registros de todas las naciones se interconectan para hallar una solución terapéutica a un enfermo que, generalmente, suele padecer una leucemia o una enfermedad grave de sangre. La única frontera es la compatibilidad.