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Último concierto del I Ciclo de Música Manuel de Falla

Seis sonatas, un gran reto y un acierto

Mercedes Ruiz (violoncello) y Eva del Campo, durante el concierto en el Teatro del Títere La Tía Norica.

Mercedes Ruiz (violoncello) y Eva del Campo, durante el concierto en el Teatro del Títere La Tía Norica. / Lourdes de Vicente

Con la resaca a cuestas del Festival de Música Española de Cádiz, el pasado lunes 3, concluyó también el primer Ciclo de Música Manuel de Falla, que bajo el subtítulo de Lunes de clásica en la Tía Norica  programó un total de ocho conciertos a lo largo de 2018. Se llevaron a cabo siete, pues el del pianista Juan Carlos Rodríguez de octubre, se suspendió.

Hubo cambio en el intérprete del violonchelo barroco, donde Mercedes Ruiz sustituyó a Gullermo Turina. Sin embargo, el programa de mano se respetó al cien por cien, y la anunciada Integral de sonatas para violoncello y bajo contínuo de Vivaldi se interpretaron en el Teatro de la Tía Norica. En total seis sonatas.

Eva del Campo, intérprete especialista en bajo continuo, estuvo al frente del clave en el concierto del lunes, y además tuvo la elegancia de explicar al público alguna curiosidad sobre Vivaldi y sus sonatas para violoncello y bajo continuo, como fue el relato que hizo de que, probablemente Vivaldi no hubiera podido ver nunca publicadas sus sonatas, sencillamente porque un editor parisino: Leclerc et Boivin, las publicó, sin su autorización, en 1730, justo un año antes de la muerte del compositor veneciano. Además, al parecer, Leclerc retocó las sonatas, en el sentido de modificar algunos giros armónicos y suavizar algunos cromatismos de la obra originaria de Vivaldi, por entenderlos demasiado avanzados para la época. La historia es totalmente creíble, pues la piratería musical ha existido desde los orígenes de la música y llega a nuestros días, y también es cierto que Vivaldi, ya en la recta final de su carrera, cuando era un músico de reconocido prestigio en la sociedad en la que vivió, evolucionó el barroco tardío del XVII, acercándolo a lo que se anunciaba ya para el siglo XVIII, esto es, el Clasicismo musical.

El chelo barroco fue responsabilidad de Mercedes Ruiz a quien hemos podido ver recientemente tocando el mismo instrumento, el pasado 30 de noviembre en el Falla, con la Orquesta Barroca de Sevilla, en el concierto que dieron junto al flautista isleño Alberto Domínguez Gálvez, es experta en música antigua, con veinte años de maestría en este terreno.

El concierto que ofrecieron ambas intérpretes, fue un reto, para ellas y para el público, ya que contemplaba seis de las sonatas de Vivaldi para cello y bajo, interpretadas desde la nº1 a la nº6, con solo un breve descanso de tres minutos.

La verdad que no se hizo largo en absoluto, y el público, escaso, que asistió lo pasó bien. Un acierto.

En cuanto a la interpretación, como viene ocurriendo en este teatro, estuvo desequilibrada sonoramente, en este caso a favor del violoncello barroco, en detrimento de la sonoridad del clave que lo hizo con bastante menos intensidad de lo deseado. Una pena, pues no se pudieron apreciar bien los hermosos diálogos que el chelo y el clave entablan en algunas de las sonatas de Vivaldi. Sonatas que, al modo tardo-barroco, intercalan movimientos lentos con movimientos rápidos (largo-allegro) para provocar sensaciones distintas en el espectador a través de la capacidad expresiva de los instrumentos. Hubo propina al final, aunque las intérpretes no quisieron desvelar el título de la misma. Y si ellas no quisieron, respetaré yo también su decisión.

Y con este concierto, se cerró este primer Ciclo Manuel de Falla. Ahora toca esperar saber si se renovará el próximo año, y en qué condiciones. Mientras, pasaremos las Navidades, y esperaremos.

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