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Andalucía

Excelencia biomédica

  • El Instituto de Biomedicina de Sevilla estrena instalaciones y se proyecta como uno de los grandes centros científicos nacionales · Unos 270 técnicos investigan sobre neurociencia, cáncer, infecciones y corazón

Un sistema de innovación virtuoso tiene cuatro patas, cuatro íes: industria, inversores, instituciones e investigadores. Andalucía flaquea de las dos primeras. Mientras en Europa la inversión privada en I+D supone dos tercios del total y en España la mitad, en Andalucía no significa más que un tercio, por dos tercios de esfuerzo público. Sin embargo, hay fortalezas en el sistema regional. Buena cooperación institucional y muy buenos investigadores. Por ejemplo en el IBiS, centro fundado en 2006, que trabaja para resolver problemas precisos: tratar el párkinson, conservar más tiempo un corazón destinado a un trasplante, parar la evolución de un cáncer de próstata o estimular el sistema inmunológico de un trasplantado.

El Instituto de Biomedicina de Sevilla sigue el esquema de grandes centros europeos. Una Champions League que lideran institutos como Karolinska de Estocolmo, Pasteur de París, Medical Research Council de Cambridge o el Laboratorio de Biología Molecular de Heidelberg. En la Liga nacional hay referentes más cercanos. En Barcelona, los institutos de Investigación Biomédica Pi Sunyer, vinculado al Hospital Clínico o el de Investigación del Hospital Valle de Hebrón. Y en Madrid, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, y el de Biología Molecular Severo Ochoa.

En esta Liga juega el IBiS, que tiene cuatro divisiones. Una de neurociencia, que busca remedios para enfermedades provocadas por la alteración de células. Es la rama coordinada por su director, el prestigioso científico José López Barneo, catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina. Él ha realizado tres periplos en el extranjero. En París, una estancia de posdoctorado en 1978. En Estados Unidos, durante tres años, en Filadelfia, Nueva York y Boston, a partir de 1980. Y el curso 1991-92 en la Universidad de Sandford, California.

En el área de neurociencia hay ocho equipos en el IBiS, que investigan sobre dos temas esenciales, párkinson e hipoxia, la falta de oxígeno. La investigación de excelencia es un buen reclamo para la industria. El instituto acaba de firmar un acuerdo para desarrollar un tratamiento para el párkinson con células madre, con la empresa Genetrix. Se ha creado una filial con sede en Sevilla, Axontherapix, y en la fase experimental se invertirán 300.000 euros. Esta empresa ha licenciado una patente inscrita por el IBiS. Cuando se patenta un descubrimiento científico se retiene la propiedad intelectual un año. Entonces una empresa tiene que licenciar la patente, con un desembolso anual de 20.000 a 30.000 euros, si quiere proteger la invención en todo el mundo. El IBiS tiene ya varias patentes licenciadas.

Uno de los investigadores principales sobre párkinson es el biólogo Ricardo Pardal. Como muchos de sus compañeros, hizo una estancia posdoctoral en los Estados Unidos. Estuvo tres años en la Universidad de Michigan, donde se inició en el campo de las células madre. Su proyecto estrella se ocupa de las células madre neurales; está financiado con 1,5 millones de euros por el European Research Council y se adentra en un terreno que hasta ahora había sido exclusivo de Estados Unidos. La investigación básica en este campo se hace en América y las pruebas clínicas en Europa, con legislación menos estricta.

Estando aún en el equipo del profesor López Barneo, el doctor Pardal estudió una población de células madre neurales en una glándula localizada en el cuello, en la arteria carótida. Fue un descubrimiento mundial. Este órgano del sistema nervioso periférico se ocupa de detectar el nivel de oxígeno de la sangre que viaja hacia la cabeza. Si una persona está 10 días en Sierra Nevada, esta glándula crece de tamaño para adaptarse a la falta de oxígeno. Estos investigadores demostraron que las células madre son responsables de ese crecimiento. Entender mejor ese proceso fisiológico de adaptación, permitiría el uso de estas células en terapias celulares y diseñar nuevos tratamientos contra el Parkinson.

Esta enfermedad destruye determinadas neuronas y las células madre neurales reparan y regeneran las lesiones del sistema nervioso. La investigación trata de copiar y aplicar artificialmente esa función. Pardal es desde 2008 profesor titular de Fisiología en la Facultad de Medicina, donde hay muchos biólogos como profesores.

Los resultados altamente positivos en el tratamiento de animales que padecían párkinson, con células madre adultas del cuerpo carotídeo, han llevado a constituir la empresa que financia la colaboración entre los profesores López Barneo, Toledo Aral y Pardal. Axontherapix pretende desarrollar un tratamiento, aunque se necesitan dos años para saber si tiene viabilidad el proyecto y de cinco a diez para empezar los ensayos clínicos. Esta empresa puede significar una inversión de seis millones de euros en los próximos tres años. Y creará unos 25 nuevos empleos de alta cualificación técnica.

En el IBiS hay 27 jefes de grupo y cada grupo tiene una decena de investigadores. Entre esos 270 científicos hay una veintena de extranjeros; varios del resto de Europa, Sudamérica y norte de África. Y también rusos, chinos, norteamericanos. Es el camino inverso al de Miguel Ángel Japón y Carmen Sáez. Estudiaron Medicina en Sevilla y Barcelona. Se especializaron en Anatomía patológica e hicieron el doctorado en Portland (Oregón).

Llevan 10 años investigando en equipo sobre el cáncer de próstata. Siguen varias líneas, como marcadores tumorales que al hacer una biopsia les permitan predecir cuál va a ser la respuesta de un paciente a un tratamiento de quimioterapia. Si tienen éxito, se podrían evitar terapias poco efectivas o la toxicidad consiguiente. En colaboración con científicos de la Universidad de Sevilla y del CSIC investigan también sobre la securina pttg1, una proteína oncogénica que interviene en la división celular. Tratan de establecer una relación entre un nivel alto de securina en un tumor y su grado de malignidad.

En el cáncer de próstata, en fases avanzadas, se aplica un bloqueo hormonal que hace que el tumor prolifere menos y se frene la enfermedad. Cuando falla este sistema, porque las células enfermas dejan de ser sensibles al control artificial, se aplican quimioterapias a las que las células malignas también pueden insensibilizarse. En este laboratorio investigan por qué.

Estos son algunos de los 80 proyectos de investigación andaluces, españoles y europeos que se desarrollan en el instituto, unos 20 con empresas. Tras cinco años de existencia jurídica, el IBiS se acaba de reunir en un edificio de 8.200 metros cuadrados, construido junto al Hospital Virgen del Rocío. Aquí hay grandes aparatos, laboratorios de seguridad en los que se investigan virus patógenos o un animalario con ejemplares modificados genéticamente, que albergará a unos 25.000 ratas y ratones. También quirófanos para hacer cirugía experimental con animales grandes.

La Medicina intenta incrementar la duración y la calidad de la vida de las personas. López Barneo piensa que la media de edad de quienes nazcan a partir de 2050 pasará de 90 años, si se resuelven las enfermedades de corazón, cáncer o las derivadas del colesterol. Pero las neuronas tienen poco poder de regeneración. El director del IBiS cree que el hombre genéticamente puede vivir hasta los 120. No mucho más, porque tejidos muy nobles no se regeneran en el cerebro, el corazón y el sistema nervioso central.

Otra de las divisiones del instituto se ocupa de las infecciones y el sistema inmunitario. En ese campo trabaja Pilar Pérez Romero, doctora en microbiología, que se especializó en enfermedades infecciosas en la Universidad de Michigan. Los trasplantados son inmunodeficientes, más vulnerables a infecciones víricas que las personas sanas, por la medicación contra el rechazo. Por eso se les trata con antivirales para darles más protección.

El grupo de Pilar Pérez estudia desde hace cinco años un método para combatir a un herpes virus que produce infección tras el trasplante y en ocasiones causa la muerte. En lugar de aumentar la dosis de antivirales, se ha disminuido para que el sistema inmune del paciente reaccione y reconozca al elemento extraño. Y sea capaz de combatirlo sin necesidad de tratamiento. Así se puede disminuir el fármaco y mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes.

Pilar Pérez es la primera firmante de una patente del IBiS sobre detección precoz de resistencia al tratamiento de antivirales en enfermos de SIDA. Hasta ahora hacían falta mil virus por cada mililitro de sangre para detectar que el virus estaba desarrollando resistencia a los medicamentos. Lo que complicaba la prueba y exponía al paciente. La técnica descubierta por este equipo permite hacerlo con sólo ocho virus por mililitro.

La cirugía cardiaca es una ciencia reciente. Arranca en 1953, cuando se realiza la primera operación a corazón abierto con circulación extracorpórea; una década después ya se hacían trasplantes.

Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular y profesor asociado de la Facultad de Medicina, Antonio Ordóñez, empieza a hacer trasplantes en Sevilla en 1991, tras una estancia en Cambrigde que le acredita. En su unidad en el Hospital Virgen del Rocío se hacen más de 20 trasplantes al año. Este es uno de los veinte centros que realizan esta intervención en España. El segundo de Andalucía, tras el Reina Sofía de Córdoba, cuyo jefe de cirugía cardiovascular, Manuel Concha, fue pionero en la región.

Una de las líneas de investigación del doctor Ordóñez está relacionada con los trasplantes. Cómo proteger un corazón sacado del cuerpo del donante, que sólo aguanta cuatro horas. Su tesis doctoral en 1989 versó sobre la conservación del corazón de un donante. Consiguió mantenerlo durante 24 horas mediante una solución nutricia. La aplicación práctica para humanos de esta técnica, ensayada en animales, podría casi duplicar el tiempo de transporte.

Otros proyectos del equipo del doctor Ordóñez buscan solucionar un grave problema que se presenta al corazón después del trasplante, tras cuatro horas sin oxígeno. Cuando vuelve la sangre, se produce una lesión por reperfusión, término médico que significa una borrachera de oxígeno que daña las células más que la falta de sangre. El mismo efecto se produce en los infartos, en la parte del corazón no regada por la obstrucción. Aquí trabajan sobre un suero para resolver estos problemas.

Aquí también investigan con células madre. Se ha avanzado en los mecanismos por los que una célula madre implantada en el organismo puede reproducirse. Pero estamos lejos de su aplicación clínica. Lo difícil es controlar cómo crece, cómo se frena el proceso y cómo conseguir que la parte reconstruida funcione como el resto del órgano, de manera perfecta. Eso puede tardar 10 o 15 años.

Andalucía no sólo es sol, turismo y agricultura. La empresa privada puede invertir para crear valor en otros campos. Es una de las patas que flaquea en el sistema de innovación andaluz. Pero materia prima hay. En el IBiS, sin ir más lejos.

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