Es curiosa y a la vez significativa la coincidencia de fechas que se ha dado entre dos actos aparentemente opuestos con La Isla como centro: mientras que el gobierno municipal presentaba en Fitur como principal atractivo (?) las celebraciones de Halloween, Roma abría el proceso que podría culminar en la canonización de la Hermana Cristina de San Fernando. Es decir, de nuevo la eterna lucha entre las fuerzas del Bien y el Mal, representadas por un lado por una monja carmelita de la que destacan su “sonrisa cautivadora” y, por el otro, por las malvadas huestes seguidoras del Diablo en sus múltiples formas de almas en pena, hombres lobo, payasos asesinos, vampiros y operarios especializados en el manejo de la motosierra. Cosas de este pueblo que en tiempos mejores fue nombrado ciudad.

Aseguró la alcaldesa en la feria turística madrileña que el Halloween isleño atrae cada año a gente de toda España y de distintos puntos de Europa, y no hay argumentos para no creerlo. Es más, viendo la deriva que lleva este mundo actual, es muy posible que sea verdad y que haya que invertir más cada año en el mundo de la calabaza con velas por dentro, pero yo sugeriría a quienes tienen en sus manos nuestro futuro que se plantearan complementar esta apuesta por el lado oscuro con una campaña de promoción de lo contrario: la luminosidad que aporta la santidad.

Si hay que creer a Google, la Iglesia Católica tiene más de nueve mil santos reconocidos en la actualidad, más de 700 españoles, con lo cual una canonización más no debería tener mucha trascendencia, pero nunca se sabe: ¿quién habría de sospechar no hace mucho que una fiesta de los muertos, nacida entre las brumas del norte y popularizada por películas y series estadounidenses, llegara a tener su epicentro europeo en La Isla? Quién sabe, si nos empeñamos lo suficiente y, sobre todo si inyectamos la suficiente inversión pública, tal vez los devotos que vengan en peregrinación a rezar ante la tumba de la Hermana Cristina superen algún día a los peregrinos en Santiago, Jerusalén e incluso la misma Roma. Yo me lo pensaría, sobre todo porque además estaría mucho más integrado en la tradición isleña que el culto a Freddy Krueger. Tenemos mucho más en común con Fátima que con la Hawkins de Stranger Things.

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