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enfoque de domingoObesidad infantil

¿Por qué están gordos?

  • El análisis del inquietante estudio del Colegio de Farmacéuticos sobre la obesidad de los niños vincula el problema a los hábitos, la economía y la baja formación

Connor McCreaddy pesaba 89 kilos con ocho años, comía cuatro bolsas de patatas al día. Su dieta era en exclusiva comida basura. El caso de este niño inglés dio la vuelta al mundo hace diez años porque, pese a que su madre, soltera y sin estudios, lo adoraba, los servicios sociales se plantearon retirarle la custodia. Sería el primer caso de quitar un niño a su madre no por abandono, sino por alimentarle inadecuadamente. Al final, la Justicia no le quitó el niño, pero se le impuso la condición de poner a dieta al muchacho.

El caso de Connor es extremo, pero lo cierto es que tenemos una epidemia de niños gordos. Según el reciente estudio del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz con más de 3.000 tomas realizadas, la prevalencia conjunta de sobrepeso y obesidad entre nuestros niños es del 29,67%. El valor medio de obesidad infantil que arroja el estudio nos coloca en el 16,7% frente al 13,7% de la media española.

Si se cruza obesidad y economía -y hay que contar que la provincia es una de las de menor renta per capita del país- quizá podamos hallar los motivos de ese diferencial. En su libro El hambre Martín Caparrós sitúa en 1991el cambio de la historia de la comida. Es cuando Goldman Sachs decide convertir 18 productos básicos en commodities de especulación financiera. Esto supuso a la larga que comer bien iba a empezar a ser muy caro y los datos así lo demuestran: hay el triple de personas gordas en el mundo que en los años 70, según la Organizacióin Mundial de la Salud. De modo que a mayor poder adquisitvo más niños delgados, a menor poder adquisitivo más niños gordos. Esto se comprobó en un estudio de la FAO realizado en 2015 en México, el país con más gordos del mundo, en el que se cruzaban datos en escuelas privadas y públicas, dándose los grandes índices de obesidad infantil en las segundas, donde se comprobaba que los chicos consumían grandes cantidades de energía barata.

En Andalucía se está alerta sobre el problema y la Junta sacó en 2007 su Plan Integral de Obesidad Infantil, donde la magnitud del problema se significaba en la comparativa de prevalencia de obesidad entre 1984, 4,8, y el dato actual, 13,7. En aquel Plan, del que han surgido acciones como un estricto control nutricional en los comedores escolares y los cursos de prevención coordinados desde la Escuela Andaluza de Salud Pública, se utilizaba como instrumento el conocido como estudio Enkid, el más completo realizado nunca sobre alimentación mundial. Andalucía aparecía con el cuarto índice de prevalencia de obesidad infantil español, sólo por detrás de Canarias, Cantabria y Murcia. Pero en este estudio lo más interesante era el cruce de datos. Así se podía trazar el perfil del niño obeso: varón, de diez a trece años con nivel socioeconómico bajo y con un nivel de instrucción de los padres bajo.

Joaquín Ortiz, durante muchos años jefe de pediatría del hospital de Jerez, relaciona por su experiencia la obesidad con esos condicionantes socioeconómicos. "La verdura, las frutas y pescados han desaparecido, quizá por su precio, de muchas de nuestras mesas y se han sustituido por comidas hidrocarbonadas, más baratas y más rápidas de consumir". Considera fundamental la acción del profesional con los padres en lo que él llama una función de "terapia grupal frente a la epidemia del siglo XXI". El tratamiento de la obesidad infantil es también un modelo de prevención porque un niño obeso tiene muchas posibilidades de ser un adulto enfermo. Esto no es muy fácil de hacer en consultas rutinarias donde se ven 50 niños al día. "Hay que implantar un modelo en el que nos demos cuenta de que el problema ya está aquí y lo que puede suponer en el futuro. Para esto hace falta tiempo y dedicación de los profesionales. Con el actual sistema no lograremos grandes éxitos y, de hecho, la respuesta es regular. Si te llega un niño a la consulta que está obeso, no enfermo, pero tampoco sano, y su madre es obesa, con una conducta obesogénica, sedentaria, está claro que el problema no está sólo en el niño, sino también en la madre, a la que también hay que cambiar de mentalidad". En Vall D'Hebron, en Barcelona, un grupo de pediatras pusieron el programa Niños en Movimiento, consistente precisamente en estas terapias. Tuvieron éxito en su experiencia pionera, pero no se asentó en la sanidad andaluza.

Las consecuencias de la obesidad no son sólo físicas, sino que, como se apunta desde la Junta a través de sus procesos de evaluación, los trastornos relacionados con esta situación son "disminución de la autoestima, estigmatización y fracaso escolar. Los niños con obesidad a menudo tienen una pobre imagen de sí mismos y expresan sensaciones de inferioridad y rechazo, por lo que suelen presentar dificultades en las relaciones amistosas entre pares".

Frente a esta situación, el doctor Ortiz avisa del dicho "está gordito, pero es feliz. Si está gordito no es feliz". En un país en el que el 20% de los niños no desayuna y que los niños duermen por debajo de sus horas, Ortiz es defensor de que "los niños jueguen. Esa es la mejor terapia contra la obesidad. Menos deberes, menos extraescolares, menos pantallas y más parque y más ejercicio fuera y dentro del colegio porque esto es serio".

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